Kafka sabía imaginar lo inimaginable y lo escribía con el pulso de un artista del detalle. Recordemos dos momentos del cuento La construcción de la muralla china.
El señor K nos cuenta que en todos los pueblos de la China los niños construían murallas a escala. Era parte del pénsum de los oficios de las escuelas porque de allí salían los futuros oficiales, ingenieros y maestros de la gran obra nacional. “Cuando la murallita estaba lista, llegaba el maestro, se remangaba, la destruía de un empellón y nos gritaba tales reproches que huíamos llorando a refugiarnos tras nuestros padres”. Un episodio así, mínimo y pedagógico,...