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Atalaya

Aprender de África IV: la reina del Hoggar 


Julián López de Mesa Samudio
15 de agosto de 2024 - 05:05 a. m.

“Un pueblo misterioso, alto, recto y esbelto, que se considera la mayor de todas las razas, similares a los egipcios representados en las antiguas tumbas de los faraones”. Así describía Byron Khun de Prorok, quien excavó la tumba de Tin Hanan en 1925, a los tuaregs cuyos dominios se extienden desde el macizo del Hoggar, al suroeste de Argelia, hasta Mali, donde el desierto se convierte en sabana.

A los tuaregs se les conoce como los “hombres azules del desierto” por el color azul tornasolado que va manchando sus pieles debido al pigmento índigo de muchos de sus textiles y al ungüento color añil que utilizan para protegerse de las inclemencias del Sahara, océano de arena que sus caravanas han surcado desde hace casi dos milenios, siendo vitales para el comercio de la sal y el oro y, sobre todo, para la difusión del islam en el África subsahariana.

La prédica de Mahoma penetró hondamente en el espíritu del pueblo tuareg desde la primera oleada de expansión musulmana hacia el norte de África, en las postrimerías del siglo VII E. C. Sin embargo, las tradiciones tuareg datan de épocas muy anteriores al árabe de los letrados, en la era en la que el tamasheq, la lengua tuareg, no se escribía, sino que se sólo se hablaba o se cantaba —como aún ocurre— alrededor de las fogatas de los campamentos en las gélidas noches desérticas. Canciones que hablan de la vida en el Sahara, del amor y del desamor, de la vida en libertad tan valorada por ese pueblo indómito que no reconoce las fronteras contemporáneas. Muchas de esas canciones son loas dedicadas a Tin Hinan, la reina del Hoggar, madre de todos los tuaregs y símbolo máximo de la independencia y la identidad de los hombres azules.

Aunque por mucho tiempo se creyó que Tin Hanan era una figura mitológica, por siglos quienes se consideraban sus hijos veneraron a la Reina de las Tiendas —como literalmente se traduce su nombre— en un gran montículo en el Hoggar donde se decía que estaba su sepulcro. Fue un aventurero, charlatán y profanador de tumbas, Byron Khun de Prorok, quien en 1925 y con ayuda del ejército colonial francés “descubrió” que bajo el montículo había una tumba real donde yacía enterrada una mujer con todos los honores y la riqueza de su jerarquía. El hallazgo de monedas con la efigie de Constantino I de Roma confirmó que las canciones eran ciertas: Tin Hanan, la Reina del Hoggar, la madre de los tuaregs no sólo había existido, sino que su legado comenzaba por lo menos en el siglo IV E. C.

En la sociedad tuareg las mujeres musulmanas no usan el velo, mientras que los hombres sí. Ellas pueden tener varios compañeros antes del matrimonio y una vez casadas pueden iniciar los procesos que llevan al divorcio y, al divorciarse —lo cual no es un estigma—, mantienen todas sus posesiones, incluyendo a los hijos y la tienda, mientras que los hombres se mudan de la casa para retornar al hogar materno. Al ser una sociedad matriarcal desde los tiempos de la Reina del Hoggar, las mujeres tuareg son determinantes en las discusiones políticas ya que los hombres consultan con sus esposas y madres antes de tomar decisiones.

Por esto el islam practicado por ellos es muy peculiar y diferente a la vivencia islámica en el resto del mundo. Se puede decir que es uno de muchos casos de “africanización del islam” (religiosidades matizadas y profundamente permeadas por tradiciones africanas anteriores a la adopción del mismo islam). En el caso de los tuaregs, la influencia matrilineal preislámica, la herencia de Tin Hanan, se mantuvo, adaptándose y transformando de paso el islam de las gentes del Sahara. Si los hombres azules son avezados, corajudos y furiosamente independientes, esto lo han aprendido de sus mujeres quienes han sido las encargadas de mantener las tradiciones y de liderar a estos indomables trashumantes de las arenas.

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Alberto(3788)15 de agosto de 2024 - 10:04 p. m.
Muy interesante. Desconocía lo expuesto. Gracias.
Ruben(8600)15 de agosto de 2024 - 07:08 p. m.
Seria muy ueno tener esta version del Islam en todas las partes del mundo musulman. El mundo seria un poco menos peor de lo que es. Excelente columna
Melmalo(21794)15 de agosto de 2024 - 07:00 p. m.
Muy interesante historia.
Alicia(96078)15 de agosto de 2024 - 06:51 p. m.
Gran por compartir tan bella historia
Elcy(11109)15 de agosto de 2024 - 03:51 p. m.
Muy bello escrito. Gracias
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