Colombia, ¿en víspera de una nueva ola migratoria?
Julio Borges
La situación de Venezuela tiende a empeorar en la medida en que Nicolás Maduro se aferra del poder y en que la comunidad internacional no presiona con la suficiente fuerza para desalojarlo. La migración aún es una bomba de tiempo para la región, y especialmente para Colombia, ya que si el 10 de enero no se concreta la transferencia de mando y Maduro no le cede el poder a Edmundo González como corresponde, la dinámica migratoria puede tomar un rumbo voraz, vertiginoso y sumamente desafiante para todos, pero especialmente para los migrantes venezolanos.
Hace unos días, se publicó en los medios de Colombia que el Gobierno de Gustavo Petro prepara una nueva visa para acoger a los venezolanos, pero en este caso con inmensas restricciones para quienes decidan quedarse en el país vecino. Muchas preguntas surgen sobre esta nueva visa, lo primero es ¿por qué no extender los beneficios del Permiso de Protección Temporal que gestionó el gobierno del presidente Iván Duque? ¿Por qué caminar hacia una política migratoria con restricciones para los venezolanos que no tienen ingresos para pagar una visa o que no cuentan con requisitos de documentación que se exigen? ¿Por qué no pensar en que el objetivo es la regularización del fenómeno? ¿Por qué nuevamente se ataca la consecuencia y no la causa?
Esto que recién anuncio lo ato directamente con un informe del DANE que recién salió sobre la migración. Allí pude acotejar datos interesantes que reflejan el drama migratorio en Colombia, así como la necesidad de avanzar por un lado hacia la regularización y por otro hacia una política de presión sobre la dictadura. Entre los datos de la encuesta del DANE me gustaría destacar tres datos principalmente: casi 30 % de la población migrante no tiene un documento de regularización migratoria, lo cual ejemplifica que hay un universo gigantesco de personas que están en Colombia y no se sabe dónde están, qué están haciendo y cómo están aportando a la sociedad colombiana. El 78 % de los que están actualmente trabajando solo cuentan con contrato verbal. El 48,5 % de los migrantes reportó que la principal dificultad para encontrar empleo es no contar con la documentación necesaria.
Son cifras que reflejan muy claramente que una nueva visa restrictiva no va a solucionar el problema de fondo de falta de regularización, inclusión y protección migratoria. Muy por el contrario, a lo que viene esta política es a encasillar a los venezolanos, complejizando más la situación de quienes huyen de un régimen tiránico como el de Nicolás Maduro. Ya se ha demostrado con data robusta que la migración venezolana tiene inmensos beneficios para la economía colombiana. De acuerdo con el estudio, el aporte fiscal de la migración venezolana para Colombia en 2022 equivalió al 1,91 % de la recaudación total.
Desconocer el fenómeno migratorio no va a contribuir a solventar el drama. Las perspectivas indican que, de no construirse un proceso de cambio de aquí a enero del 2025, la migración va a llegar a niveles sumamente alarmantes. Las encuestas más conservadoras que miden la disposición a emigrar de los ciudadanos reflejan que entre 20 % y 30 % de los venezolanos saldría del país si no se concreta el cambio político el próximo año.
En tal sentido, el Gobierno del presidente Gustavo Petro debería estar liderando un proceso de articulación y presión internacional para hacerle entender al dictador Nicolás Maduro que, por su propio bien, lo mejor es que respete la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 28J y encauce una negociación política que conduzca a una transferencia de poder ordenada.
Han pasado dos meses y Maduro no ha enseñado tan solo un acta de escrutinio, razón por la que resulta ya una aberración política seguirle pidiendo que pruebe el resultado o de lo contrario no reconocerán el resultado. Lo que han debido hacer tanto Colombia como Brasil es pasar esa página y ordenar el proceso para que se generen las condiciones que permitan una transición democrática, tal y como exige toda Venezuela y la comunidad internacional.
Si el próximo enero no se concreta la transferencia de poder como manda la Constitución y Maduro decide aferrarse en el mando a la fuerza, con el apoyo de una cúpula militar podrida y Rusia, China, Cuba e Irán, estaremos a las puertas de una crisis migratoria mayor y de desestabilización para la región, no por los migrantes, sino por las redes de trata y delincuencia que sacan provecho de la vulnerabilidad de las personas que escapan de Maduro, ya que muchos de los males que hoy arropan a América Latina como el crimen organizado se van a profundizar en víspera de una dictadura consolidada en Venezuela. ¿Qué hará Colombia frente al robo de Maduro?
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La situación de Venezuela tiende a empeorar en la medida en que Nicolás Maduro se aferra del poder y en que la comunidad internacional no presiona con la suficiente fuerza para desalojarlo. La migración aún es una bomba de tiempo para la región, y especialmente para Colombia, ya que si el 10 de enero no se concreta la transferencia de mando y Maduro no le cede el poder a Edmundo González como corresponde, la dinámica migratoria puede tomar un rumbo voraz, vertiginoso y sumamente desafiante para todos, pero especialmente para los migrantes venezolanos.
Hace unos días, se publicó en los medios de Colombia que el Gobierno de Gustavo Petro prepara una nueva visa para acoger a los venezolanos, pero en este caso con inmensas restricciones para quienes decidan quedarse en el país vecino. Muchas preguntas surgen sobre esta nueva visa, lo primero es ¿por qué no extender los beneficios del Permiso de Protección Temporal que gestionó el gobierno del presidente Iván Duque? ¿Por qué caminar hacia una política migratoria con restricciones para los venezolanos que no tienen ingresos para pagar una visa o que no cuentan con requisitos de documentación que se exigen? ¿Por qué no pensar en que el objetivo es la regularización del fenómeno? ¿Por qué nuevamente se ataca la consecuencia y no la causa?
Esto que recién anuncio lo ato directamente con un informe del DANE que recién salió sobre la migración. Allí pude acotejar datos interesantes que reflejan el drama migratorio en Colombia, así como la necesidad de avanzar por un lado hacia la regularización y por otro hacia una política de presión sobre la dictadura. Entre los datos de la encuesta del DANE me gustaría destacar tres datos principalmente: casi 30 % de la población migrante no tiene un documento de regularización migratoria, lo cual ejemplifica que hay un universo gigantesco de personas que están en Colombia y no se sabe dónde están, qué están haciendo y cómo están aportando a la sociedad colombiana. El 78 % de los que están actualmente trabajando solo cuentan con contrato verbal. El 48,5 % de los migrantes reportó que la principal dificultad para encontrar empleo es no contar con la documentación necesaria.
Son cifras que reflejan muy claramente que una nueva visa restrictiva no va a solucionar el problema de fondo de falta de regularización, inclusión y protección migratoria. Muy por el contrario, a lo que viene esta política es a encasillar a los venezolanos, complejizando más la situación de quienes huyen de un régimen tiránico como el de Nicolás Maduro. Ya se ha demostrado con data robusta que la migración venezolana tiene inmensos beneficios para la economía colombiana. De acuerdo con el estudio, el aporte fiscal de la migración venezolana para Colombia en 2022 equivalió al 1,91 % de la recaudación total.
Desconocer el fenómeno migratorio no va a contribuir a solventar el drama. Las perspectivas indican que, de no construirse un proceso de cambio de aquí a enero del 2025, la migración va a llegar a niveles sumamente alarmantes. Las encuestas más conservadoras que miden la disposición a emigrar de los ciudadanos reflejan que entre 20 % y 30 % de los venezolanos saldría del país si no se concreta el cambio político el próximo año.
En tal sentido, el Gobierno del presidente Gustavo Petro debería estar liderando un proceso de articulación y presión internacional para hacerle entender al dictador Nicolás Maduro que, por su propio bien, lo mejor es que respete la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 28J y encauce una negociación política que conduzca a una transferencia de poder ordenada.
Han pasado dos meses y Maduro no ha enseñado tan solo un acta de escrutinio, razón por la que resulta ya una aberración política seguirle pidiendo que pruebe el resultado o de lo contrario no reconocerán el resultado. Lo que han debido hacer tanto Colombia como Brasil es pasar esa página y ordenar el proceso para que se generen las condiciones que permitan una transición democrática, tal y como exige toda Venezuela y la comunidad internacional.
Si el próximo enero no se concreta la transferencia de poder como manda la Constitución y Maduro decide aferrarse en el mando a la fuerza, con el apoyo de una cúpula militar podrida y Rusia, China, Cuba e Irán, estaremos a las puertas de una crisis migratoria mayor y de desestabilización para la región, no por los migrantes, sino por las redes de trata y delincuencia que sacan provecho de la vulnerabilidad de las personas que escapan de Maduro, ya que muchos de los males que hoy arropan a América Latina como el crimen organizado se van a profundizar en víspera de una dictadura consolidada en Venezuela. ¿Qué hará Colombia frente al robo de Maduro?
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