Es difícil evaluar la gestión de un gobierno. Las variables son muchas y el sesgo es inevitable, pero aquí voy.
La paz total es una utopía, sí, pero también es un sueño irrenunciable. Ya salieron de la guerra el 90 % de los hombres de las FARC. Si sale otro tanto de la horda “elena”, salvaremos vidas y recursos vitales, sus disidencias perderán la “marca” ELN, tendrán menos fuerza y serán delincuencia común, como los exfarianos de hoy. Así piensan Biden, la mayoría de los colombianos, León Valencia, la comunidad internacional e incluso algunos miembros de la extrema derecha, como el señor Lafaurie.
A la reforma laboral la critican los mismos que satanizan a todos los sindicatos (algo tan reduccionista como la satanización de todos los empresarios), pero tiene el visto bueno del FMI y puede ser el comienzo del fin de tres viejas plagas: la altísima informalidad, la tercerización de los empleos y la pauperización de los salarios.
La reforma de la salud. Todo el mundo —analistas, prestadores y usuarios del servicio— reconoce que el sistema nacional de salud tiene fallas estructurales, pero los críticos de la reforma solo admiten cambios menores y reducen el debate a una caricatura: “La reforma nos devolverá a los tiempos del Seguro Social”. Los prestadores reconocen que no hay control del Estado sobre los recursos que se les giran a las EPS, pero se ponen muy nerviosos cuando se les habla de establecer controles. Los prestadores sostienen que la salud es un mal negocio, ¡pero no lo sueltan!, y los funcionarios sostienen que es peligroso poner los dineros públicos en manos de servidores públicos.
Reforma pensional. Desconozco el tema, pero reconforta saber que los viejos estarán cubiertos siquiera parcialmente. Un dato muy diciente: los millonarios y los funcionarios cotizan en Colpensiones, no en los fondos privados.
La fuerza pública está maniatada y desmoralizada, afirman en coro algunos medios. Lo dudo. El Gobierno les aumentó en 58 % la partida alimentaria y les fijó auxilios de vivienda generosos: $121 millones para los oficiales, $54 millones para suboficiales y $47,5 millones para soldados y agentes. Entre enero y septiembre de 2023 el Ejército sostuvo más de 300 combates (fuente: Fundación Pares). Y la imagen de la fuerza pública ha mejorado muchísimo por varias razones: en agosto de 2022 fueron llamados a calificar servicios 52 generales, 50 de los cuales tenían investigaciones muy delicadas (fuente: Acore). La Policía ya no les saca los ojos a los manifestantes, el mindefensa no vocifera que los niños campesinos son máquinas de guerra, los generales ya no tienen que tributar “litros de sangre” y los soldados no tienen que matar gente humilde para comer arroz chino. La conclusión es muy diferente a la matriz de opinión de los medios: la fuerza pública empieza a ganarse el respeto de la población, su imagen va en alza y sus manos ya no están ensangrentadas.
Números. Para 2024 el presupuesto de educación aumentó en 23 %; el del agro, 69 %; la deforestación de la Amazonía bajó 36 % en 2022 respecto al 2021 y la del país, 29 %; el Gobierno tituló 451.459 hectáreas a familias campesinas.
Conclusión. Este Gobierno no sacará al país del fondo del foso (¡tiene dos siglos de profundidad!), pero su ideario es elemental y urgente: justicia, inclusión social, paz y desarrollo sostenible. En esto coincidimos millones de ciudadanos, la mayor parte de la dirigencia política y casi toda la clase empresarial. Si el Pacto Histórico logra echar las bases de este programa básico y los próximos gobiernos continúan la tarea, seremos un país viable algún día.
Es difícil evaluar la gestión de un gobierno. Las variables son muchas y el sesgo es inevitable, pero aquí voy.
La paz total es una utopía, sí, pero también es un sueño irrenunciable. Ya salieron de la guerra el 90 % de los hombres de las FARC. Si sale otro tanto de la horda “elena”, salvaremos vidas y recursos vitales, sus disidencias perderán la “marca” ELN, tendrán menos fuerza y serán delincuencia común, como los exfarianos de hoy. Así piensan Biden, la mayoría de los colombianos, León Valencia, la comunidad internacional e incluso algunos miembros de la extrema derecha, como el señor Lafaurie.
A la reforma laboral la critican los mismos que satanizan a todos los sindicatos (algo tan reduccionista como la satanización de todos los empresarios), pero tiene el visto bueno del FMI y puede ser el comienzo del fin de tres viejas plagas: la altísima informalidad, la tercerización de los empleos y la pauperización de los salarios.
La reforma de la salud. Todo el mundo —analistas, prestadores y usuarios del servicio— reconoce que el sistema nacional de salud tiene fallas estructurales, pero los críticos de la reforma solo admiten cambios menores y reducen el debate a una caricatura: “La reforma nos devolverá a los tiempos del Seguro Social”. Los prestadores reconocen que no hay control del Estado sobre los recursos que se les giran a las EPS, pero se ponen muy nerviosos cuando se les habla de establecer controles. Los prestadores sostienen que la salud es un mal negocio, ¡pero no lo sueltan!, y los funcionarios sostienen que es peligroso poner los dineros públicos en manos de servidores públicos.
Reforma pensional. Desconozco el tema, pero reconforta saber que los viejos estarán cubiertos siquiera parcialmente. Un dato muy diciente: los millonarios y los funcionarios cotizan en Colpensiones, no en los fondos privados.
La fuerza pública está maniatada y desmoralizada, afirman en coro algunos medios. Lo dudo. El Gobierno les aumentó en 58 % la partida alimentaria y les fijó auxilios de vivienda generosos: $121 millones para los oficiales, $54 millones para suboficiales y $47,5 millones para soldados y agentes. Entre enero y septiembre de 2023 el Ejército sostuvo más de 300 combates (fuente: Fundación Pares). Y la imagen de la fuerza pública ha mejorado muchísimo por varias razones: en agosto de 2022 fueron llamados a calificar servicios 52 generales, 50 de los cuales tenían investigaciones muy delicadas (fuente: Acore). La Policía ya no les saca los ojos a los manifestantes, el mindefensa no vocifera que los niños campesinos son máquinas de guerra, los generales ya no tienen que tributar “litros de sangre” y los soldados no tienen que matar gente humilde para comer arroz chino. La conclusión es muy diferente a la matriz de opinión de los medios: la fuerza pública empieza a ganarse el respeto de la población, su imagen va en alza y sus manos ya no están ensangrentadas.
Números. Para 2024 el presupuesto de educación aumentó en 23 %; el del agro, 69 %; la deforestación de la Amazonía bajó 36 % en 2022 respecto al 2021 y la del país, 29 %; el Gobierno tituló 451.459 hectáreas a familias campesinas.
Conclusión. Este Gobierno no sacará al país del fondo del foso (¡tiene dos siglos de profundidad!), pero su ideario es elemental y urgente: justicia, inclusión social, paz y desarrollo sostenible. En esto coincidimos millones de ciudadanos, la mayor parte de la dirigencia política y casi toda la clase empresarial. Si el Pacto Histórico logra echar las bases de este programa básico y los próximos gobiernos continúan la tarea, seremos un país viable algún día.