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Está fresquito en librerías Nexus, el nuevo metarrelato de Yuval Noah Harari que repasa la historia de las redes de información desde el paleolítico hasta la inteligencia artificial (sí, nuestros abuelos homínidos también tejían redes sociales).
Harari saltó a la fama en 2014. De animales a dioses es un repensamiento de los últimos setenta milenios y está pautado por tres momentos clave: la revolución cognitiva que tuvo lugar hace 70 mil años (tumbas, arte, comercio, estructuras sociales y herramientas finas, como la aguja); la revolución agrícola que empezó hace 12 mil años y ha sido una catástrofe biológica si comparamos el impacto ambiental del sedentarismo con la sostenibilidad ecológica del nomadismo; y la revolución científica, que cuenta apenas unos 400 años, si entendemos lo científico en un sentido físico-matemático, como los trabajos de Galileo.
En el 2015, Harari publicó Homo Deus con la mejor portada de la historia del diseño gráfico: una huella dactilar formada con las líneas quebradas de los circuitos integrados. El libro sostiene que el hombre ya es un dios: las hambrunas están superadas, la gente muere más por hartazgo que por hambre, más por accidentes que por hechos violentos, y las grandes guerras y los multitudinarios batallones han quedado atrás. También la vejez tiene sus días contados: el proyecto Calico de Google suma la ingeniería genética y el transhumanismo para derrotar el envejecimiento y garantizarnos la inmortalidad a todos… o al menos a los muy ricos.
Para su desgracia, en enero de 2020, se desató la pandemia; en febrero de 2022, empezó la guerra en Ucrania; en octubre de 2023, ardió Gaza y todas las optimistas profecías del profesor Harari se volvieron chicuca. Con todo, este suertudo profesor no ha perdido una sílaba de su prestigio.
Nexus salió en septiembre. En el capítulo uno, «Qué es la información», Harari destroza todas las definiciones, en especial «las ingenuas», las que relacionan la información con la verdad y la sabiduría, pero al final no responde la pregunta (nos la dejó de tarea).
Hay tres afirmaciones suyas que merecen un lugar en la memoria del lector: la primera sostiene que el papel crucial del lenguaje no es la comunicación de información veraz, sino su capacidad para urdir ficciones que cohesionen la tribu o muevan el comercio: Dios, el dinero, la patria, las jerarquías, las marcas. La segunda es tierna y esencial: cuando se hable del «índice de felicidad» y del grado de civilización de una época o de una nación debemos considerar también el bienestar de los animales. La crueldad de la cría y del sacrificio de animales en las granjas industriales es algo que debe avergonzarnos como especie. La tercera es actualísima: «Si el auge de la IA plantea un peligro existencial para la humanidad, no se debe tanto a la malevolencia de los ordenadores como a nuestros propios defectos». (Nexus, página 1 del capítulo 11).
* Los metarrelatos van a caballo entre la historia y la sociología, y se ocupan de la ciencia, la religión y el arte de muchos pueblos durante largos periodos. Esta desmesura enciclopédica empezó en Occidente con Aristóteles, siguió con las Etimologías de san Isidoro y, siglos después, continuó con La enciclopedia francesa y los ensayos de H. G. Wells, Willy Durant, Gustave Flaubert, Jared Diamond, Carl Sagan, Peter Watson...
** Después de un largo silencio, y siguiendo la senda de Bouvard y Pecuchet, el mexicano Jorge Volpi está lanzando un metarrelato en clave literaria: La invención de todas las cosas, una historia de la ficción. Juan Gabriel Vásquez escribió una linda reseña en la fajilla del libro: «Solo ahora nos daremos cuenta de cuánto echábamos de menos a Volpi».