Los papas mueren dos veces, primero como cualquier mortal y luego como papas: el médico sale de la habitación, entra el camarlengo, llama al papa tres veces por su nombre de pila, luego le da tres martillazos en la frente, le susurra “vuelves al polvo” y quiebra el sello papal. Solo entonces el papa está oficialmente muerto.
Este ritual se ha cumplido durante siglos y se le aplicó también a Benedicto XVI porque no hay protocolos específicos para papas “eméritos” ni es algo que se pueda improvisar en unos cuantos años.
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