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Atalaya

Aprender de África V: Amadou Bamba, la resistencia del espíritu

Julián López de Mesa Samudio
05 de septiembre de 2024 - 05:00 a. m.

El referente casi universal de la no-violencia como herramienta de resistencia contra la opresión y la injusticia es Gandhi. Empero, en África Occidental hubo otro hombre excepcional que llevó la doctrina de la no-violencia a un extremo que ni el padre de la India contemporánea quizás pudo vislumbrar y que hoy, a casi cien años de su muerte, tiene millones de seguidores alrededor del mundo: Amadou Bamba.

Nacido en la población de Mbecke, Senegal, a mediados del siglo XIX, Amadou Bamba era hijo de un jurisconsulto y maestro sufí preeminente en la región (el sufismo es el misticismo islámico) y desde muy chico demostró una devoción profunda por el islam y una pasión sin medida por aprender. Pronto sus talentos fueron notados y su personalidad carismática afloró. Se dice que sin haber cumplido los doce años ya tenía seguidores y que, poco tiempo después, incluso su padre se convirtió en su discípulo.

Mientras se hacía adulto fue testigo de los fracasos de los revolucionarios musulmanes Samory Touré, El-Hajj Umar Tall y otros yihadistas quienes constituyeron grandes ejércitos para luchar en contra del dominio colonial francés en Senegal durante los últimos decenios del siglo XIX. A finales de aquel siglo, Amadou Bamba creó su propia cofradía religiosa en la tradición del sufismo islámico. Los murid, como se llaman, se contaban ya por miles a la vuelta del siglo XX. Es en este momento que Bamba entra en el radar de las autoridades francesas quienes ven con mucha sospecha a este santo sufí cuyos seguidores no paran de crecer. Ante su negativa de asistir “voluntariamente” a declarar ante las autoridades coloniales es forzado a comparecer a un juicio sumario. Sin ningún motivo, Amadou Bamba es condenado al exilio en 1895. Siete años pasa en Gabón, otros cinco en Mauritania y, cuando se le permite regresar a Senegal, se le mantiene estrechamente vigilado en una suerte de arresto domiciliario hasta su muerte en Diourbel en 1927.

Durante el exilio del santo el número de sus seguidores siguió aumentando: de miles pasaron a cientos de miles en las primeras décadas del siglo XX. Su prédica era muy sencilla: nunca se debía usar la violencia, de ningún tipo, en contra de los invasores; los fieles a Bamba debían acomodarse a la colonia francesa y tratar de insertarse en sus dinámicas económicas y políticas. La resistencia ante la opresión debía ser solo espiritual, moral. Los franceses podían dominar casi todo, pero jamás el espíritu y los espacios muridí de culto y reunión donde el creyente trascendía la dominación colonial y, con otros como él, celebraba el islam y a la comunidad musulmana. Allí, al espacio murid, no entraban los franceses.

Después de la Primera Guerra Mundial la economía de la colonia francesa en Senegal se robusteció notablemente gracias al influjo de Bamba y su prédica del trabajo. Los murid no solo trabajaban a gusto en los campos de maní, sino que fueron estimulados por el maestro para crear cooperativas propias, lo que les trajo prosperidad a la cofradía y a sus fieles. Entretanto, Amadou Bamba se alejaba cada vez más del poder colonial, lo que con el tiempo lo elevó a los ojos de los propios colonialistas franceses quienes incluso intentaron honrarlo. Pero Bamba rechazó sus regalos e invitaciones Si bien no se manifestó en contra de la autoridad francesa sobre Senegal, Bamba jamás la aceptó ni pronuncio nunca una sola palabra en la lengua colonial (siempre usaba traductor en sus escasos intercambios con los franceses a pesar de que es casi seguro que conocía el idioma). En 1918 declinó la Legión de Honor, máximo reconocimiento otorgado por Francia, sin dar explicación alguna.

Al final de sus días Bamba era alabado como un santo viviente. Hoy los murid se cuentan por millones alrededor del mundo y por doquier en las viejas capitales metropolitanas celebran el día de Amadou Bamba Mbecke, adalid de la no-violencia cuyo espíritu el poder colonial nunca pudo someter.

@Los_Atalayas

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Alberto(3788)05 de septiembre de 2024 - 11:31 p. m.
Gracias.
Álamo(88990)05 de septiembre de 2024 - 09:56 p. m.
Gracias por ese homenaje. Cuánto necesitamos de esa sabiduría.
Melmalo(21794)05 de septiembre de 2024 - 04:47 p. m.
Gran lider.
Celyceron(11609)05 de septiembre de 2024 - 11:17 a. m.
Gracias por su columna, señor López de Mesa.
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