¿Por qué es tan baja la calidad de la educación en Colombia?
Los resultados de las pruebas SABER 11 de 2021 demuestran el rotundo fracaso de la política pública en educación de Colombia. La causa de ese fracaso es que los gobiernos de las últimas décadas no han intervenido las variables de las que depende la calidad educativa.
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Los resultados de las pruebas SABER 11 de 2021 demuestran el rotundo fracaso de la política pública en educación de Colombia. La causa de ese fracaso es que los gobiernos de las últimas décadas no han intervenido las variables de las que depende la calidad educativa.
Se acaban de conocer los resultados de las pruebas SABER 11 de 2021 y estos demuestran lo que todos los estudiosos del tema sabemos desde hace mucho tiempo: la calidad de la educación en Colombia es muy baja, no ha mejorado y las brechas se han ampliado de manera preocupante en las últimas dos décadas. Dedicaré esta columna a analizar los factores que explican la baja calidad y, en la siguiente, profundizaré en las causas del crecimiento de las brechas.
Estamos ante un rotundo fracaso de la política pública en educación. La gran mayoría de los jóvenes no entiende los conceptos fundamentales de las ciencias, y mucho menos puede resolver problemas o transferirlos a otros contextos para interpretar la realidad. En Ciencias Sociales y Competencias Ciudadanas, por ejemplo, el 75% de los estudiantes permanece en los dos niveles de desempeño más bajos, no entiende el sentido y la naturaleza de la Constitución Nacional, al tiempo que menos del 3% llega al nivel 4. Prácticamente lo mismo sucede en Ciencias Naturales. Los jóvenes no aprenden a interrelacionar conceptos, leyes y teorías científicas con la información presentada. En sentido estricto, no aprenden a leer o escribir de manera crítica y coherente, y tampoco a interpretar la realidad o argumentar sus ideas. Los gobiernos que han orientado la política educativa en las últimas dos décadas han tratado de ocultar los resultados y sus notables equivocaciones, pero son evidentes para cualquier conocedor del tema.
Exceptuando un breve periodo entre 2012 y 2016, en las dos últimas décadas la calidad de la educación se ha estancado. Durante el primer periodo presidencial de Juan Manuel Santos se adoptaron algunas medidas importantes para acompañar a los docentes que trabajan con niños y jóvenes en los colegios más abandonados del país. Esto se vio reflejado tanto en las pruebas nacionales como en las internacionales.
La ministra María Fernanda Campo implementó el Programa Todos a Aprender (PTA), una estrategia bien pensada para mejorar la calidad de la educación en los colegios que atienden a los niños de los lugares más olvidados de Colombia. Se acompañó a los maestros, se dotó de textos a los niños, se hizo formación in situ y en cascada y se privilegiaron competencias en lectura y matemáticas. Salvo ese programa, que se vio muy debilitado una vez inició el segundo periodo del presidente Santos, es muy poco lo que se ha hecho en el país para mejorar la calidad de la educación en los últimos veinte años.
Lo anterior es fácil de demostrar si tenemos en cuenta que las variables más asociadas a la calidad no han sido intervenidas por la política educativa: lineamientos curriculares, selección y formación de maestros, educación inicial, estructura institucional, trabajo en equipo y clima de aula.
Primero. El currículo en Colombia es una clara expresión de la vigencia de los modelos pedagógicos más tradicionales, que buscan transmitir miles de datos a los estudiantes. Dicho de otra manera, el currículo en el país está más perdido que los 70.000 millones que les quitaron a los niños campesinos a quienes se le violó el derecho a la educación porque, en plena pandemia, nunca llegaron los recursos para garantizarles la conectividad. Los estudiantes en los colegios ven hasta quince asignaturas por grado, con contenidos impertinentes, totalmente fragmentados y descontextualizados, sin nexo alguno entre un área y otra.
El mundo marcha en la dirección contraria. En Finlandia, por ejemplo, han eliminado las asignaturas para que los estudiantes trabajen por proyectos y fortalezcan las competencias fundamentales. En España, la nueva reforma curricular en curso desde 2021 seleccionó los aprendizajes esenciales a trabajar. Y, para señalar un caso colombiano, cuando Tunja adoptó una profunda reforma curricular en 2010, se convirtió en la capital con mejores resultados del país, lugar que todavía conserva. Formó a sus maestros para que ellos pudieran enseñar a pensar, comunicarse y convivir. Pero en Colombia, el Congreso –que por lo general no tiene idea de educación–, ha ido aumentando el número de asignaturas, y con el Ministerio de Educación Nacional (MEN) han diseñado un verdadero desastre curricular. Como puede entenderse, los docentes no tienen injerencia en este ámbito.
Segundo. Entre 2012 y 2021, los egresados de las facultades de educación han obtenido sistemáticamente los peores resultados en lectura y razonamiento numérico entre los egresados de todos los programas del país. Esto quiere decir que, si no hacemos cambios estructurales, el problema de la baja calidad seguirá agravándose en los próximos años. Haciendo grandes esfuerzos, la mitad de los docentes han cursado maestrías. Sin embargo, eso no ha tenido impacto en la calidad educativa en los colegios. En la educación básica necesitamos enseñar a pensar, comunicarnos y convivir, y eso no es lo que se enseña, por lo general, ni en las licenciaturas ni en las maestrías de educación. Necesitamos replantear por completo el sistema de formación de docentes. Es cierto que FECODE ha impedido que se evalúe a los docentes de manera que se pueda cualificar el proceso educativo, pero en lo que tiene que ver con la selección y la formación de los profesores, una vez más, la competencia es exclusiva del MEN.
Tercero. Colombia está muy atrás de América Latina en educación inicial. Según reciente informe del Banco Mundial, en 2020 el ICBF brindó educación a tan solo el 36% de los niños menores de 5 años. Todos ellos pertenecían a estratos 1, 2 y 3. Razón tenía James Heckman, premio nobel de Economía del año 2000, al concluir que la educación inicial era la mejor inversión de un gobierno democrático. En Colombia, por el contrario, hemos descuidado mucho esta crucial inversión. Lo hacemos por algo que he dicho en otro momento: los menores de cinco años no salen a marchar a las calles y no votan. Seguimos en deuda con los niños más pequeños y, de nuevo, la inversión y las características de la educación están a cargo del MEN en asocio con otras entidades, pero los maestros no tienen ninguna incidencia sobre ellas.
Cuarto. La estructura del sistema educativo está desarticulada: la básica no tiene que ver con la superior o con la inicial, y el SENA por lo general está desligado y a cargo de políticos cercanos al gobierno. En las instituciones educativas pasa algo análogo: el rector está dedicado a tareas administrativas y la institución está organizada por grados independientes y desarticulados. Estos tres problemas serían fáciles de resolver si la política pública estuviera asesorada por pedagogos y no respondiera a las mismas cuotas políticas de siempre. Bogotá, por ejemplo, avanzó sensiblemente al respecto cuando organizó una estructura institucional por ciclos de desarrollo en 2007. Eso se pudo realizar cuando fue secretario Abel Rodríguez Céspedes, el recordado maestro y expresidente de FECODE. Al hacerlo, mejoró el trabajo en equipo, el liderazgo pedagógico y la calidad educativa. Esto quiere decir que sí se puede, pero que ha faltado voluntad en la clase política colombiana.
Quinto. No hay duda, en Colombia necesitamos impulsar una transformación estructural del sistema educativo. Pero eso solo será posible si entendemos las causas de la baja calidad, y el partido de gobierno ha dado demasiadas evidencias de no reconocerlas. Es así como múltiples de sus voceros han propuesto acabar FECODE para resolver el problema de la calidad de la educación, tratando de hacerle creer a la población que la causa de la bajísima calidad son los docentes y no quienes han tomado todas las decisiones de política educativa en el país.
A diario el partido de gobierno denigra y estigmatiza a los docentes colombianos. Los maltrata, los humilla y los persigue. Y, al hacerlo, han logrado algo casi impensable: anularon la esperanza de los maestros. Es por eso que nuestros profesores trabajan con la convicción de que en Colombia es imposible mejorar la educación. Ellos están muy equivocados en eso, pero, una vez más, se equivoca el partido de gobierno en su estrategia, porque todas las reformas exitosas en el mundo han sido realizadas con los maestros, maestras, rectores y rectoras. En Colombia, han intentado hacer una reforma educativa contra los maestros. También por eso es que no hemos mejorado la calidad de la educación.
En Europa ha sido la socialdemocracia la que ha construido una educación pública de altísima calidad. La pregunta es ¿quién construirá en Colombia una educación pública robusta, innovadora, transformadora y de muy alta calidad? Ya sabemos que el partido de gobierno en las últimas dos décadas no pudo hacerlo.
P.D.: El DANE informó la semana pasada un dato escandaloso: ¡aumentaron en 31% los partos en niñas menores de 14 años durante el tercer trimestre de 2021! El abuso y la violación frustran sus proyectos y aumentan la pobreza, la deserción escolar y la tristeza. De manera muy irresponsable, miembros del partido de gobierno culparon a FECODE. Cualquier estudioso del tema sabe que los embarazos infantiles reflejan el autoritarismo dominante en la sociedad y las familias colombianas, la pobreza y el bajo nivel cultural en los padres, la ausencia de educación sexual y ética en los jóvenes, el abandono de la niñez, la subvaloración de la mujer y la carencia de oportunidades, entre muchos otros factores. Como puede verse, el Centro Democrático tampoco ha estudiado este tema.
Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)