“Lo que está pasando en Chile, Ecuador, Argentina y Honduras es apenas la brisita, viene un huracán bolivariano”, afirmó este fin de semana Diosdado Cabello. Preocupante. Aunque el escudero de Nicolás Maduro es reconocido por sus disparates y balbuceos, esta afirmación vale la pena tenerla en cuenta, porque expone claramente cuáles son las intenciones del régimen venezolano en la región. Siempre fue evidente que el sueño de Chávez fue exportar su tragedia a toda América Latina. Sin embargo, muchos pensamos que la debilidad de Maduro y la condena internacional a la que ha sido sometido lo habían descarrilado de las intenciones de su padrino. Hoy se sabe que el plan está más vivo que nunca.
¿Cómo lo está haciendo? Son tres las vías que están usando: infiltrados, redes sociales y aprovechamiento de las indignaciones locales. Sobre los infiltrados, no solo en Colombia las autoridades han podido identificar instigadores profesionales venezolanos en las protestas que se han registrado en el país, son múltiples los reportes sobre la presencia de supuestos miembros de la inteligencia bolivariana en las manifestaciones en Ecuador, mientras que el gobierno de Piñera tiene indicios de que en los desmanes de este fin de semana también hubo algún tipo de injerencia venezolana.
Segundo, redes sociales. Para el tema recomiendo la lectura de Antisocial, un extraordinario libro del periodista Andrew Marantz, en el que describe cómo los extremistas de las redes sociales secuestraron la discusión política en EE. UU. y cómo este fenómeno ha sido fácilmente replicado en el mundo. Se trata de una conversación que aún está lejos en nuestra región, pero que necesitamos empezar a dar porque de otra manera se seguirán diseminando noticias falsas, desinformando a la población y exponiéndolos a la manipulación de los más radicales, mientras los gigantes de la tecnología se vuelven millonarios a expensas de incautos y la destrucción de la democracia tal como la conocemos. Facebook y Google se están enriqueciendo a punta de ser la plataforma de los populistas; ya es hora de que sean responsables de sus acciones, o mejor, inacciones.
Y tercero, manipulación de indignaciones locales. En los casos de Chile, Ecuador y Colombia hay un elemento común: vías de hecho sin tener en cuenta la conversación y el deseo de negociar. En Chile fue el alza del costo del transporte público, en Ecuador la eliminación de los subsidios a la gasolina y en Colombia principalmente la exigencia de más presupuesto para la educación. Las hordas salieron a incendiar las calles sin agotar la conversación y lograron echar para atrás las medidas arrodillando a sus gobiernos. ¿La piedra es la nueva manera de discutir o votar?
Que quede claro, no estoy diciendo que todo manifestante es chavista, ni que toda protesta es incentivada por el régimen venezolano. Lo que estoy afirmando es que existe un indudable aprovechamiento de los problemas locales por medio de la tecnología y su falta de monitoreo y control, exacerbado por agentes bolivarianos infiltrados que están poniendo en jaque a las democracias en América Latina. Es un coctel explosivo que, si no miramos con atención, nos va a morder. Ya empezaron, el que quiera ver que vea.
“Lo que está pasando en Chile, Ecuador, Argentina y Honduras es apenas la brisita, viene un huracán bolivariano”, afirmó este fin de semana Diosdado Cabello. Preocupante. Aunque el escudero de Nicolás Maduro es reconocido por sus disparates y balbuceos, esta afirmación vale la pena tenerla en cuenta, porque expone claramente cuáles son las intenciones del régimen venezolano en la región. Siempre fue evidente que el sueño de Chávez fue exportar su tragedia a toda América Latina. Sin embargo, muchos pensamos que la debilidad de Maduro y la condena internacional a la que ha sido sometido lo habían descarrilado de las intenciones de su padrino. Hoy se sabe que el plan está más vivo que nunca.
¿Cómo lo está haciendo? Son tres las vías que están usando: infiltrados, redes sociales y aprovechamiento de las indignaciones locales. Sobre los infiltrados, no solo en Colombia las autoridades han podido identificar instigadores profesionales venezolanos en las protestas que se han registrado en el país, son múltiples los reportes sobre la presencia de supuestos miembros de la inteligencia bolivariana en las manifestaciones en Ecuador, mientras que el gobierno de Piñera tiene indicios de que en los desmanes de este fin de semana también hubo algún tipo de injerencia venezolana.
Segundo, redes sociales. Para el tema recomiendo la lectura de Antisocial, un extraordinario libro del periodista Andrew Marantz, en el que describe cómo los extremistas de las redes sociales secuestraron la discusión política en EE. UU. y cómo este fenómeno ha sido fácilmente replicado en el mundo. Se trata de una conversación que aún está lejos en nuestra región, pero que necesitamos empezar a dar porque de otra manera se seguirán diseminando noticias falsas, desinformando a la población y exponiéndolos a la manipulación de los más radicales, mientras los gigantes de la tecnología se vuelven millonarios a expensas de incautos y la destrucción de la democracia tal como la conocemos. Facebook y Google se están enriqueciendo a punta de ser la plataforma de los populistas; ya es hora de que sean responsables de sus acciones, o mejor, inacciones.
Y tercero, manipulación de indignaciones locales. En los casos de Chile, Ecuador y Colombia hay un elemento común: vías de hecho sin tener en cuenta la conversación y el deseo de negociar. En Chile fue el alza del costo del transporte público, en Ecuador la eliminación de los subsidios a la gasolina y en Colombia principalmente la exigencia de más presupuesto para la educación. Las hordas salieron a incendiar las calles sin agotar la conversación y lograron echar para atrás las medidas arrodillando a sus gobiernos. ¿La piedra es la nueva manera de discutir o votar?
Que quede claro, no estoy diciendo que todo manifestante es chavista, ni que toda protesta es incentivada por el régimen venezolano. Lo que estoy afirmando es que existe un indudable aprovechamiento de los problemas locales por medio de la tecnología y su falta de monitoreo y control, exacerbado por agentes bolivarianos infiltrados que están poniendo en jaque a las democracias en América Latina. Es un coctel explosivo que, si no miramos con atención, nos va a morder. Ya empezaron, el que quiera ver que vea.