Por estar recién llegada al ejercicio público, Catherine Juvinao piensa que Icetex forma parte del sector educativo. Según ella, a los desembolsos a los estudiantes por esa entidad, aún se les dice “subsidios”. Se le disculpa por lo bisoña, aunque no por la forma olímpica en que se avienta a opinar sobre temas que desconoce. El ministro de Educación, Daniel Rojas, en entrevista radial, la puso en su sitio, aclarándole que el Icetex, desde mediados del 2020 (como resultado de las protestas estudiantiles de 2018), ya no era del sector educativo, sino de la esfera financiera del Ministerio de Hacienda. Y que como este estaba priorizando sus giros para las zonas de emergencia climática, pues eso explicaba la mora –que no será eterna– en sus compromisos con Icetex. No es, pues, que Petro esté en plan de desmantelar la educación en Colombia.
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Por estar recién llegada al ejercicio público, Catherine Juvinao piensa que Icetex forma parte del sector educativo. Según ella, a los desembolsos a los estudiantes por esa entidad, aún se les dice “subsidios”. Se le disculpa por lo bisoña, aunque no por la forma olímpica en que se avienta a opinar sobre temas que desconoce. El ministro de Educación, Daniel Rojas, en entrevista radial, la puso en su sitio, aclarándole que el Icetex, desde mediados del 2020 (como resultado de las protestas estudiantiles de 2018), ya no era del sector educativo, sino de la esfera financiera del Ministerio de Hacienda. Y que como este estaba priorizando sus giros para las zonas de emergencia climática, pues eso explicaba la mora –que no será eterna– en sus compromisos con Icetex. No es, pues, que Petro esté en plan de desmantelar la educación en Colombia.
Icetex, aunque forma parte de manera solapada de la banca, es mucho más severo que esta, pues los bancos por lo menos son previsibles en sus tratos con los clientes, mientras que Icetex, en el manejo que hizo, por ejemplo, de Ser pilo paga (2015), de ingrata memoria, escarmentó a los buenos bachilleres de entonces, muchachos pobres y de provincia, seleccionando a 40 mil, para supuestamente “becarlos” con onerosos préstamos que iban a dar directamente a universidades de dedo parado –para solucionarles problemas de liquidez–, y a una que otra universidad pública. En aquellas, sufrían traumas de estatus con unos “condiscípulos” de estrato cinco que les hacían bullying por llevar fiambres con huevo tibio de refrigerio o por no ser bilingües ni vestirse de marca, ni pasar vacaciones en Miami, ni estacionar carrazos de alta gama en los parqueaderos universitarios. Una matrona de mi pueblo sentenció hace años: “El compañero de pupitre no es el amigo de la calle”. Sin embargo, la revoltura de esas clases sociales disímiles fue la solución a la brecha social de aquella gomela de entonces, que quién sabe por dónde andará ahora, luego de aprovechar ser ministra de Estado para beneficiarse familiarmente de medidas de gobierno: Gina Parody. Por supuesto, el presidente a la sazón durante aquel experimento cruel fue Juan Manuel Santos.
Si el papá de uno es moto-taxista en Yumbo, uno no puede compartir aula con quienes tienen por papá a grandes empresarios o a miembros de gabinete, salvo quizás el Ministerio de Trabajo, que se lo otorgaban a ex obreros, tipo Angelino o Lucho, en trance de ser asimilados por la clase gobernante de entonces.
Mientras la cifra de deserción en esas universidades es del 40 %, a los “pilos” se les redujo esa proporción, ese derecho, al 10 o al 15 %, lo que los condenó a angustias y trastornos mentales. Apenas natural, entonces, que de los primeros 40 mil “becarios”, se hayan quedado por la mitad 4.347, a los que Icetex clavó con deudas de entre setenta y cien millones, obviamente impagables, forzándolos a rebuscarse un título en una universidad de garaje y, los más afortunados, en el SENA –que es una opción sensata y calificada–, donde de todas maneras seguían arrastrando la millonaria deuda. Digo que seguían, porque el gobierno actual les condonó esas cuantías de pesadilla. Adiós a los uniandinos de buseta.
Icetex no va a desaparecer, ni va a incumplir, señora Juvinao, pero su tardanza en pagar no tiene en ascuas a la educación en Colombia.