Brecha de calidad podría subsanarse con Plan de Desarrollo del presidente Duque
Al país parece olvidársele que de la calidad de la formación de nuestros docentes depende en gran medida la calidad educativa ofrecida a los estudiantes.
El presidente Iván Duque Márquez tiene a su alcance subsanar uno de los aspectos que más pesan en la brecha cualitativa entre el sector rural y el urbano, referido a los procesos de acreditación de las licenciaturas, si decide incluir este crucial tema en el nuevo Plan de Desarrollo.
La Universidad Pedagógica Nacional ha sido una de las instituciones más críticas en lo relativo a los procesos de acreditación de las licenciaturas, no solo por los cortos plazos fijados sino por el cúmulo de requisitos incluidos en la resolución que estableció las directivas para ese proceso, hecho que finalmente se corrigió en parte al ampliarse los plazos, pero que sigue pesando en las licenciaturas a nivel regional por las exigencias establecidas que implican a las universidades altas inversiones con recursos que no poseen.
Nuestra universidad realizó recientemente, con el concurso de varios docentes especializados en estos asuntos, el estudio denominado Entre las exigencias de calidad y las condiciones de desigualdad: formación inicial de profesores en Colombia([i]), el cual plantea una serie de factores que incide negativamente en la calidad de las licenciaturas, causas que no dependen de los programas académicos en sí mismos, ni del sistema de aseguramiento de la calidad, “sino principalmente de aspectos normativos y, definitivamente, de la distribución desigual de los recursos financieros, así como de la manera como las reglamentaciones desdeñan las realidades contextuales propias de las regiones”, tal como lo identificó claramente el estudio.
El presidente Duque y la nueva ministra de Educación, María Victoria Angulo, tienen en sus manos la posibilidad histórica de corregir la secuencia histórica de desaciertos que ha caracterizado a los anteriores gobiernos, los cuales no han interpretado acertadamente las condiciones que las licenciaturas en el país requieren para hacer más parejo su desarrollo y disminuir las brechas de calidad que se aprecian entre las Instituciones de Educación Superior (IES) de las grandes urbes y las localizadas en regiones apartadas, especialmente aquellas que soportaron con mayor intensidad los rigores de la guerra.
El gobierno actual tiene la oportunidad de poner en la balanza los distintos factores que inciden en la calidad educativa, pero también valorar las diversas visiones y opciones que las licenciaturas pueden tomar para la formación de los docentes en Colombia. Si bien todas las IES se sienten obligadas a acceder a la acreditación de alta calidad, no existen las condiciones financieras, técnicas, de número de docentes y otros constituyentes adicionales indispensables para lograr ese importante objetivo. Los programas a nivel regional son los que más resienten estas circunstancias debido a sus limitados recursos financieros, de infraestructura y de recurso humano, especialmente. Están en total desventaja.
El modelo de autoevaluación actual pareciera estar diseñado con exclusividad para las universidades de las grandes urbes. Nuestra investigación señala con meridiana transparencia que dicho modelo no contempla particularidades como las condiciones de violencia que conllevaron a la disminución del número de profesores (asesinatos), la pérdida de producción académica (pérdida de generación de conocimiento), el estancamiento de la investigación y la prevalencia de la docencia respecto de la investigación, que son en últimas constituyentes determinantes para garantizar la calidad.
Por ello, reitero una de las conclusiones principales de nuestro estudio: no es posible plantear un conjunto de exigencias o de estándares para disminuir diferencias que están asociadas a condiciones muy desiguales de los contextos en los que se ofrecen los programas.
Entre las propuestas que la Universidad Pedagógica hace al nuevo gobierno están el apalancamiento financiero; la articulación de la normatividad; el fortalecimiento regional a través de la generación de licenciaturas en diferentes modalidades; la valoración de las particularidades y territorialidades; el favorecimiento, acompañamiento y estímulo a los programas para incentivar la acreditación; la oferta de garantías de tiempo y condiciones a los docentes; incentivos a la cultura de la autoevaluación, y la creación de redes y alianzas entre instituciones y programas para potenciarlos, entre otros aspectos.
Al país parece olvidársele que de la calidad de la formación de nuestros docentes depende en gran medida la calidad educativa ofrecida a los estudiantes, esto sumado desde luego a un financiamiento suficiente que posibilite infraestructura y condiciones adecuadas a los procesos formativos. Las licenciaturas constituyen un elemento primordial de esta cadena de valor.
* Rector, Universidad Pedagógica Nacional.
Al país parece olvidársele que de la calidad de la formación de nuestros docentes depende en gran medida la calidad educativa ofrecida a los estudiantes.
El presidente Iván Duque Márquez tiene a su alcance subsanar uno de los aspectos que más pesan en la brecha cualitativa entre el sector rural y el urbano, referido a los procesos de acreditación de las licenciaturas, si decide incluir este crucial tema en el nuevo Plan de Desarrollo.
La Universidad Pedagógica Nacional ha sido una de las instituciones más críticas en lo relativo a los procesos de acreditación de las licenciaturas, no solo por los cortos plazos fijados sino por el cúmulo de requisitos incluidos en la resolución que estableció las directivas para ese proceso, hecho que finalmente se corrigió en parte al ampliarse los plazos, pero que sigue pesando en las licenciaturas a nivel regional por las exigencias establecidas que implican a las universidades altas inversiones con recursos que no poseen.
Nuestra universidad realizó recientemente, con el concurso de varios docentes especializados en estos asuntos, el estudio denominado Entre las exigencias de calidad y las condiciones de desigualdad: formación inicial de profesores en Colombia([i]), el cual plantea una serie de factores que incide negativamente en la calidad de las licenciaturas, causas que no dependen de los programas académicos en sí mismos, ni del sistema de aseguramiento de la calidad, “sino principalmente de aspectos normativos y, definitivamente, de la distribución desigual de los recursos financieros, así como de la manera como las reglamentaciones desdeñan las realidades contextuales propias de las regiones”, tal como lo identificó claramente el estudio.
El presidente Duque y la nueva ministra de Educación, María Victoria Angulo, tienen en sus manos la posibilidad histórica de corregir la secuencia histórica de desaciertos que ha caracterizado a los anteriores gobiernos, los cuales no han interpretado acertadamente las condiciones que las licenciaturas en el país requieren para hacer más parejo su desarrollo y disminuir las brechas de calidad que se aprecian entre las Instituciones de Educación Superior (IES) de las grandes urbes y las localizadas en regiones apartadas, especialmente aquellas que soportaron con mayor intensidad los rigores de la guerra.
El gobierno actual tiene la oportunidad de poner en la balanza los distintos factores que inciden en la calidad educativa, pero también valorar las diversas visiones y opciones que las licenciaturas pueden tomar para la formación de los docentes en Colombia. Si bien todas las IES se sienten obligadas a acceder a la acreditación de alta calidad, no existen las condiciones financieras, técnicas, de número de docentes y otros constituyentes adicionales indispensables para lograr ese importante objetivo. Los programas a nivel regional son los que más resienten estas circunstancias debido a sus limitados recursos financieros, de infraestructura y de recurso humano, especialmente. Están en total desventaja.
El modelo de autoevaluación actual pareciera estar diseñado con exclusividad para las universidades de las grandes urbes. Nuestra investigación señala con meridiana transparencia que dicho modelo no contempla particularidades como las condiciones de violencia que conllevaron a la disminución del número de profesores (asesinatos), la pérdida de producción académica (pérdida de generación de conocimiento), el estancamiento de la investigación y la prevalencia de la docencia respecto de la investigación, que son en últimas constituyentes determinantes para garantizar la calidad.
Por ello, reitero una de las conclusiones principales de nuestro estudio: no es posible plantear un conjunto de exigencias o de estándares para disminuir diferencias que están asociadas a condiciones muy desiguales de los contextos en los que se ofrecen los programas.
Entre las propuestas que la Universidad Pedagógica hace al nuevo gobierno están el apalancamiento financiero; la articulación de la normatividad; el fortalecimiento regional a través de la generación de licenciaturas en diferentes modalidades; la valoración de las particularidades y territorialidades; el favorecimiento, acompañamiento y estímulo a los programas para incentivar la acreditación; la oferta de garantías de tiempo y condiciones a los docentes; incentivos a la cultura de la autoevaluación, y la creación de redes y alianzas entre instituciones y programas para potenciarlos, entre otros aspectos.
Al país parece olvidársele que de la calidad de la formación de nuestros docentes depende en gran medida la calidad educativa ofrecida a los estudiantes, esto sumado desde luego a un financiamiento suficiente que posibilite infraestructura y condiciones adecuadas a los procesos formativos. Las licenciaturas constituyen un elemento primordial de esta cadena de valor.
* Rector, Universidad Pedagógica Nacional.