Desigualdades y conquistas de la mujer en tiempos de pandemia
Como es de público conocimiento, el pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. En esta fecha histórica a nivel internacional, se reconoce la ardua lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad de derechos y libertades, así como la equidad de condiciones laborales, educativas y políticas, en un mundo, marcado aún por grandes desigualdades de género. Constituye una oportunidad para visibilizar las injusticias que persisten, pero también, un motivo para resaltar los importantes roles sociales que han asumido y continúan asumiendo las mujeres en la actualidad.
Esa lucha se ha venido fortaleciendo a lo largo de los años y ha devenido con el movimiento feminista a nivel mundial, el cual defiende la reivindicación del papel social de la mujer, cuestionando las estructuras patriarcales existentes, la descalificación, discriminación y exclusión a causa del género. A lo largo del tiempo, este movimiento ha impulsado un proceso de adquisición de libertades tan antiguo como la misma génesis de la modernidad y constituye una continua batalla contra la desigualdad y los privilegios que algunos han mantenido por medio de la violencia, tanto concreta como sistémica.
La influencia de este movimiento social ha permitido el reconocimiento de derechos sociales y políticos para las mujeres, tal como el derecho a votar, a ocupar cargos públicos, a trabajar en condiciones de dignidad, a tener la misma asignación salarial que los varones por hacer el mismo trabajo, a poseer bienes, a educarse, entre otros tantos aspectos; que, aunque puedan parecernos básicos y naturales, fueron producto de largas e importantes luchas de colectivos de mujeres empoderadas, decididas a conseguir la equidad de género. Esa lucha no solo se ha gestado en las huelgas o multitudinarias movilizaciones, sino también en la incursión en actividades y campos tradicionalmente considerados como masculinos, como la investigación científica, de los que las mujeres han sido históricamente excluidas y segregadas, pero en los que han realizado significativos aportes, muchas veces sin contar con el reconocimiento merecido.
Teniendo en cuenta que la conmemoración acontece en este escenario particular de pandemia, resulta de suma importancia reconocer los esfuerzos y los aportes que las mujeres han realizado para avanzar en la superación de esta emergencia sanitaria. Algunas están detrás de las vacunas, otras del descubrimiento del SARS-CoV-2 y otras fallecieron antes de que existiera la COVID-19, pero los trabajos de todas han ayudado a conocerlo mejor y a formular alternativas para superar y/o evitar la enfermedad.
Un primer aporte relevante fue el realizado por Rosalind Franklin, química y cristalógrafa británica que contribuyó grandemente a la construcción del modelo de doble hélice del ADN, desarrollado a partir de sus trabajos con imágenes por difracción de rayos X. Este trabajo posibilitó posteriormente la replicación experimental del ADN en la bacteria Escherichia coli. Años después, en 1962 sus compañeros de trabajo recibieron el Premio Nobel de Química por tan importante trabajo, sin embargo y a pesar de su importante aporte, su nombre no estuvo incluido. A partir de ello, se abre todo el campo de la biología molecular y todos los análisis genéticos que hoy son fundamentales para el conocimiento de la información de los virus, las bacterias, para el desarrollo de vacunas y la atención de enfermedades.
Si bien este no es un descubrimiento reciente, si constituye una de las principales bases para todas las investigaciones que se han realizado sobre el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad de la COVID-19, incluyendo sus métodos de detección, la secuenciación genética y el desarrollo de las vacunas.
Otros estudios importantes fueron los adelantados por June Almeida, una científica escocesa que, gracias a sus conocimientos en microscopía electrónica, logró obtener una imagen precisa de un virus parecido a la influenza pero que tenía condiciones diferentes de cultivo; el cual sería denominado coronavirus debido a su estructura similar a una corona solar. Este trabajo fue de suma importancia para identificar el grupo de virus al cual pertenece el causante de la actual emergencia sanitaria.
Por otra parte, la doctora Shi Zhengli, directora del Centro de Enfermedades Infecciosas Emergentes del Instituto de Virología de Wuhan (WIV), ella y su equipo llevaban años estudiando virus provenientes de murciélago y ya habían descrito el coronavirus antes de que se originara el brote mundial de la COVID-19. Su trabajo permitió determinar el patógeno e identificarlo como un nuevo virus de la misma familia que el SARS, con un 96,2% de superposición del genoma con el coronavirus conocido más estrechamente relacionado, al que bautizaron SARS-CoV-2.
En suma, las investigaciones desarrolladas por Sarah Gilbert, una vacunóloga británica, especializada en el desarrollo de vacunas contra la influenza y patógenos virales emergentes, fueron fundamentales en el desarrollo de la vacuna de Oxford-AstraZeneca, una de las cuatro vacunas aprobadas para su comercialización contra la COVID-19. Esta científica se ha destacado por participar en el desarrollo de otras vacunas muy importantes, como la universal contra la gripe que se sometió a ensayos clínicos en 2011.
También los trabajos de Nita Patel, actual directora del equipo científico de Novavax, una empresa cuya vacuna contra el coronavirus se encuentra actualmente en las últimas fases de ensayos clínicos. Aunque aún no está lista, los expertos ya la califican como una de las más prometedoras. De hecho, todas las vacunas que están en desarrollo y que ya se encuentran administrándose, cuentan con alguna investigadora entre los principales responsables de su desarrollo. Como, por ejemplo, el caso de la vicepresidenta senior de BioNTech RNA Pharmaceuticals Katalin Karikó, que, junto a otros científicos, aportó al desarrollo de la vacuna de Pfizer que ya se encuentra en amplia circulación y se ha administrado a millones de personas en todo el mundo.
Pero los aportes de las mujeres no solo se encuentran en los desarrollos científicos y tecnológicos que esperan frenar la emergencia sanitaria, también están presentes en las primeras líneas de atención, ya que, conforme a datos de la Organización Mundial de la Salud, las mujeres conforman el 70 % del personal que trabaja en el sector sanitario y de asistencia social. Esto las pone en el centro de la respuesta a la COVID-19, aun cuando, muchas veces, siguen sub-representadas en los ámbitos de toma de decisiones y de conducción.
Es importante, también reconocer que la emergencia sanitaria ha recargado el trabajo de las mujeres, depositando en ellas principalmente las actividades de cuidado y atención, limitando sus posibilidades de trabajo y ejercicio de investigación en muchos casos; de igual manera, ha agudizado la violencia doméstica e intrafamiliar de las que muchas mujeres son víctimas; este escrito, lejos de desconocer esas realidades, busca exaltar el rol de las mujeres como estratégico y central en la atención y superación de la emergencia sanitaria. Un rol que ha sido fruto de una larga trayectoria de luchas y defensa de sus derechos que hoy y siempre merece nuestro más grande reconocimiento y admiración.
* Rector de la Universidad Pedagógica Nacional.
Como es de público conocimiento, el pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. En esta fecha histórica a nivel internacional, se reconoce la ardua lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad de derechos y libertades, así como la equidad de condiciones laborales, educativas y políticas, en un mundo, marcado aún por grandes desigualdades de género. Constituye una oportunidad para visibilizar las injusticias que persisten, pero también, un motivo para resaltar los importantes roles sociales que han asumido y continúan asumiendo las mujeres en la actualidad.
Esa lucha se ha venido fortaleciendo a lo largo de los años y ha devenido con el movimiento feminista a nivel mundial, el cual defiende la reivindicación del papel social de la mujer, cuestionando las estructuras patriarcales existentes, la descalificación, discriminación y exclusión a causa del género. A lo largo del tiempo, este movimiento ha impulsado un proceso de adquisición de libertades tan antiguo como la misma génesis de la modernidad y constituye una continua batalla contra la desigualdad y los privilegios que algunos han mantenido por medio de la violencia, tanto concreta como sistémica.
La influencia de este movimiento social ha permitido el reconocimiento de derechos sociales y políticos para las mujeres, tal como el derecho a votar, a ocupar cargos públicos, a trabajar en condiciones de dignidad, a tener la misma asignación salarial que los varones por hacer el mismo trabajo, a poseer bienes, a educarse, entre otros tantos aspectos; que, aunque puedan parecernos básicos y naturales, fueron producto de largas e importantes luchas de colectivos de mujeres empoderadas, decididas a conseguir la equidad de género. Esa lucha no solo se ha gestado en las huelgas o multitudinarias movilizaciones, sino también en la incursión en actividades y campos tradicionalmente considerados como masculinos, como la investigación científica, de los que las mujeres han sido históricamente excluidas y segregadas, pero en los que han realizado significativos aportes, muchas veces sin contar con el reconocimiento merecido.
Teniendo en cuenta que la conmemoración acontece en este escenario particular de pandemia, resulta de suma importancia reconocer los esfuerzos y los aportes que las mujeres han realizado para avanzar en la superación de esta emergencia sanitaria. Algunas están detrás de las vacunas, otras del descubrimiento del SARS-CoV-2 y otras fallecieron antes de que existiera la COVID-19, pero los trabajos de todas han ayudado a conocerlo mejor y a formular alternativas para superar y/o evitar la enfermedad.
Un primer aporte relevante fue el realizado por Rosalind Franklin, química y cristalógrafa británica que contribuyó grandemente a la construcción del modelo de doble hélice del ADN, desarrollado a partir de sus trabajos con imágenes por difracción de rayos X. Este trabajo posibilitó posteriormente la replicación experimental del ADN en la bacteria Escherichia coli. Años después, en 1962 sus compañeros de trabajo recibieron el Premio Nobel de Química por tan importante trabajo, sin embargo y a pesar de su importante aporte, su nombre no estuvo incluido. A partir de ello, se abre todo el campo de la biología molecular y todos los análisis genéticos que hoy son fundamentales para el conocimiento de la información de los virus, las bacterias, para el desarrollo de vacunas y la atención de enfermedades.
Si bien este no es un descubrimiento reciente, si constituye una de las principales bases para todas las investigaciones que se han realizado sobre el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad de la COVID-19, incluyendo sus métodos de detección, la secuenciación genética y el desarrollo de las vacunas.
Otros estudios importantes fueron los adelantados por June Almeida, una científica escocesa que, gracias a sus conocimientos en microscopía electrónica, logró obtener una imagen precisa de un virus parecido a la influenza pero que tenía condiciones diferentes de cultivo; el cual sería denominado coronavirus debido a su estructura similar a una corona solar. Este trabajo fue de suma importancia para identificar el grupo de virus al cual pertenece el causante de la actual emergencia sanitaria.
Por otra parte, la doctora Shi Zhengli, directora del Centro de Enfermedades Infecciosas Emergentes del Instituto de Virología de Wuhan (WIV), ella y su equipo llevaban años estudiando virus provenientes de murciélago y ya habían descrito el coronavirus antes de que se originara el brote mundial de la COVID-19. Su trabajo permitió determinar el patógeno e identificarlo como un nuevo virus de la misma familia que el SARS, con un 96,2% de superposición del genoma con el coronavirus conocido más estrechamente relacionado, al que bautizaron SARS-CoV-2.
En suma, las investigaciones desarrolladas por Sarah Gilbert, una vacunóloga británica, especializada en el desarrollo de vacunas contra la influenza y patógenos virales emergentes, fueron fundamentales en el desarrollo de la vacuna de Oxford-AstraZeneca, una de las cuatro vacunas aprobadas para su comercialización contra la COVID-19. Esta científica se ha destacado por participar en el desarrollo de otras vacunas muy importantes, como la universal contra la gripe que se sometió a ensayos clínicos en 2011.
También los trabajos de Nita Patel, actual directora del equipo científico de Novavax, una empresa cuya vacuna contra el coronavirus se encuentra actualmente en las últimas fases de ensayos clínicos. Aunque aún no está lista, los expertos ya la califican como una de las más prometedoras. De hecho, todas las vacunas que están en desarrollo y que ya se encuentran administrándose, cuentan con alguna investigadora entre los principales responsables de su desarrollo. Como, por ejemplo, el caso de la vicepresidenta senior de BioNTech RNA Pharmaceuticals Katalin Karikó, que, junto a otros científicos, aportó al desarrollo de la vacuna de Pfizer que ya se encuentra en amplia circulación y se ha administrado a millones de personas en todo el mundo.
Pero los aportes de las mujeres no solo se encuentran en los desarrollos científicos y tecnológicos que esperan frenar la emergencia sanitaria, también están presentes en las primeras líneas de atención, ya que, conforme a datos de la Organización Mundial de la Salud, las mujeres conforman el 70 % del personal que trabaja en el sector sanitario y de asistencia social. Esto las pone en el centro de la respuesta a la COVID-19, aun cuando, muchas veces, siguen sub-representadas en los ámbitos de toma de decisiones y de conducción.
Es importante, también reconocer que la emergencia sanitaria ha recargado el trabajo de las mujeres, depositando en ellas principalmente las actividades de cuidado y atención, limitando sus posibilidades de trabajo y ejercicio de investigación en muchos casos; de igual manera, ha agudizado la violencia doméstica e intrafamiliar de las que muchas mujeres son víctimas; este escrito, lejos de desconocer esas realidades, busca exaltar el rol de las mujeres como estratégico y central en la atención y superación de la emergencia sanitaria. Un rol que ha sido fruto de una larga trayectoria de luchas y defensa de sus derechos que hoy y siempre merece nuestro más grande reconocimiento y admiración.
* Rector de la Universidad Pedagógica Nacional.