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Elogio del patriotismo


Leopoldo Villar Borda
22 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.

Quien mire y compare los noticieros del canal de RTVC con los de los canales privados tendrá la sensación de que hablan de dos países distintos. Así ocurrió, por ejemplo, cuando una multitud se congregó el 16 de julio pasado en la Plaza de Bolívar de Bogotá para presenciar la sanción presidencial de la ley de reforma pensional. Fuera de aquel escenario, indiferente a lo que allí ocurría, se encontraba otro país. Eran dos realidades superpuestas, una exhibida en las pantallas de la televisión pública y la otra en los noticieros de la televisión privada emitidos a la misma hora.

La coexistencia de las dos Colombias es cosa de todos los días. Una se siente interpretada en los actos oficiales y la otra los rechaza de antemano. Van como dos ríos paralelos, separadas por sus pasiones encontradas.

Solo otra pasión, igualmente ciega pero positiva, nos identifica esporádicamente: la que despiertan las selecciones colombianas de fútbol. No solamente la masculina de mayores, sino también las femeninas, que están jugando mejor.

El nuestro no es un caso único, pues en todas las naciones donde se practica este deporte, se realizan campeonatos nacionales y se participa en los torneos internacionales existe una pasión semejante por las respectivas selecciones. La intensidad y las expresiones de este sentimiento varían de acuerdo con las características de cada pueblo, pero la pasión es la misma.

Sobre este tema se han escrito libros y realizado investigaciones como la adelantada en la Universidad de Coimbra (Portugal) y reportada por el diario en internet Infobae, según la cual la pasión por el fútbol activa los mismos circuitos cerebrales y neurotransmisores que el amor entre las personas.

A diferencia del fútbol, los temas políticos suelen despertar sentimientos negativos como el odio. En Colombia conocemos el daño que este ha causado, desde las guerras civiles hasta la violencia generada por los movimientos insurgentes.

El ejemplo de nuestras selecciones de fútbol muestra que solo una pasión comparable puede unirnos por una causa superior. La que se viene de inmediato a la mente es el afecto por la tierra natal, donde se mecieron nuestras cunas y yacen nuestros muertos. La tierra a la que estamos ligados por valores, afectos, cultura e historia compartidos. En una palabra, el patriotismo que nos debería motivar por encima de las simpatías personales, las inclinaciones ideológicas y las adhesiones de secta. A este sentimiento que se debe inculcar en el hogar y la escuela, estimularlo, desarrollarlo y cultivarlo para que compenetre a todos los ciudadanos y no desaparezca jamás, ha apelado El Espectador al convocarnos a conversar sobre nuestras diferencias y buscar un acuerdo que permita aprovechar “las grandes posibilidades que tiene este país de progresar para bien de todos si nos juntamos alrededor de unos mínimos objetivos comunes y nos empeñamos en empujar hasta alcanzarlos”.

Así como la emoción patriótica nos surge espontáneamente cuando escuchamos las notas del himno nacional o contemplamos con orgullo a nuestros futbolistas defendiendo la bandera, también la sentimos cuando vemos a tantos compatriotas que sobresalen en otros deportes, en las artes y las ciencias, y compartimos con ellos la satisfacción que experimentan al verse convertidos en símbolos de una patria que los acoge, respalda y aclama.

Con el mismo espíritu deberíamos acoger el llamado de este diario a buscar un gran acuerdo sobre nuestro destino común. No con el patriotismo fabricado por quienes persiguen una agenda propia, sino con el afecto natural que nace por la tierra natal o adoptiva. Un afecto que llega al extremo de exponer la vida en defensa de esa tierra, como lo hicieron los héroes de la independencia, los soldados sin coraza que canta nuestro himno y que justamente recordamos como los primeros patriotas.

Leopoldo Villar Borda

Por Leopoldo Villar Borda

Periodista y corresponsal en Europa

 

ELIZABETH(23598)Hace 1 hora
No, no se puede hacer Patriotismo, si no se tienen en cuenta las personas mas vulnerables de la sociedad, suena bonito llamar a cohesionar la sociedad en torno a los equipo deportivos, pero en Colombia hay necesidades que si no se solventan en la urgencia, como es la salud, ningún deporte podrá canalizar el torrente de inconformismos que produce la falta de atención médica, desempleo o la falta de bienes primarios necesarios a la supervivencia de un humano.
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