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Por Viviana Bohórquez y Mariángela Urbina
Una mujer escribió anónimamente en Twitter que Daniel Quintero, actual alcalde de Medellín, abusó sexualmente de ella en una fiesta hace tres años, cuando era viceministro de Economía Digital del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Señaló además tres detalles concretos. Primero, dijo que estaban tomando con varias personas y que, ya borracha, se quedó dormida. Segundo, aseguró que cuando despertó Quintero estaba montado encima, masturbándose. Tercero, que ella le pidió que se quitara, que parara, que no quería, pero él siguió hasta que terminó. “Se vino encima mío”, anotó.
Al día siguiente, otra mujer, cuyo nombre es Ana María Roldán, publicó en su cuenta de Instagram que Quintero la había acosado cuando ella trabajaba en un bar, cuatro años atrás. Escribió que no era un secreto entre sus amigos (los de ella) toda esta situación. Hasta el 18 de junio, Roldán estuvo dispuesta a enfrentar sus miedos y hablar con medios de comunicación para dar detalles de su testimonio. Pero, al día siguiente, cambió de opinión.
El equipo periodístico de Las Igualadas y varias periodistas de distintos medios de comunicación hemos intentado contactar a Quintero y sus asesores, pero el alcalde no ha presentado una comunicación oficial al momento de envío de esta columna para su publicación*. De nuevo aparece el silencio como aliado en casos de violencia de género. La violencia sexual no es un asunto privado, es un delito muy grave y hay muchas preguntas sin responder.
Y no solo el silencio. También el miedo. Ese es el muro más grande con el que a diario nos enfrentamos las periodistas que cubrimos temas de género y violencia sexual, el miedo paralizante que viven las mujeres. Por eso no es casualidad que la primera mujer que denunció a través de Twitter decidió eliminar el hilo e incluso borrar su cuenta. Sin embargo, confirmamos que era una cuenta verificada; también corroboramos la existencia de la denunciante.
Hoy, ninguna las dos mujeres que rompieron el silencio por redes sociales está dispuesta a continuar hablando públicamente. Las entendemos. Cada minuto después de que una mujer decide contar un testimonio de violencia viene amarrado de muchas presiones y temores justificados: ¿quién me va a creer? ¿Cómo voy a probar que eso pasó? ¿Se va a acabar mi carrera? ¿Me van a demandar? ¿Voy a quedar con el estigma de ser conocida como “la abusada” o “la violada”? ¿Van a decir que todo es una persecución política?
Creemos que toda acusación sobre violencia sexual es lo suficientemente grave para iniciar una investigación por parte de la Fiscalía o la Procuraduría. No sabemos si el alcalde es culpable o inocente, pero el silencio es cómplice de muchas injusticias. Para que se pueda garantizar el debido proceso, el derecho a la contradicción y todas las garantías procesales, hacemos un llamado para que se tomen en serio las denuncias contra Quintero.
Las mujeres rompen el silencio en redes sociales porque están cansadas de callar. Algunos pueden pensar que se trata de una persecución política, que lo que quieren las mujeres es dañarle el buen nombre al alcalde. Por el contrario, se trata de asumir con responsabilidad las denuncias por violencia de género. La violencia sexual no es un chisme, ni un comentario más en redes. Es un problema que hace mucho daño, pues viola los derechos fundamentales de las mujeres. No queremos violadores como autoridades públicas; por tal razón, como sociedad tenemos derecho a la verdad. Alcalde, queremos escucharlo. No más silencio.
* A las 8:40 p.m. del sábado 20 de junio, el alcalde Daniel Quintero nos envió un documento, pero nos pide no publicarlo. Aseguró que su respuesta oficial fue la que apareció a esa misma hora publicada en su cuenta de Twitter.
Sobre los dos testimonios puntuales, no dio respuesta.