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Hoy quiero compartir los principales resultados de una investigación adelantada por cuatro jóvenes del Instituto Alberto Merani como condición para su grado. Se trata de un estudio en el que encuestaron a 1.036 jóvenes de diez colegios públicos de Bogotá ubicados en siete localidades, utilizando, gracias a la generosidad de Enrique Chaux, la completa prueba que diseñó para llevar a cabo sus estudios sobre convivencia escolar en 2006 y 2011.
Como expliqué en una columna anterior, el bullying es intencional, sistemático y necesariamente implica una relación asimétrica entre los participantes: uno de los niños tiene más poder y lo aprovecha para agredir e intimidar a la víctima. Por el contrario, el conflicto aparece esporádicamente entre compañeros y puede cumplir un papel positivo si se resuelve de manera dialogada. El bullying debe ser eliminado porque su efecto es muy dañino a mediano y largo plazo para el autoconcepto del menor atropellado y para el clima de aula. El niño que recibe bullying sufre al ir al colegio porque teme ser maltratado por los acosadores.
La investigación sobre convivencia escolar que comentaré la realizaron durante 2023 los estudiantes Karol Echeverri, Isabella González, Sara Santacruz y Juan José Rincón y fue sustentada hace pocos días. Quiero resaltar cinco de sus principales conclusiones.
Primera: Bogotá todavía no logra disminuir el bullying
Frente a los estudios desarrollados por la Universidad de los Andes sobre el bullying en la ciudad en 2006 y 2021, podemos afirmar que la situación sigue siendo hoy muy preocupante: tres de cada diez jóvenes vinculados a un colegio público reciben acoso de manera sistemática. Es especialmente preocupante el grupo de estudiantes que reporta sufrir acoso todo el tiempo: el 12 %. Para este grupo, el colegio, en lugar de ser un lugar para jugar, compartir y conversar, se convierte en una verdadera tortura social. Estos datos son consistentes con las conclusiones del Laboratorio de Economía de la Javeriana: seguimos siendo el segundo país de América Latina con más bullying en las aulas.
Vivimos en un país donde prevalecen el odio, el resentimiento y la venganza. Como decía el columnista Mauricio García, predominan las emociones tristes. Se observa en la vida familiar, política, cultural y social. El insulto, la exclusión y los gritos sustituyeron los argumentos desde hace mucho tiempo. Así mismo, el 70 % de los estudiantes encuestados observó atracos y violencia en las afueras de su institución educativa durante el mes anterior. Esto implica que también el contexto distrital sigue siendo muy violento.
En Bogotá es muy original y positiva la iniciativa de justicia restaurativa liderada por la Secretaría de Educación Distrital, mediante la cual se invita a construir mesas de diálogo para tramitar los conflictos en los colegios. Sin embargo, sigue faltando un trabajo más integral en las escuelas, formación de docentes, vinculación de la comunidad y compromiso colectivo en las instituciones educativas para hacer frente al bullying.
Segunda: Es muy frecuente la agresión por parte de los docentes
Un dato inesperado para los investigadores tuvo que ver con las actitudes de un grupo significativo de docentes: uno de cada cinco estudiantes afirma haber sido agredido verbalmente por sus profesores durante la semana anterior. Si el docente maltrata y humilla a un alumno, los demás estudiantes sienten que también pueden hacerlo. Estos docentes promueven indirectamente el acoso entre estudiantes.
Tercera: La homofobia sigue siendo muy alta entre los jóvenes
A los jóvenes se les preguntó si consideraban que deberían ser retirados de sus colegios los estudiantes homosexuales. El 16 % dijo que deberían retirarlos, es decir que no tendrían derecho a la educación, salvo que se crearan colegios exclusivamente para homosexuales. La homofobia es cultural y significativamente más alta entre hombres (23 %) que entre mujeres (9 %). Otro dato preocupante es que el resultado es muy similar en los grados 6º y 11º, lo que quiere decir que en la escuela se están mediando poco las actitudes homofóbicas que se aprenden en el hogar, las redes y los medios de comunicación.
Cuarta: El bullying es significativamente más alto en el grado sexto
Como se ha encontrado consistentemente en diversos estudios, el bullying es más alto en grado 6º que en 11º. Prácticamente se duplican los casos de acoso entre los estudiantes. Esto sucede porque en 6º todavía no se han conformado grupos sociales que protejan a los estudiantes acosados por sus compañeros. Es frecuente que en la preadolescencia las relaciones dominantes se presenten en pequeños subgrupos de dos o tres estudiantes. En grado 11º, por el contrario, el grupo está más cohesionado y es más frecuente que salga en defensa de los estudiantes a quienes algunos quieren atropellar. Desafortunadamente, en el caso del ciberbullying no pasa lo mismo, incluso es un poco más frecuente esta forma de matoneo en el grado 11º.
Quinto: La agresión física es más frecuente en hombres
La agresión física sistemática e intencional se presenta de forma bastante generalizada entre estudiantes hombres. Cuatro de cada diez jóvenes afirman haber recibido golpes sistemáticos por parte de sus compañeros. En el caso de mujeres, el 28 % afirma haber recibido golpes de manera frecuente. La agresión verbal es levemente mayor en el caso de las mujeres.
La violencia no se crea en las escuelas. Un país violento y cargado de odio, ira y venganza genera relaciones violentas entre los estudiantes en sus aulas, como también produce relaciones agresivas entre la clase política. Lo vemos a diario en los medios y las redes. Aun así, desde la escuela y las familias tendremos que ir promoviendo el cambio cultural que necesitamos como sociedad. Según los estudios de Chaux, el 86 % de los casos de bullying se eliminaría si la comunidad educativa interviniera en defensa de las víctimas. Por eso en los colegios necesitamos involucrar a toda la comunidad en la prevención y definición de las acciones a realizar en caso de matoneo. Necesitamos abrir espacios que promuevan la participación de docentes, padres y estudiantes. Así mismo, debemos dedicar espacio, tiempo y profesores al cuidado de las emociones y a favorecer la empatía y el pensamiento crítico. Será un cambio muy lento en el que tendremos que participar todos. Por eso debemos iniciarlo cuanto antes, para evitar generar cicatrices emocionales a tantos niños y jóvenes desde su infancia.
P.D.: En Argentina ganó la presidencia un candidato que humilla, maltrata y agrede a sus contrincantes. Grosero, inestable emocionalmente y patán. No discute con argumentos, sino con insultos. ¿Tratará a sus opositores como a sus padres, a quienes no les habla desde hace más de una década? Es un buen momento para reiterar que no solo educamos los educadores. También lo hacen los medios, las iglesias y los políticos. Sin duda, la grave crisis económica que viven los argentinos los llevó a dar un salto al vacío. Esos saltos ponen en serio riesgo los avances de la cultura, la educación, la democracia, la salud y la ciencia.
* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)