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                                                                                                                                Un ábaco de coágulos

                                                                                                                                La vileza de nuestra clase política es tan vieja y resobada que ya hay que buscarla en las páginas interiores de los periódicos. Sin embargo, lo que se ha visto en los últimos días supera todas las marcas de la ruindad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Supongo que incluyó en sus cuentas no solo los “costos” de los pertrechos de los soldados sino también las piernas de los niños voladas por las minas quiebrapatas, los cientos de miles de muertos, los miles de secuestrados, los millones de desplazados, la vasta contrarreforma agraria para-narco-guerrillera y los siete potosíes invertidos para que soldados pobres se maten con campesinos pobres mientras señoritos como usted atizan desde sus burbujas blindadas la iniciación del segundo tiempo de la guerra. ¡Qué coraje el suyo! ¡Qué habilidad para manejar los coágulos de su ábaco!

                                                                                                                                Su proyecto es tan sencillo, señor Nieto, que resulta inexplicable que no se nos haya ocurrido antes. Permítame resumirlo: volvemos a “la gran fiesta de la guerra”, como la llamaba con irónica agudeza Estanislao Zuleta. Inundamos de nuevo los campos colombianos con ríos de sangre y vísceras durante otros 60 años. Y entonces un día (digamos el 25 de noviembre de 2077), cuando los nietos de Uribe, Santos, Naranjo, Márquez y Timochenko, y los de Nieto, no puedan con la resaca de la orgía, los mandamos a que desenguayaben otros seis años en La Habana, y discutan cierto inciso del parágrafo 47 de la cláusula 198 de la enésima enmienda al Acuerdo Final del Teatro Colón. Y cuando esté listo el Acuerdo Final-Final y lo sometamos a otro plebiscito, cruzamos los dedos para que a ningún ministro le dé por publicar una cartilla que ofenda la sensibilidad de los protomachos. O el espíritu del Levítico.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                La vileza de nuestra clase política es tan vieja y resobada que ya hay que buscarla en las páginas interiores de los periódicos. Sin embargo, lo que se ha visto en los últimos días supera todas las marcas de la ruindad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Supongo que incluyó en sus cuentas no solo los “costos” de los pertrechos de los soldados sino también las piernas de los niños voladas por las minas quiebrapatas, los cientos de miles de muertos, los miles de secuestrados, los millones de desplazados, la vasta contrarreforma agraria para-narco-guerrillera y los siete potosíes invertidos para que soldados pobres se maten con campesinos pobres mientras señoritos como usted atizan desde sus burbujas blindadas la iniciación del segundo tiempo de la guerra. ¡Qué coraje el suyo! ¡Qué habilidad para manejar los coágulos de su ábaco!

                                                                                                                                Su proyecto es tan sencillo, señor Nieto, que resulta inexplicable que no se nos haya ocurrido antes. Permítame resumirlo: volvemos a “la gran fiesta de la guerra”, como la llamaba con irónica agudeza Estanislao Zuleta. Inundamos de nuevo los campos colombianos con ríos de sangre y vísceras durante otros 60 años. Y entonces un día (digamos el 25 de noviembre de 2077), cuando los nietos de Uribe, Santos, Naranjo, Márquez y Timochenko, y los de Nieto, no puedan con la resaca de la orgía, los mandamos a que desenguayaben otros seis años en La Habana, y discutan cierto inciso del parágrafo 47 de la cláusula 198 de la enésima enmienda al Acuerdo Final del Teatro Colón. Y cuando esté listo el Acuerdo Final-Final y lo sometamos a otro plebiscito, cruzamos los dedos para que a ningún ministro le dé por publicar una cartilla que ofenda la sensibilidad de los protomachos. O el espíritu del Levítico.

                                                                                                                                Read more!
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