Hacen falta más bebés
Leopoldo Villar Borda
Me expongo por partida doble a los reproches y hasta los vituperios de los perfeccionistas y los políticamente correctos por utilizar en esta columna el genérico que siempre significó los dos sexos y por la tesis implícita en el título de que a Colombia le hacen falta más nacimientos de bebés para mantener el equilibrio demográfico adecuado.
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Me expongo por partida doble a los reproches y hasta los vituperios de los perfeccionistas y los políticamente correctos por utilizar en esta columna el genérico que siempre significó los dos sexos y por la tesis implícita en el título de que a Colombia le hacen falta más nacimientos de bebés para mantener el equilibrio demográfico adecuado.
Respecto a lo primero, pienso que la costumbre de utilizar los dos géneros en todas las ocasiones en que se habla de un conjunto que los incluye a ambos ha llegado a extremos francamente aberrantes que desafían la razón y estropean el idioma. En cuanto a lo segundo, también me parece equivocado el hábito que se ha generalizado entre las parejas colombianas, sobre todo las más jóvenes, de preferir hacerse cargo de una mascota a la inclinación natural de tener hijos, con el efecto adverso de contribuir al crecimiento y la eventual explosión de la bomba pensional.
Las parejas que han decidido no tener hijos lo han hecho en muchos casos por el temor de traer niños a un mundo que ven en franca decadencia y condenado a la autodestrucción. Otras, quizás la mayoría, lo han hecho por razones económicas. Las parejas que están en este caso no se sienten capaces de asumir los costos de procrear y sacar adelante a uno o más seres humanos, aunque ambos de sus miembros estén en edad productiva y posean un trabajo estable.
Otra consideración que pesa mucho en la decisión de no tener hijos es la de privilegiar las aspiraciones y metas personales de los dos miembros de la pareja, que la llegada de un hijo podría situar en un segundo plano. Sin embargo, este argumento pierde mucho peso cuando se trata de parejas que en lugar de un hijo adoptan una mascota. Muchas veces el cuidado que se presta a la mascota suele acarrear iguales o mayores costos que los de levantar un hijo.
Las parejas que optan por adoptar una mascota la cuidan, la protegen y consienten como si fueran parte de la familia. En el aspecto emocional actúan con ellas como lo harían con sus hijos. Lo malo es que con su decisión afectan negativamente a muchas otras personas.
Sobre este tema hay diversidad de opiniones, todas respetables. Los que consideran que la especie humana es superior a las demás no ven con buenos ojos el tratamiento casi humano que muchas parejas dan a sus mascotas. Los naturalistas o animalistas ven a la especie humana como una más y estiman la adopción de mascotas como un hábito normal.
Es innegable que la adopción de una mascota entraña muchas ventajas porque de las relaciones entre seres humanos y animales se pueden derivar diversos beneficios. Para mencionar algunos de ellos, es cierto que poseer una mascota aumenta el sentido de responsabilidad de las personas, estimula la empatía y la capacidad de relacionarse afectivamente, ofrece una compañía y mejora la calidad de vida, sobre todo de las personas que han sufrido la pérdida de su pareja. Además, estimula la capacidad de expresar los sentimientos, promueve la salud mental y aumenta la sensación de bienestar.
La cercanía con los animales y el afecto hacia ellos también refleja el amor por la naturaleza, que tanta falta hace en la sociedad actual y cuyos beneficios demostró en grado superlativo San Francisco de Asís, modelo de animalistas y ecologistas.
En contraste con los efectos positivos de adoptar una mascota, el principal entre los negativos es el de disminuir el número de futuros contribuyentes al sistema pensional, lo cual amenaza su sostenibilidad a largo plazo. Esta es una consecuencia más evidente que las que pueden tener las modificaciones legislativas introducidas al sistema, pues incidirá directamente en los ingresos futuros del mismo. Pero esta no parece ser una consideración suficiente para que las parejas que adoptan mascotas modifiquen su decisión, pues al fin y al cabo se trata de algo que no ocurrirá muy pronto y que en todo caso no las afectará.