Maestros y maestras empoderados(as) en tiempos de crisis
El pasado 15 de mayo conmemoramos el Día del Maestro, esta fecha histórica para este año coincidió con la movilización social pacífica que vive el país, desarrollada a partir del 28 de abril con el inicio del paro nacional. En este contexto, la Universidad Pedagógica Nacional rinde un homenaje a todos(as) los(as) maestros(as) empoderados(as) en tiempos de crisis.
Las pretensiones de la ciencia moderna de conocer el mundo a través de un método rígido basado en la observación y en la lógica inductivista para el establecimiento de leyes y verdades ha sido superada por una concepción compleja y crítica que ofrece una comprensión científica más amplia del funcionamiento de las sociedades y de la naturaleza. Esta concepción compleja considera que el mundo está en permanente transformación gobernado por la incertidumbre. Atrás han quedado las certezas y las predicciones. La pandemia es un claro ejemplo de esta lógica, nadie pensaba que un virus imperceptible a la vista humana cambiaría las relaciones sociales en todo el planeta y pondría a la humanidad en una crisis generalizada.
Humberto Maturana, quien hace unos pocos días falleció y a quien hoy también rendimos homenaje nos diría: “El sufrimiento del hombre no se debe a la ausencia de certidumbres, sino a la falta de confianza. Hemos perdido la confianza en el mundo, y como perdimos la confianza queremos control, y como queremos control queremos certidumbres, y como queremos certidumbres no reflexionamos”.
En esta época de crisis social y sanitaria en el caso de la educación nuevamente emergen las tensiones sobre el papel de la escuela y el maestro en la sociedad. Algunos discursos técnicos e instrumentales intentan abrirse paso asegurando que el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de enseñanza superarían los procesos de formación presenciales vividos por siglos en la escuela.
Contrario a estas ideas, los acontecimientos han evidenciado la importancia y el papel protagónico de la escuela y del maestro en la formación que se desarrolla actualmente a través de la educación remota. Sin estar preparados y en contra de toda predicción, los intelectuales de la cultura han respondido con la altura que demanda a las mediaciones educativas, apropiando rápidamente plataformas tecnológicas como Teams, Meet, Zoom, Moodle y todo tipo de aplicaciones para la elaboración de diversos materiales que apoyen en esta época la formación de los estudiantes.
Aunque el uso de todas estas herramientas tecnológicas implica un gran desafío, al que maestros y maestras han respondido con dedicación y compromiso, la esencia de la escuela entendida como la construcción social por excelencia para la apropiación de la cultura humana sigue vigente y se debe defender y fortalecer, no es posible dar paso al reemplazo del maestro por las tecnologías que en muchos casos se pliegan al mercado, asimismo, el rol de maestro centrado en la formación y en la enseñanza deja clara su importancia.
La labor de enseñar que implica pensar los objetivos de formación, las estrategias para lograrlo y los procesos de evaluación sigue marcando las pautas de las labores magisteriales, aunque todo eso implique en este tiempo de pandemia la mediación tecnológica.
En este contexto, conmemorar el Día del Maestro en tiempos de crisis constituye la oportunidad para enaltecer el empoderamiento de estos seres humanos fantásticos que entregan su vida a la formación de niños, jóvenes y adultos a través de diversos procesos que buscan cultivar el amor por el saber, por el conocer, por la curiosidad epistemológica de investigar en la escuela.
Los maestros no solo han puesto todo de sí para enfrentar la actual época buscando atender las dificultades emocionales y afectivas que ha desencadenado en niños y jóvenes el distanciamiento físico, también han puesto en práctica la solidaridad para apoyar a sus estudiantes para que de alguna manera logren conectarse a clases, incluso disponiendo de equipos y ayudas que favorezcan su formación.
En medio de un sinfín de dificultades tecnológicas que impone la sociedad altamente desigual en la que vive el maestro en Colombia, se abre paso y lucha contra viento y marea para continuar alegrando el corazón de los niños, jóvenes y familias que creen que la educación es la ventana para ver el mundo con otros lentes, con otras posibilidades de realización personal y movilidad social.
En esta época también hemos visto partir maestros ejemplares como Abel Rodríguez que dejó un enorme legado en torno a la defensa de la educación como derecho fundamental y a la necesaria movilización social y pedagógica del magisterio para construir una sociedad más justa y equitativa.
Justamente la semana pasada enfrentamos la partida del maestro Germán Mariño, quien por su obra se hizo merecedor del doctorado Honoris Causa en Educación otorgado por la Universidad Pedagógica Nacional el pasado 14 de mayo y quien en vida supo sobre este alegrándose con cariño y entusiasmo.
Germán Mariño fue un gran educador popular que dejó huella en procesos de alfabetización de jóvenes y adultos, nos deja muchas enseñanzas en estos tiempos de pandemia que podemos inferir de su obra. Lo primero, la importancia de la autonomía y la autoformación del maestro, él se formó y se convirtió en un autodidacta, después de varios intentos de educación formal decidió abrirse camino por su cuenta. Lo segundo, su disciplina y rigor metódico, estudiaba con intensidad y pensaba acertadamente que nunca pararía de aprender. Lo tercero, quizás muy importante para esta época, el pensar hacia el futuro a partir de las tareas pendientes, tal como lo diría el mismo:
“Muchas más son las tareas pendientes: ¿cómo trabajar las nuevas tecnologías?; ¿cómo formar en la creatividad?; ¿cómo integrar la lúdica a los procesos educativos? Pero dentro de todas las tareas pendientes existe una determinante que cada vez se difumina más: los compromisos éticos. ¿Cómo evitar hacer cosas en las que no creemos o, peor aún, en las que tenemos las certezas que definitivamente van “en contravía” de un proyecto de sociedad que enfrente el neoliberalismo y el neoconservadurismo (Neoneo)? No hemos negado que, con una óptica sobre politizada, donde se olvidaron entre otras las preocupaciones por los cómo, no logramos avanzar demasiado. Pero la despolitización, en aras del didactismo o el pragmatismo, no sólo impedirá cualquier eventual avance, sino con seguridad nos regresará varias décadas atrás”.
Hasta siempre maestros que han partido, aquí seguimos luchando por sembrar en los corazones de los niños el deseo de transformar el mundo a través del saber.
Rector, Universidad Pedagógica Nacional
El pasado 15 de mayo conmemoramos el Día del Maestro, esta fecha histórica para este año coincidió con la movilización social pacífica que vive el país, desarrollada a partir del 28 de abril con el inicio del paro nacional. En este contexto, la Universidad Pedagógica Nacional rinde un homenaje a todos(as) los(as) maestros(as) empoderados(as) en tiempos de crisis.
Las pretensiones de la ciencia moderna de conocer el mundo a través de un método rígido basado en la observación y en la lógica inductivista para el establecimiento de leyes y verdades ha sido superada por una concepción compleja y crítica que ofrece una comprensión científica más amplia del funcionamiento de las sociedades y de la naturaleza. Esta concepción compleja considera que el mundo está en permanente transformación gobernado por la incertidumbre. Atrás han quedado las certezas y las predicciones. La pandemia es un claro ejemplo de esta lógica, nadie pensaba que un virus imperceptible a la vista humana cambiaría las relaciones sociales en todo el planeta y pondría a la humanidad en una crisis generalizada.
Humberto Maturana, quien hace unos pocos días falleció y a quien hoy también rendimos homenaje nos diría: “El sufrimiento del hombre no se debe a la ausencia de certidumbres, sino a la falta de confianza. Hemos perdido la confianza en el mundo, y como perdimos la confianza queremos control, y como queremos control queremos certidumbres, y como queremos certidumbres no reflexionamos”.
En esta época de crisis social y sanitaria en el caso de la educación nuevamente emergen las tensiones sobre el papel de la escuela y el maestro en la sociedad. Algunos discursos técnicos e instrumentales intentan abrirse paso asegurando que el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de enseñanza superarían los procesos de formación presenciales vividos por siglos en la escuela.
Contrario a estas ideas, los acontecimientos han evidenciado la importancia y el papel protagónico de la escuela y del maestro en la formación que se desarrolla actualmente a través de la educación remota. Sin estar preparados y en contra de toda predicción, los intelectuales de la cultura han respondido con la altura que demanda a las mediaciones educativas, apropiando rápidamente plataformas tecnológicas como Teams, Meet, Zoom, Moodle y todo tipo de aplicaciones para la elaboración de diversos materiales que apoyen en esta época la formación de los estudiantes.
Aunque el uso de todas estas herramientas tecnológicas implica un gran desafío, al que maestros y maestras han respondido con dedicación y compromiso, la esencia de la escuela entendida como la construcción social por excelencia para la apropiación de la cultura humana sigue vigente y se debe defender y fortalecer, no es posible dar paso al reemplazo del maestro por las tecnologías que en muchos casos se pliegan al mercado, asimismo, el rol de maestro centrado en la formación y en la enseñanza deja clara su importancia.
La labor de enseñar que implica pensar los objetivos de formación, las estrategias para lograrlo y los procesos de evaluación sigue marcando las pautas de las labores magisteriales, aunque todo eso implique en este tiempo de pandemia la mediación tecnológica.
En este contexto, conmemorar el Día del Maestro en tiempos de crisis constituye la oportunidad para enaltecer el empoderamiento de estos seres humanos fantásticos que entregan su vida a la formación de niños, jóvenes y adultos a través de diversos procesos que buscan cultivar el amor por el saber, por el conocer, por la curiosidad epistemológica de investigar en la escuela.
Los maestros no solo han puesto todo de sí para enfrentar la actual época buscando atender las dificultades emocionales y afectivas que ha desencadenado en niños y jóvenes el distanciamiento físico, también han puesto en práctica la solidaridad para apoyar a sus estudiantes para que de alguna manera logren conectarse a clases, incluso disponiendo de equipos y ayudas que favorezcan su formación.
En medio de un sinfín de dificultades tecnológicas que impone la sociedad altamente desigual en la que vive el maestro en Colombia, se abre paso y lucha contra viento y marea para continuar alegrando el corazón de los niños, jóvenes y familias que creen que la educación es la ventana para ver el mundo con otros lentes, con otras posibilidades de realización personal y movilidad social.
En esta época también hemos visto partir maestros ejemplares como Abel Rodríguez que dejó un enorme legado en torno a la defensa de la educación como derecho fundamental y a la necesaria movilización social y pedagógica del magisterio para construir una sociedad más justa y equitativa.
Justamente la semana pasada enfrentamos la partida del maestro Germán Mariño, quien por su obra se hizo merecedor del doctorado Honoris Causa en Educación otorgado por la Universidad Pedagógica Nacional el pasado 14 de mayo y quien en vida supo sobre este alegrándose con cariño y entusiasmo.
Germán Mariño fue un gran educador popular que dejó huella en procesos de alfabetización de jóvenes y adultos, nos deja muchas enseñanzas en estos tiempos de pandemia que podemos inferir de su obra. Lo primero, la importancia de la autonomía y la autoformación del maestro, él se formó y se convirtió en un autodidacta, después de varios intentos de educación formal decidió abrirse camino por su cuenta. Lo segundo, su disciplina y rigor metódico, estudiaba con intensidad y pensaba acertadamente que nunca pararía de aprender. Lo tercero, quizás muy importante para esta época, el pensar hacia el futuro a partir de las tareas pendientes, tal como lo diría el mismo:
“Muchas más son las tareas pendientes: ¿cómo trabajar las nuevas tecnologías?; ¿cómo formar en la creatividad?; ¿cómo integrar la lúdica a los procesos educativos? Pero dentro de todas las tareas pendientes existe una determinante que cada vez se difumina más: los compromisos éticos. ¿Cómo evitar hacer cosas en las que no creemos o, peor aún, en las que tenemos las certezas que definitivamente van “en contravía” de un proyecto de sociedad que enfrente el neoliberalismo y el neoconservadurismo (Neoneo)? No hemos negado que, con una óptica sobre politizada, donde se olvidaron entre otras las preocupaciones por los cómo, no logramos avanzar demasiado. Pero la despolitización, en aras del didactismo o el pragmatismo, no sólo impedirá cualquier eventual avance, sino con seguridad nos regresará varias décadas atrás”.
Hasta siempre maestros que han partido, aquí seguimos luchando por sembrar en los corazones de los niños el deseo de transformar el mundo a través del saber.
Rector, Universidad Pedagógica Nacional