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Yo creía saberlo todo sobre Poe: que inventó el cuento policiaco; que descubrió por qué es negra la noche, empresa en la que habían fracasado Kepler y Newton (también fue Poe el primero en descubrir que la noche es cónica); que dotó a la crítica literaria moderna, recién inventada por el Dr. Johnson, de una precisión técnica extraordinaria (antes de Johnson y de Poe, la crítica «literaria» era lecciones de historia en los alcázares del Cid, discusiones teológicas en los círculos del Infierno o cotilleos más o menos literarios en los salones de Versalles entre madame Châtelet, madame Pompadour y monsieur Voltaire).
Gracias a Günter Blöcker sabemos hoy que, como si adivinara que empezaba la era contemporánea y el siglo del positivismo, Poe introdujo en el cuento la especulación científica y en el horror, el cálculo matemático. (El lector puede encontrar el ensayo de Blöcker sobre Poe en Perfiles de la literatura moderna. Esta obra capital de la crítica alemana está descatalogada y solo se consigue en el blog NTC… nos topamos con…).
Pero me faltaba leer Edgar Allan Poe, el ensayo de H. P. Lovecraft. A pesar de que le rezaba todas las noches a un busto de Poe en tamaño natural, Lovecraft no es condescendiente: «A veces Poe es tediosamente extenso y el tono se descompensa. Con frecuencia quisiéramos que fuera más sofisticado, más sutil, menos interjectivo y truculento, menos melodramático».
«La traducción urbana y modulada con galicismos de Baudelaire casi arruina la suerte de Poe en Europa. El Poe baudeleriano es opio rebajado. Toreo sin muerte».
Lovecraft clasifica los cuentos de Poe en cuatro categorías: la narraciones lógicas, como Los asesinatos de la rue Morgue, matriz de los relatos de detectives contemporáneos y ajenos por completo a la literatura de lo extraño; los cuentos grotescos, escritos bajo la influencia de Hoffmann y con un horror atenuado por una nota de humor macabro, como La verdad sobre el caso del señor Valdemar, un muerto que mueve la lengua como una serpiente porque ignora que está muerto porque está bajo hipnosis; los cuentos de personajes con trastornos psicológicos, como el protagonista de El retrato oval (o como el mismo Poe); y finalmente «la literatura de horror sobrenatural en su forma más aguda. Constituye la parte sustancial de su obra y le confiere a Poe un lugar perenne e inexpugnable como deidad y manantial de toda la ficción diabólica moderna».
Al final, Lovecraft se pone a tono con su materia: «El genio enfermizo de Poe floreció en un jardín alimentado por la luz lunar, cubierto de magníficos hongos venenosos de los que ni siquiera las laderas de Saturno podían presumir. En sus versos y cuentos reina el pánico cósmico. El graznido del cuervo sobresalta al corazón más templado; en campanarios pestilentes tañen campanas los necrófagos; se entreabre en silencio la puerta de la cripta de Ulalume; refulgen en las noches de octubre cúpulas y agujas submarinas, y criaturas inimaginables nos acechan con lascivia por los agujeros de la conciencia».
Poe por Lovecraft. Como quien dice, de potencia a potencia.
P.S. En El timo como una ciencia exacta, Poe nos explica que la estafa es un engaño fácil, el medio del ladrón de mediopelo para ganarse la vida a costillas de personas muy simples, mientras que el timo es arte puro. La forma sublime de la estafa. Ejemplo: estafa es venderle un Rolex falso al primer «trepa» que asome. Timo es venderle la Torre Eiffel a un millonario muy sagaz. Requiere víctimas riquísimas y dotadas de un cerebro capaz de seguir los intrincados razonamientos del timador. El ensayo contiene ejemplos de timos históricos y arroja claves de cómo operaba el anómalo cerebro de Poe.