Los seres humanos, tan iguales, tienden necesariamente a diferenciarse, están prestos a reconocer al que asciende, lo que en colectividades se traduce en un líder (lideresa), un conductor o una conductora de pueblos.
Pero, a ver, al líder tenemos que vestirlo, así sea para distinguirlo de los demás o, si se quiere, que vaya desnudo como en el cuento del niño, único que veía al rey y por ello lo reconocía. Con las mejores galas pintaron los célebres artistas del reino a los príncipes y monarcas. Una anécdota cuento –no por decir que alguna vez estuve en el Museo del Prado–, pero recuerdo la reacción que tuve al verme frente a un...
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