Pocos anhelos de la humanidad son tan fuertes y al mismo tiempo tan esquivos como el de la paz. El ideal de la paz perpetua fue propuesto en Europa a comienzos del siglo XVIII por el abad de Saint-Pierre, uno de los precursores de la Ilustración, y acogido por pensadores de la talla de Rousseau y Kant. El gran filósofo alemán escribió un ensayo sobre el tema, al que alude Henry Kissinger en su más reciente libro, del cual se publicó hace poco un fragmento en El Espectador. En él planteó el dilema que hoy sigue enfrentando el mundo entre la paz universal o la destrucción generalizada.
Por Leopoldo Villar Borda
Periodista y corresponsal en Europa