Me llamó la atención cómo la vicepresidenta de Colombia, en un viaje a La Habana, se desbordó en elogios hacia el sistema de salud cubano. Su euforia la llevó a decir incluso que es precisamente ese modelo el que quieren replicar en Colombia.
Existe una especie de romanticismo de la izquierda democrática de la región con el proyecto totalitario cubano y con todo lo que este representa. Es como si ese sistema, que ha regido durante más de 60 años y ha sometido a millones de personas a la pesadilla de la persecución política, el exilio, la deshumanización y el paredón de fusilamiento, les apagara la memoria a más de uno. Es como si todos los movimientos progresistas de América Latina se creyeran hijos de la revolución cubana. No se atreven a deslindarse, ni a cuestionar las masivas violaciones a los derechos humanos en la isla y, mucho menos, que Cuba sea un centro de conspiración contra la democracia en América.
Una de las frivolidades más valoradas del modelo cubano por los dirigentes de la izquierda democrática es precisamente el sistema de salud de la isla. La gran mayoría experimenta una especie de idilio con las misiones médicas cubanas, las cuales se envían al exterior como una prueba de una supuesta solidaridad y sentido de hermandad de La Habana. Sin embargo, a muchos les cuesta preguntarse si de verdad es un sistema altruista y misericordioso, o si lo que hay detrás es un brazo más del proyecto totalitarista; si de verdad es un ejemplo de desarrollo científico o es una caja de pandora.
Empecemos por lo más obvio. Hay innumerables denuncias sobre la esclavitud a la que son sometidos los médicos cubanos que son enviados al mundo. Como es conocido, los médicos viajan a sus misiones una vez que Cuba firma con algún Estado un programa de cooperación. Según un informe de la organización Cuban Prisoners Defenders (CDP), quienes participan como galenos en estas misiones apenas reciben entre 10 y el 25 % del salario que pagan los países, el resto es otorgado al régimen de La Habana. En algunas ocasiones una parte del salario es depositado en Cuba y el médico solo puede acceder a ella si regresa a la isla.
A los médicos cuando los reclutan no les dicen a dónde van, ni cuánto van a cobrar por su trabajo. Se les hace firmar un documento de compromiso donde se les advierte que si abandonan el programa y no regresan a la isla, el gobierno cubano podría revocar sus licencias médicas, tomar represalias contra su familia en Cuba y hasta demandarlos penalmente.
Cuban Prisoners Defenders (CDP) también realizó una encuesta entre los médicos que habían desertado, y encontró que 41 % de los encuestados dijo que un funcionario cubano le retiró el pasaporte a su llegada al país anfitrión. Por su parte, 91 % sostuvo que había sido vigilado por agentes de seguridad cubanos en su trabajo.
Los jefes de la misión suelen ser agentes de inteligencia del régimen, que ejercen la autoridad de forma despótica y cometen recurrentemente abusos de poder. Se han recogido denuncias sobre cómo estos funcionarios utilizan su influencia para obtener prebendas o incluso favores sexuales de los médicos. Hay mujeres que son llevadas como esclavas sexuales a otros países, se les obliga a salir con hombres adinerados o que son de interés político, y si se niegan a cumplir con las directrices, se exponen a sufrir sanciones.
Este clima de vigilancia, control y explotación conduce a que se produzcan deserciones masivas por parte de los médicos. En Venezuela fuimos testigos de cómo muchos médicos tiraron la toalla, colgaron los guantes y se escaparon. Fue Colombia precisamente uno de los destinos provisionales de los desertores que huían de territorio venezolano. De hecho, el año pasado fue viral la noticia sobre 17 médicos cubanos que habían sido capturados por los servicios de inteligencia venezolanos cuando se disponían a cruzar la frontera con Colombia.
Pero en Venezuela también presenciamos que buena parte de los médicos cubanos no estaban lo suficientemente calificados para desarrollar sus funciones. Más de uno llegó a confesar que los equipos con los que estudiaron medicina en Cuba eran anticuados y no se asemejaban prácticamente en nada con los que se encontraban en los lugares de destinos a los que iban.
De manera que estamos hablando del peor sistema de esclavitud moderna. Y lo que es insólito y tomado por los pelos es que este se ha desarrollado y consolidado con el apoyo de quienes se consideran defensores a ultranza de los derechos humanos. Los médicos cubanos son esclavos y la medicina de Cuba es una gran estafa, que a través de la propaganda la han convertido en una especie de gesta heroica, cuando la verdad es que no es más que un mar de sufrimiento humano. A la sombra de la medicina cubana hay miles de víctimas, víctimas de vejámenes, atropellos e improperios de todo tipo. Víctimas que sufren a costa de un sistema parasitario que se financia de su trabajo. Se estima que las misiones médicas les entregan a las arcas del régimen entre 8.000 y 10.000 millones de dólares anuales.
En Venezuela se desmanteló el sistema público de salud para sostener financieramente este modelo de explotación cubano. Los recursos que debieron ir a los hospitales y centros de salud tomaron como rumbo la hacienda de los opresores de La Habana. El resultado de esto no es otro que la ruina en la que está el sistema de salud venezolano, donde en algunos casos no hay insumos básicos como jeringas, oxígeno, camillas, calmantes y demás elementos. Por eso, muchos venezolanos se ven obligados a cruzar la frontera con Colombia para buscar la atención médica mínima que no encuentran en el país.
El mundo debe entender de una vez por todas que la dictadura cubana se sostiene como base en un modelo parasitario, explotando personas, pero también países. Venezuela es el mejor ejemplo, nuestro país fue ocupado por personeros de La Habana, que disfrazaron de buenas intenciones sus malévolos planes de ponerle las manos al tesoro nacional. Hoy los venezolanos no luchamos solo contra Maduro, luchamos también contra el sistema cubano y todo lo que este significa.
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Me llamó la atención cómo la vicepresidenta de Colombia, en un viaje a La Habana, se desbordó en elogios hacia el sistema de salud cubano. Su euforia la llevó a decir incluso que es precisamente ese modelo el que quieren replicar en Colombia.
Existe una especie de romanticismo de la izquierda democrática de la región con el proyecto totalitario cubano y con todo lo que este representa. Es como si ese sistema, que ha regido durante más de 60 años y ha sometido a millones de personas a la pesadilla de la persecución política, el exilio, la deshumanización y el paredón de fusilamiento, les apagara la memoria a más de uno. Es como si todos los movimientos progresistas de América Latina se creyeran hijos de la revolución cubana. No se atreven a deslindarse, ni a cuestionar las masivas violaciones a los derechos humanos en la isla y, mucho menos, que Cuba sea un centro de conspiración contra la democracia en América.
Una de las frivolidades más valoradas del modelo cubano por los dirigentes de la izquierda democrática es precisamente el sistema de salud de la isla. La gran mayoría experimenta una especie de idilio con las misiones médicas cubanas, las cuales se envían al exterior como una prueba de una supuesta solidaridad y sentido de hermandad de La Habana. Sin embargo, a muchos les cuesta preguntarse si de verdad es un sistema altruista y misericordioso, o si lo que hay detrás es un brazo más del proyecto totalitarista; si de verdad es un ejemplo de desarrollo científico o es una caja de pandora.
Empecemos por lo más obvio. Hay innumerables denuncias sobre la esclavitud a la que son sometidos los médicos cubanos que son enviados al mundo. Como es conocido, los médicos viajan a sus misiones una vez que Cuba firma con algún Estado un programa de cooperación. Según un informe de la organización Cuban Prisoners Defenders (CDP), quienes participan como galenos en estas misiones apenas reciben entre 10 y el 25 % del salario que pagan los países, el resto es otorgado al régimen de La Habana. En algunas ocasiones una parte del salario es depositado en Cuba y el médico solo puede acceder a ella si regresa a la isla.
A los médicos cuando los reclutan no les dicen a dónde van, ni cuánto van a cobrar por su trabajo. Se les hace firmar un documento de compromiso donde se les advierte que si abandonan el programa y no regresan a la isla, el gobierno cubano podría revocar sus licencias médicas, tomar represalias contra su familia en Cuba y hasta demandarlos penalmente.
Cuban Prisoners Defenders (CDP) también realizó una encuesta entre los médicos que habían desertado, y encontró que 41 % de los encuestados dijo que un funcionario cubano le retiró el pasaporte a su llegada al país anfitrión. Por su parte, 91 % sostuvo que había sido vigilado por agentes de seguridad cubanos en su trabajo.
Los jefes de la misión suelen ser agentes de inteligencia del régimen, que ejercen la autoridad de forma despótica y cometen recurrentemente abusos de poder. Se han recogido denuncias sobre cómo estos funcionarios utilizan su influencia para obtener prebendas o incluso favores sexuales de los médicos. Hay mujeres que son llevadas como esclavas sexuales a otros países, se les obliga a salir con hombres adinerados o que son de interés político, y si se niegan a cumplir con las directrices, se exponen a sufrir sanciones.
Este clima de vigilancia, control y explotación conduce a que se produzcan deserciones masivas por parte de los médicos. En Venezuela fuimos testigos de cómo muchos médicos tiraron la toalla, colgaron los guantes y se escaparon. Fue Colombia precisamente uno de los destinos provisionales de los desertores que huían de territorio venezolano. De hecho, el año pasado fue viral la noticia sobre 17 médicos cubanos que habían sido capturados por los servicios de inteligencia venezolanos cuando se disponían a cruzar la frontera con Colombia.
Pero en Venezuela también presenciamos que buena parte de los médicos cubanos no estaban lo suficientemente calificados para desarrollar sus funciones. Más de uno llegó a confesar que los equipos con los que estudiaron medicina en Cuba eran anticuados y no se asemejaban prácticamente en nada con los que se encontraban en los lugares de destinos a los que iban.
De manera que estamos hablando del peor sistema de esclavitud moderna. Y lo que es insólito y tomado por los pelos es que este se ha desarrollado y consolidado con el apoyo de quienes se consideran defensores a ultranza de los derechos humanos. Los médicos cubanos son esclavos y la medicina de Cuba es una gran estafa, que a través de la propaganda la han convertido en una especie de gesta heroica, cuando la verdad es que no es más que un mar de sufrimiento humano. A la sombra de la medicina cubana hay miles de víctimas, víctimas de vejámenes, atropellos e improperios de todo tipo. Víctimas que sufren a costa de un sistema parasitario que se financia de su trabajo. Se estima que las misiones médicas les entregan a las arcas del régimen entre 8.000 y 10.000 millones de dólares anuales.
En Venezuela se desmanteló el sistema público de salud para sostener financieramente este modelo de explotación cubano. Los recursos que debieron ir a los hospitales y centros de salud tomaron como rumbo la hacienda de los opresores de La Habana. El resultado de esto no es otro que la ruina en la que está el sistema de salud venezolano, donde en algunos casos no hay insumos básicos como jeringas, oxígeno, camillas, calmantes y demás elementos. Por eso, muchos venezolanos se ven obligados a cruzar la frontera con Colombia para buscar la atención médica mínima que no encuentran en el país.
El mundo debe entender de una vez por todas que la dictadura cubana se sostiene como base en un modelo parasitario, explotando personas, pero también países. Venezuela es el mejor ejemplo, nuestro país fue ocupado por personeros de La Habana, que disfrazaron de buenas intenciones sus malévolos planes de ponerle las manos al tesoro nacional. Hoy los venezolanos no luchamos solo contra Maduro, luchamos también contra el sistema cubano y todo lo que este significa.
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