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Juan Guillermo Monsalve –principal testigo contra el expresidente Álvaro Uribe en el juicio que se le sigue por presunta manipulación de testigos y soborno– está internado en una UCI. El cuadro médico de Monsalve incluye síntomas inusuales para un hombre en sus cuarentas: un infarto.
Por el bien de las instituciones de la rama judicial, es muy importante que los malpensados estén equivocados y que este repentino episodio sea producto de una condición cardiaca preexistente.
La de Monsalve es una voz particular, cuya importancia radica en dos cosas: primero, que se ha mantenido en los detalles del relato con el que demuestra los vínculos del expresidente y su hermano Santiago con grupos paramilitares en Antioquia; segundo, que desde 2018 la Justicia ha señalado que ha sido coaccionado por personas cercanas a Uribe para que cambie su testimonio.
Monsalve no es una perita en dulce. Además de haber trabajado para alias Doble Cero, máximo jefe del Bloque Metro, también fue parte de los Rastrojos, hasta que fue capturado y condenado en 2008 a cuarenta años de prisión.
Las razones que lo llevaron a señalar a Uribe parecen estar ligadas a lo emocional. En una cultura patriarcal donde los patrones –buenos o malos– han sido figuras dominantes desde la Colonia, las lealtades ocupan un lugar especial. Durante siglos, terratenientes y políticos han ofrecido protección y trabajo a quienes dependen, por diferentes circunstancias, de ellos.
Monsalve nació en Yarumal, pero llegó a la hacienda Las Guacharacas en 1986. Creció viendo a su padre administrar la finca más querida de Álvaro Uribe mientras este, su patrón, le ofreció lealtad y respaldo. En 2008, cuando fue capturado por sus actividades criminales, dijo haberle escrito una carta a Uribe –entonces presidente– pidiendo ayuda para salir de la cárcel. Quienes lo conocen afirman que nunca recibió respuesta y que el silencio presidencial fue algo que jamás perdonó.
Cada vez que Monsalve habla ante la justicia, mantiene su versión. Esa constancia fue determinante en 2018, cuando la Corte Suprema decidió no abrir una investigación penal contra el senador Iván Cepeda. Uribe denunció al congresista por manipular a Monsalve para incriminarlo. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia desestimó esos argumentos y, en un giro inesperado, encontró indicios suficientes para investigar a Uribe por manipulación de testigos. El fallo mencionó presiones al padre de Monsalve, amenazas a quien era esposa y ofertas de ayuda judicial para lograr su libertad. Entre estas, se incluyó la gestión de Diego Cadena, abogado de Uribe, hoy procesado por soborno.
Monsalve alcanzó notoriedad en las columnas de Daniel Coronell en la entonces revista Semana, pero ha sido siempre un hombre reservado. Por si fuera poco, durante el gobierno de Iván Duque, el Ministerio de Justicia dificultó el acceso de la prensa para entrevistarlo.
Adicionalmente, no ha sido su historia como paramilitar sino su voz como testigo lo que lo ha puesto en el centro de la controversia. Ahora esa voz está en riesgo de apagarse debido a las secuelas de un infarto que sufrió justo en medio de la etapa preparatoria del juicio. Un infarto que, para algunos, pudo haber llegado en el momento justo.