Lección de pragmatismo
Leopoldo Villar Borda
Hace casi dos décadas la geopolítica mundial comenzó a experimentar un cambio de fondo cuando la segunda línea de las potencias económicas y comerciales del planeta constituyó el bloque conocido como los BRICS por las iniciales de sus miembros: Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica. Ahora el bloque se ampliará con la inclusión de otros seis miembros (Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán), con lo cual los BRICS se consolidarán como un contrapeso real del G-7, la agrupación de las siete principales potencias del mundo: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
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Hace casi dos décadas la geopolítica mundial comenzó a experimentar un cambio de fondo cuando la segunda línea de las potencias económicas y comerciales del planeta constituyó el bloque conocido como los BRICS por las iniciales de sus miembros: Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica. Ahora el bloque se ampliará con la inclusión de otros seis miembros (Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán), con lo cual los BRICS se consolidarán como un contrapeso real del G-7, la agrupación de las siete principales potencias del mundo: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
Esta ampliación ha sido interpretada en los círculos internacionales como un desafío a las superpotencias y particularmente a Estados Unidos, pero también puede ser una oportunidad para corregir los desequilibrios que frenan el progreso de muchas regiones y afectan el bienestar de la humanidad. Los BRICS ya mostraron su capacidad para contrarrestar la tutela ejercida por las potencias occidentales, comenzando por Estados Unidos, sobre los países pobres. Su ampliación es la expresión más ambiciosa de la indispensable cooperación entre los países del sur del planeta, aunque China y Rusia no estén entre ellos. Esta voluntad de cooperación supera las diferencias políticas, económicas y hasta militares entre los BRICS, aunque entre ellos no ha faltado la confrontación armada, como ocurrió en 1962 entre China e India por el conflicto fronterizo que estalló después de la rebelión tibetana y el asilo del dalái lama en India.
El panorama no es de color de rosa para los BRICS, pues sus dos miembros principales, China y Rusia, enfrentan delicados conflictos con las potencias occidentales, el primero por la rivalidad tecnológica y comercial con Estados Unidos y el segundo por la invasión a Ucrania. Pero, así como en el interior del bloque ha prevalecido el pragmatismo, en sus relaciones con el resto del mundo los BRICS ejercen una influencia estabilizadora debido a su peso demográfico, que los convierte en los mayores consumidores del mundo, y a su capacidad económica, que incluye la mayor producción de energía del planeta.
La incorporación a los BRICS ofrece varias ventajas a sus miembros, entre ellas el acceso a los créditos del Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shanghái. Seguramente esta fue una de las consideraciones que llevaron a Argentina a ingresar al bloque, pues esto le ofrecerá una alternativa a los créditos del Fondo Monetario Internacional que siempre han sido motivo de dolores de cabeza para sus gobiernos.
Otros de los BRICS, como Brasil e India, podrían fortalecer con el apoyo del bloque su vieja aspiración a que una reforma de la Carta de las Naciones Unidas les abra el camino para convertirse en miembros permanentes del Consejo de Seguridad, aunque tal objetivo sigue siendo muy difícil de alcanzar. Es posible, sin embargo, que consigan impulsar algunos cambios en la organización mundial para compensar el desequilibrio entre sus miembros que significa el poder de veto de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial. Ya los BRICS consiguieron equilibrar un poco la cancha en el campo financiero con la creación del Nuevo Banco de Desarrollo y el Fondo de Reservas, a los que tienen acceso los países emergentes y en desarrollo. No es la profunda reforma que estos países reclaman hace tiempo, pero sí un gran paso en la dirección correcta.
La acción de los BRICS en el escenario mundial ofrece una lección de pragmatismo que deberíamos aprovechar en Colombia. Si países tan disímiles como Brasil y Rusia, India y Arabia Saudita se unieron para trabajar por un objetivo común, no debería ser imposible que los habitantes de una nación como la nuestra, con varios siglos de historia compartida, nos liberemos de los odios heredados y los impulsos emocionales para alcanzar la paz y lograr una verdadera reconciliación.