Pernicia y termodinámica

Julio César Londoño
09 de diciembre de 2023 - 02:05 a. m.
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1. El orden es un bello sueño. 2. La realidad es caótica. Corolario: al principio fue el caos, luego la cosa empeoró.

Estas duras verdades apenas necesitan demostración. Cualquiera que haya intentado organizar algo, un municipio, un país, sus hábitos, su casa o al menos la biblioteca, sabe que la empresa es imposible. Los libros no se pueden ordenar, se multiplican, como conejos, sus tamaños no encajan con la altura de los anaqueles. Además, ¿dónde ponemos la Biblia, en teología o en literatura fantástica? El Bigbang, esa “singularidad desnuda”, ese estremecimiento de la Nada en ninguna parte, quizá en t = 0, ¿es física o metafísica? Lo que hoy es ciencia ficción mañana es costumbrismo, y los agujeros negros corren el riesgo de ser un día buñuelos sepia.

Todos soñamos ser esbeltos, fieles y deportistas, pero el Demonio siempre se las ingenia para perdernos y toma formas irresistibles: el sofá, Netflix, el chocolate, el celular, la vecina. Procastinar, lo llaman hoy. Son tiempos semánticos. Elegantes. Antes decíamos “pernicia”, un vocablo con aire de señora gorda, como doña Escolástica.

Parece que no hay salida y que “el universo tiende al desorden con un entusiasmo perfectamente natural”. No es una frase de Cioran ni de Vargas Vila, es la segunda ley de la termodinámica, la entropía, y puede explicarse así: la energía se degrada de manera espontánea. Los gases se dilatan solitos, como el universo, y pierden su fuerza expansiva. Comprimirlos requiere esfuerzo, trabajo. Un día el cristal se romperá sin esfuerzo alguno, pero la probabilidad de que las astillas se agrupen solícitas y sean nuevamente vaso es casi cero. Otro ejemplo, uno más social: cuando un deportista se hace amigo de un fumador, la probabilidad de que el deportista termine fumando es catorce veces más alta que la probabilidad de que el fumador termine corriendo, saltando obstáculos o lanzando objetos.

Nota. Dije “casi cero” porque no hay imposibles en la ciencia moderna. Para decirlo en términos paradojales, la imposibilidad es un imposible fáctico, al menos en el mundo cuántico, ese adjetivo que aman los coach, los autores de superación, los astrólogos y otros sujetos que tienen problemas con la tabla del siete.

Un ejemplo actual: el sistema de salud no tiene cura, pero peluquear la reforma es rentable y muy sexi... Detente cálamo, volvamos a las alturas.

Si la entropía y el desorden son invencibles, ¿el universo corre hacía el frío, como postulan los astrofísicos? Pongámoslo en términos domésticos: ¿los sistemas sociales están condenados al fracaso? La respuesta no es sencilla. Hay muchos indicadores para demostrar que la humanidad progresa, y muchos también para demostrar que el progreso engendra demonios.

En lo personal, no quisiera vivir en siglos anteriores, sin celular ni analgésicos, sin poder achacarle mis fracasos a la entropía ni a la fatalidad ni a las emociones ni a la procastinación ni al sistema ni al inconsciente, esa caja negra a la que podemos imputarle todas nuestras vilezas.

Tampoco creo, por supuesto, que el universo marche como debiera, ni que conspire para realizar nuestros sueños. Mi fe no da para tanto.

Dije que el orden es un bello sueño, pero no estoy muy seguro de que la perfección social sea un estado deseable. Recordemos que las religiones y las ideologías son expertas en diseñar utopías, paraísos y sistemas equilibrados, y al final solo incuban infiernos y plutocracias.

Tal vez la avaricia, el egoísmo, los miedos de las personas y la precariedad de nuestros sistemas sociales sean el costo de ser apenas criaturas humanas, una fase intermedia, no ángeles ni hormigas.

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Fernando(03477)10 de diciembre de 2023 - 04:05 p. m.
no hay cuerpos privilegiados, el cosmos y el tiempo son implacables; todavía no sabemos cómo se cocina la vida en medio de esas infinitudes cósmicas. ¡Apenas ladramos!
Fernando(03477)10 de diciembre de 2023 - 03:57 p. m.
Me gustó esa diarrea mental. No hay nada definitivo en este mundo, todo está sometido a la incertidumbre, no hay verdades acabadas y dichas, de una vez por todas, no hay finales, todo es un fluir, el cuerpo se compone, se descompone y vuelven a recomponerse, se auto regeneran y se autolimitan, hasta las autonomías están sometidas a estos flujos y estornudos del cuerpo. Estamos en interacción con millones de filamentos de energía por debajo y por encima, por todos los lados y los ángulos, no se
Alberto(3788)09 de diciembre de 2023 - 11:39 p. m.
Magnífica. Su evocación de "pernicia","un vocablo con aire de señora gorda, como doña Escolástica", ¡Genial!, al igual que la referencia a los "coach", con respecto al mundo cuántico y los "otros sujetos que tienen problemas con la tabla del siete". Grata lectura. Gracias, Julio César Londoño.
Felipe(94028)09 de diciembre de 2023 - 10:20 p. m.
Le pregunté a mi cirujano sobre cual de mis malos hábitos habría formado el tumor maligno, me dijo que ninguno y me envió un artículo de una prestigiosa universidad gringa que, mediante algoritmos complejos, demostraba que el 65% de los más de doscientos tipos de cáncer son de origen aleatorio, casual. Me tocó el caos y punto. Sin el caos no seríamos o no estaríamos, una linda dualidad esa del verbo ser o estar. Aquí estoy y aquí me quedo, de momento.
Gerar(02033)09 de diciembre de 2023 - 06:03 p. m.
No es procastinar sino procrastinar, palabra con fea escritura y peores consecuencias...
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