Nadie duda de la importancia cultural y ecológica de los socioecosistemas colombianos que producen la papa y el café. Boyacá y la zona cafetera han sido escenario de los más importantes procesos de conformación del país.
En los últimos años, veredas boyacenses como el Desaguadero y Tierra Negra podrían haber sido ejemplos de prosperidad rural por el aumento del área cultivada, la mejora de sus viviendas y la paz reinante desde hace varias decenas de años. Los parques temáticos alrededor de Pereira y Armenia le han dado a todo el país muestra de cómo el turismo puede ser fuente rural de ingresos, el café orgánico ha entrado a los mercados internacionales y se espera por fin una gran cosecha nacional. El trópico montañoso, tanto el frío como el caliente parecía dar pruebas de su riqueza. Difícil dudar de la sostenibilidad de dos cultivos que se han sostenido tantos años, uno desde antes de la conquista, otro desde inicios de la república.
Sin embargo, había desde hace años indicios de peligros: la continuidad de las diferencias internacionales en la productividad física, el persistente aumento en el uso de agroquímicos, la deforestación de zonas antes consideradas no aptas para los cultivos, el incremento en los desplazamientos forzados y voluntarios de las gentes más conocedoras; todo esto en el contexto del aumento de la incertidumbre climática y dentro de los cambios monetarios y los vaivenes en el comercio internacional.
Lo que está sucediendo en ambos socioecosistemas, en las veredas cafeteras y paperas, puede ser simplemente algo resultante de uno o varios complots políticos o pueden ser, como lo sugiere el ambientalista Germán Andrade, indicios del avance hacia un umbral de insostenibilidad ocasionado por múltiples factores ecológicos, económicos, sociales y culturales, umbral que en el mediano plazo puede dar lugar a transformaciones estructurales.
Desafortunadamente no es fácil predecir estos cambios, menos en cultivos que tienen tradiciones tan largas y en ecosistemas aparentemente tan productivos. Para hacer predicciones de insostenibilidad sería necesario hacer estudios interdisciplinarios y usar metodologías que apenas hoy empiezan a probarse, con muchas dificultades, como en los procesos de cambio climático. Sin embargo, la zona cafetera y Boyacá son tan importantes para el país que es aconsejable hacer un esfuerzo para estudiar con mayor profundidad lo que está sucediendo.
*Julio Carrizosa Umaña
Nadie duda de la importancia cultural y ecológica de los socioecosistemas colombianos que producen la papa y el café. Boyacá y la zona cafetera han sido escenario de los más importantes procesos de conformación del país.
En los últimos años, veredas boyacenses como el Desaguadero y Tierra Negra podrían haber sido ejemplos de prosperidad rural por el aumento del área cultivada, la mejora de sus viviendas y la paz reinante desde hace varias decenas de años. Los parques temáticos alrededor de Pereira y Armenia le han dado a todo el país muestra de cómo el turismo puede ser fuente rural de ingresos, el café orgánico ha entrado a los mercados internacionales y se espera por fin una gran cosecha nacional. El trópico montañoso, tanto el frío como el caliente parecía dar pruebas de su riqueza. Difícil dudar de la sostenibilidad de dos cultivos que se han sostenido tantos años, uno desde antes de la conquista, otro desde inicios de la república.
Sin embargo, había desde hace años indicios de peligros: la continuidad de las diferencias internacionales en la productividad física, el persistente aumento en el uso de agroquímicos, la deforestación de zonas antes consideradas no aptas para los cultivos, el incremento en los desplazamientos forzados y voluntarios de las gentes más conocedoras; todo esto en el contexto del aumento de la incertidumbre climática y dentro de los cambios monetarios y los vaivenes en el comercio internacional.
Lo que está sucediendo en ambos socioecosistemas, en las veredas cafeteras y paperas, puede ser simplemente algo resultante de uno o varios complots políticos o pueden ser, como lo sugiere el ambientalista Germán Andrade, indicios del avance hacia un umbral de insostenibilidad ocasionado por múltiples factores ecológicos, económicos, sociales y culturales, umbral que en el mediano plazo puede dar lugar a transformaciones estructurales.
Desafortunadamente no es fácil predecir estos cambios, menos en cultivos que tienen tradiciones tan largas y en ecosistemas aparentemente tan productivos. Para hacer predicciones de insostenibilidad sería necesario hacer estudios interdisciplinarios y usar metodologías que apenas hoy empiezan a probarse, con muchas dificultades, como en los procesos de cambio climático. Sin embargo, la zona cafetera y Boyacá son tan importantes para el país que es aconsejable hacer un esfuerzo para estudiar con mayor profundidad lo que está sucediendo.
*Julio Carrizosa Umaña