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Si usted pone en un buscador “Pedro Pérez” o “Ángela Becerra” obtiene dos millones de resultados. Pero si busca “Günter Blöcker”, el mejor crítico literario de Alemania, el monstruo arroja unos estípticos 25.000 resultados.
Estas cifras confirman la naturaleza bruta de la fuerza de los motores de búsqueda, y la vieja indiferencia del público e incluso de los escritores hacia un género difícil, estimulante y muy necesario (las ferias del libro, p.e., abarcan temas que van desde la guerra, el erotismo y la “partícula divina”, hasta la cocina de Portugal, cualquier cosa excepto la crítica literaria, la materia que ha inspirado muchas de las mejores páginas de Aristóteles, Horacio, Poe, Wilde, Steiner y Bloom).
Blöcker murió en 2006 y dejó un libro clave: Líneas y perfiles de la literatura contemporánea. Lo componen ensayos sobre autores canónicos (para poner un adjetivo fatal) de los siglos XIX y XX: Melville, Flaubert, Joyce, Proust, Pound, Lorca, Conrad, Mann, Kafka, Camus y 20 notables más.
Espiguemos. “La literatura moderna está bajo la doble ley del mito y del laboratorio, y con frecuencia el mito se crea en el laboratorio: el mito de la recordación en Proust, el mito de la simultaneidad en Joyce y Virginia Woolf, el mito de la repetición en Thomas Mann”. “La modernidad de Poe estriba en la combinación de horror y cálculo, el golpe de vista matemático de lo espantoso”.
Blöcker define a Camus como un santo que tuvo la ambición de ser un hombre, y comenta: “Le cuadra mal al hombre vivir en el tiempo y creer en la eternidad”.
Siguiendo a Wilde y a Auden, nos dice que la labor del crítico no es acertar en sus juicios, porque la literatura no es una ciencia, y que puede ser hipócrita porque, como nadie ignora, toda la poesía mala es sincera.
En el ensayo sobre F. Scott Fitzgerald cuenta el notable argumento de su cuento Crazy sunday: “La mujer que, inmediatamente después de la muerte de su amado marido, trata de engañarlo para procurarse en el sentimiento de culpabilidad la impresión de que todavía vive”. “En oposición a Joyce y Proust, que trataban de superarse en cada frase, Kafka se presenta con los sobrios ademanes de un pequeño artista realista... y los supera a ambos, como lo demuestra su tremendo impacto póstumo”.
“La novela total, que borra las fronteras entre ciencia y arte, espiritualiza la forma, mezcla narración y crítica, funde la épica y la lírica del conocimiento, la poesía y el ensayo, le hizo pensar a Thomas Mann si en la novela sólo importaba lo que no era novela” (a ratos a mí me parece que en la prosa cuenta lo que no es prosa, su trasfondo poético).
“Pound se convirtió en un espectáculo funesto para su época, que eligió el Pound domesticado que se le ofrecía en la persona de T.S. Eliot. El mundo no perdona nunca la oportunidad de pisotear a sus genios”.
“No hay un espectáculo más bello que el del talento combatiendo con una realidad que lo supera”.
“La creencia en que los males del mundo residen en los errores de ciertas personas o instituciones, prueba que estamos en plena infancia intelectual. Cuando seamos adultos sabremos que la falibilidad del mundo es congénita y sólo puede atenuarse, no eliminarse”.
Blöcker amalgama dos virtudes que no suelen ir juntas: claridad y profundidad. Su prosa no es inferior a la que estilaron Valéry, Borges o Cioran. Por esto, y porque sólo quedan unos pocos ejemplares de segunda mano en español en las librerías del mundo, Líneas y perfiles es un título que yo preservo como si fuera un chigüiro a cuadros. Por lo pronto, ya escaneé mi viejo ejemplar. Ahora necesito un voluntario que lo diagrame para ponerlo de manera gratuita, decorosa y pirata en la red. Escucho propuestas.