En 2025 se terminarán de concretar los caminos de quienes aspiran a reemplazar a Gustavo Petro en la Presidencia. Será un año de pura precampaña. De más destapes, pactos, traiciones, rumbo a mayo de 2026. Colombia, qué duda cabe, es un país que vive en elecciones aun con las urnas cerradas.
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En 2025 se terminarán de concretar los caminos de quienes aspiran a reemplazar a Gustavo Petro en la Presidencia. Será un año de pura precampaña. De más destapes, pactos, traiciones, rumbo a mayo de 2026. Colombia, qué duda cabe, es un país que vive en elecciones aun con las urnas cerradas.
Tendría que ser también, entonces, un año para afinar la mirada, para creer menos y preguntar más, sobre todo si se trata de lo que sale en redes sociales; para consumir y hacer un mejor periodismo. Siempre hay mucho en juego, como bien reza el lugar común. Con tres dictaduras en América Latina y el populismo autoritario resoplándonos encima, especialmente ahora hay mucho en juego.
Desde la orilla del oficio periodístico, los maestros recalcan una y otra vez la importancia de que los periodistas dejemos de sentirnos parte del poder y, en cambio, seamos efectivamente un contrapoder. Esto es, fiscalizar, mostrar y ayudar a entender las acciones de los poderosos, sin creer que tener una tribuna nos hace miembros de una élite intocable.
A eso que se dice bonito, pero se ejecuta con esfuerzo fiero, yo añadiría que hay que procurar hacer memoria. Ya no solo memoria histórica, que por supuesto, sino también una memoria inmediata que señale hacia el pasado contiguo y no oficial de todo aquel que pretenda alcanzar el privilegio de armar un gobierno. Ese pasado que, en nuestra descompuesta clase política, casi siempre incluye por desgracia más de una miseria buscando quedar oculta. Poco hay mejor para iluminar, y afinar la mirada, y consumir y hacer un mejor periodismo electoral.
¿Quiénes han sido sus padrinos? ¿Con quiénes se han aliado a la luz o a la sombra? ¿Qué han defendido? ¿Cuáles son sus responsabilidades políticas? Parece obvio, pero no lo es tanto. En una sociedad en la que el escándalo de hoy sepulta al de ayer, estamos llenos de políticos nadando felices en las aguas del desinterés, la amnesia y la ausencia de contrapreguntas sobre sus pasos dudosos. Sobre todo, aquellas movidas que se salen del discurso público o en las que la verdad judicial no es clara. Con tanto buen periodista investigando más que algunos fiscales, la inacción de la justicia conviene a la desmemoria. Por ejemplo, hace casi un año, en este mismo espacio señalé cómo no deja de ser impresionante ver a Germán Vargas Lleras sacar pecho asegurando que los corruptos de Odebrecht no financiaron ilegalmente la campaña que él y Juan Manuel Santos hicieron juntos a la Presidencia, porque “así quedó probado judicialmente”. Aunque su entrecomillado es cierto, también lo es que existen testimonios de protagonistas, investigaciones periodísticas y hasta la postura oficial de la Fiscalía (frente al politizado CNE que archivó la indagación) que apuntan a lo contrario. Datos para contrarrestar la desmemoria que bien se pueden —y se deben— recordar cuando este año muy seguramente el exvicepresidente vuelva a lanzarse.
Ni qué decir lo que el centralismo ayuda al olvido. Mejor dicho, sí, digamos, hablemos de los poderosos locales cuestionados que se aprovechan de la falta del foco de los grandes medios en las regiones para intentar pasar por estadistas en Bogotá. Hagámoslo también este año que un bloque de exmandatarios regionales buscará postular candidato en coalición para llegar a la Casa de Nariño. Hablemos de las oscuras alianzas en Sucre del exgobernador Héctor Olimpo Espinosa, que quiere ser la carta de los liberales en la contienda. De los récords en politiquería y trampa de las maquinarias de izquierda de Daniel Quintero y Carlos Caicedo en Medellín y Santa Marta, respectivamente.
Hablemos de la máquina digital de María Fernanda Cabal y la derecha posturibista y no dejemos de hablar del silencio atronador de algunos precandidatos petristas frente a los escándalos del Gobierno.
Que en 2025 no se nos olvide la memoria.