El video de Iván Márquez y su grupo de bandoleros terminó blindando el proceso de paz. Como por arte de magia y en un hecho que pocos pensaban que podría ocurrir en nuestro país, el anuncio logró encontrar a la mayoría de la opinión pública en un punto trascendental: hay que proteger y cumplirles a los cerca de 10.500 combatientes que han aceptado las condiciones del Acuerdo. Por ellos vale el proceso de paz, y los que decidieron salirse merecen todo el peso de la ley. Punto.
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El video de Iván Márquez y su grupo de bandoleros terminó blindando el proceso de paz. Como por arte de magia y en un hecho que pocos pensaban que podría ocurrir en nuestro país, el anuncio logró encontrar a la mayoría de la opinión pública en un punto trascendental: hay que proteger y cumplirles a los cerca de 10.500 combatientes que han aceptado las condiciones del Acuerdo. Por ellos vale el proceso de paz, y los que decidieron salirse merecen todo el peso de la ley. Punto.
Márquez, Santrich, el Paisa, Romaña y el resto nunca estuvieron realmente comprometidos con lo firmado. Durante las negociaciones fueron los más recalcitrantes y, una vez logrado el Acuerdo, lo ignoraron continuando con su narcotráfico y otras actividades ilegales. Nunca estuvieron en esto, nunca fueron sinónimo de paz.
Es por eso que lo mejor que podemos hacer quienes realmente pensamos en que a la paz hay que protegerla es separarla de estos confirmados narcoterroristas. Nada tienen que ver su traquetería, economías ilegales, terrorismo y conexiones con Nicolás Maduro, con el proceso.
Lo ocurrido debe servir de compromiso para que el Gobierno acelere la implementación de los acuerdos. Aunque se encontraron desfinanciados los programas relacionados con el cumplimento de lo firmado, es imperante cumplirles a quienes le están respondiendo al Estado.
Esto también debe servirles como jalón de orejas a los miembros de la JEP. Si no hubieran actuado con excesiva generosidad procesal frente a Jesús Santrich, el antes lánguido e inocente anciano ciego, no estaría hoy en primera línea altivo y armado haciendo las veces de francotirador sin limitante visual. Los magistrados del tribunal especial tienen gran parte de culpa de este escenario y, en lugar de esconderse en las líneas de lo acordado, que está amparado constitucionalmente, deberían comprometerse a interpretarlo con tal seriedad e independencia que no parezca, como ahora, que son una entidad cómplice y no de justicia.
En resumen, todo sería más fácil si se cumpliera a cabalidad con lo acordado. Si los guerrilleros cumplieran con verdad, reparación y no repetición; si la JEP castigara a quienes siguen en las mismas sin darles tanta garantía, y si el Estado dispusiera de más recursos para convertir en acciones sus palabras.
Por todo lo anterior: gracias, Iván Márquez, usted hizo lo imposible. Nos puso a todos de acuerdo y nos ayudó finalmente a identificar quiénes son los buenos y los verdaderos malos en todo este proceso. Y lo más importante, Iván Márquez, usted eliminó esa nube extraña que se posó encima de sus acciones para por un tiempo darles legitimidad y nuevamente dejar clara la ecuación de que narcotráfico y terrorismo no merecen ningún tipo de contemplación, así se vistan de guerrilla. Se le vieron las orejas al burro.
P.D. Discrepo totalmente de quienes consideran que este es un grupo débil, incapaz e inútil. En sus filas está el Paisa, quien llevó a cabo el atentado del club El Nogal, un experto en terrorismo. Hay que entender que para hacer daño no se necesitan los ejércitos de otrora. La tecnología ha demostrado que para la guerra y el terrorismo de hoy solo se necesita una maleta con explosivos, drones y computadores. Estamos advertidos.