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El final de Joe Biden


Leopoldo Villar Borda
07 de julio de 2024 - 05:05 a. m.

Estados Unidos y el mundo lamentarán la ausencia de Joe Biden del escenario político si se retira de la carrera presidencial porque con él se pueden ir muchas de las esperanzas de quienes deseamos un mundo mejor. Su decencia, su talante liberal, su dedicación a la democracia y su compromiso con los pobres y los marginados en su país y en el planeta serán valorados más cuando su figura pertenezca al pasado que durante el tiempo en que ha sido actor central de la política mundial.

Su salida del escenario fue planteada por medios como The New York Times, comentaristas y personajes políticos tras su deplorable presentación en el debate con Donald Trump el 27 de junio, aunque muchos dudan que otro candidato pueda llenar el vacío que dejaría su retiro. La incertidumbre que viven los 350 millones de estadounidenses y los 8.000 millones de habitantes del planeta se acrecienta por la ominosa posibilidad de un triunfo de Trump.

Páginas enteras de los diarios de todo el mundo, miles de horas de espacios de televisión e interminables contenidos en las redes sociales han registrado las reacciones de millones de personas a la débil presentación de Biden en el debate y a su posible retiro de la carrera por la presidencia de Estados Unidos. Son incontables los análisis publicados sobre lo que pasó y lo que podrá pasar en lo que resta de la campaña y y las especulaciones crecerán en los cien días que faltan para la elección del 5 de noviembre.

Los millones de palabras que se pronuncien y se escriban sobre el tema no podrán soslayar la principal reflexión que suscita la hora presente sobre la fragilidad de la vida humana, las incógnitas del poder y las impredecibles vueltas de la fortuna, que los antiguos romanos personificaron en la diosa que decidía la suerte y el destino de todos los seres de la Tierra. Transformada por el cristianismo en la Providencia regida por el dios único, también se la representó desde la Edad Media como la caprichosa Rueda que favorece o desfavorece a aleatoriamente a las personas. Una rueda cuya presencia es tan cierta e ineludible como los impuestos y la muerte, según reza el dicho popular.

A pesar de ser tan evidente la impredecible oscilación de aquella rueda, su incidencia no suele ser tenida en cuenta en la mayoría de los asuntos humanos, incluyendo la política. Pero como lo presenció la audiencia planetaria en el debate presidencial estadounidense, nadie está exento de su imperio. Una ética de trabajo y compromiso llevó al presidente Biden a enfrentar a su rival a pesar de no estar en forma, con el lamentable resultado que saltó a la vista de todos. Seguramente estaba consciente de que su estado físico lo ponía en desventaja, pero se sintió obligado a encarar el desafío en un intento por impedir que su país cayera de nuevo en manos del magnate que causó tanto daño cuando ocupó la Casa Blanca. La misma ética puede llevarlo a admitir que debe dar un paso al costado.

Cualquiera que sea su decisión, el de Biden es un final muy triste para un servidor público que trabajó por su país durante toda su vida, primero como miembro del consejo del condado de New Castle en el estado de Delaware; luego en el Senado, al cual fue elegido por primera vez en 1972; después en la vicepresidencia como compañero de fórmula de Barack Obama y finalmente como presidente. Irónicamente, así como fue el senador más joven de su tiempo, medio siglo después fue el candidato más viejo en ser elegido a la presidencia.

La mejor compensación que podrá recibir por su empeño es que su partido triunfe en noviembre con su nombre o el de otro candidato. Así se salvaría el mundo de la catástrofe que significaría otro mandato de Trump. Lo que está en juego este extraordinario impasse es demasiado importante y demanda grandes decisiones de los responsables, comenzando por el propio Biden. En pocos días o quizá en cuestión de horas sabremos si estuvieron a altura de este crítico momento.

Leopoldo Villar Borda

Por Leopoldo Villar Borda

Periodista y corresponsal en Europa

 

Jaime(40834)07 de julio de 2024 - 05:52 p. m.
No soy partidario de Trump,pero Biden no es una pera en dulce para el tercer mundo.Para no ir muy lejos ,vean lo que pasa en Gaza con el apoyo económico ,militar y político de USA.
Mar(60274)07 de julio de 2024 - 04:49 p. m.
Biden tampoco es una perita en dulce, él ama las guerras. Fíjese, ni Trump, semejante cosa que es, armó tantas guerras, como lo ha hecho Biden, hasta estuvo a punto de armarnos guerra contra Venezuela y eso no es nuevo en él, él apoyó la invasión contra Irak, como no es nueva su senilidad, a lo largo de su gobierno ya ésta era conocida. ¡Ni Trump, ni Biden!
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