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América ocurrió cuando dos se besaron

Luis Carvajal Basto
14 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.

En medio del contrapunteo entre dictadores latinoamericanos y gobiernos populistas, de una parte, y el rey Felipe VI de otra, celebramos los primeros 532 años de historia compartida. Para festejarlo, superando muy frecuentes desvaríos, sugiero privilegiar expresiones afectuosas de nuestra inteligencia compartida –de escritores y poetas- al describir la relación con la que siempre será la madre patria.

“Un mundo nace cuando dos se besan”. La inspiración es de Octavio Paz quien, entre su maravillosa herencia, nos dejó el mejor y más divertido compendio sobre los hilos ocultos de la politiquería latinoamericana (La silla del Águila), un tema del que frecuentemente nos ocupamos. Una leyenda sobre las consecuencias de un beso siempre será mejor que una historia de horror en una narrativa de odio que pretende revanchas imposibles y minimiza la importancia de la integración en la primera globalización. Del nacimiento de una cultura común que nos hermana con 600 millones de hispanohablantes. España no puede comprenderse sin la América Hispana y viceversa. Tampoco la sociedad contemporánea.

Aunque se puedan criticar consecuencias marginales del colonialismo y sus efectos, negar la maravilla del descubrimiento o imaginar un mundo donde no sucedió, es ignorar la complejidad de las fuerzas que dieron y dan forma a nuestro mundo. El que hemos sido y no el que pudo ser. La historia humana es la de la interconexión entre diferentes culturas, con consecuencias tecnológicas y sociales. Sería como negar la determinante influencia de la cultura hispana en nuestro comportamiento o en la estructura genética de los colombianos. El resultado de esta mezcla de razas es que somos mayoritariamente hispánicos.

Más allá de narrativas y leyendas urbanas o rurales, a nuestra historia común la describe mejor una historia de amor. A diferencia de otras naciones que se enriquecieron con el comercio de esclavos negros -lo que les permitió una acumulación de capital sin precedentes-, desde muy temprano la corona española se esforzó en la inclusión y humanidad de los pobladores originarios. Así lo atestigua la ley de matrimonios mixtos emitida por Fernando e Isabel de Castilla que en 1514 ordenó: “Es nuestra voluntad que los indios e indias tengan, como deben, entera libertad para casarse con quien quisieren, así con indios como con naturales de estos nuestros reinos o españoles nacidos en las Indias, y que en esto no se les ponga impedimento. Y mandamos que ninguna orden nuestra que se hubiere dado o nos fuere dada pueda impedir ni impida el matrimonio entre los indios e indias con españoles o españolas, y que todos tengan entera libertad de casarse con quien quisieren, y nuestras Audiencias procuren que así se guarde y cumpla”.

En la raíz de la mezcla que somos se encuentran los matrimonios entre españoles e indígenas, explicando, junto con la inevitable llegada de enfermedades para ellos desconocidas, la merma de la población originaria en lugar de la mentira del exterminio que aún se fabula. Son reconocidos los reiterados llamados de atención de la corona al mismo Colón ordenando tratar con humanidad a los nativos americanos.

No podía ser de otra manera. Se trataba de un mandato de su propia cultura. Las reglas de caballería, código de conducta de la época -ideal romántico y heroico-, lo imponía. Honor, valentía, lealtad, cortesía, verdad, honra, respeto y protección de los débiles fueron sus principales valores. Ojalá lo fueran, en nuestro imaginario, todavía. Conquista y colonización no fueron obra de bárbaros.

Tres siglos después la Constitución de Cádiz, mejor conocida como “La Pepa”, en la matriz de las constituciones españolas, reconoció a los americanos su condición igualitaria, al afirmar en su artículo primero que “la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”. Establecía que los habitantes de las Américas, tanto indígenas como españoles, fueran considerados ciudadanos, gozando de los mismos derechos y deberes. Los españoles americanos -los criollos que lideraron la independencia- prefirieron constituir en América un estado democrático haciendo, bajo la influencia de las revoluciones francesa y norteamericana, una revolución que en sus inicios gritaba consignas como “viva el Rey. Abajo el mal gobierno”.

Al momento de establecerse el visado para que los colombianos pudiesen ingresar a España, García Márquez expresó su perplejidad al afirmar que era “como pedir permiso para entrar en la casa de la mamá”. No se le recuerda denigrar de nuestra herencia hispana o hablar mal de su madre como algunos, delatando su infame condición, lo hacen. Todo lo contrario. “La fraternidad entre España e Hispanoamérica es un puente que hemos construido con palabras, sueños y esperanzas compartidas”, dijo más tarde. Ese reconocimiento de la verdad histórica llevó a Isabel Allende hasta afirmar que “la raíz de mi amor a la palabra está en mi madre”. Una manera de destacar la fraternidad cultural y familiar entre dos mundos. Mi amigo y maestro, el poeta Pedro Medina Avendaño, autor de los himnos de Bogotá y del Partido Liberal, recogió ese amoroso vínculo al describir su terruño como uno “donde se vivaba a América y no se olvidaba a España”.

Al explorar valores compartidos León Felipe resulta difícil de superar. Al argüir las razones por las que el español se expresa en un tono alto -como suelen hacerlo santandereanos, llaneros y paisas- pudo establecer tres hitos: cuando gritó “tierra, tierra” en el descubrimiento; cuando gritó “justicia”, ante la desigualdad, y cuando advirtió sobre la llegada del lobo, al anticipar el ascenso del fascismo. No pudo advertir, sin embargo, que se venía una época de verdades alternativas en las que su alerta sería utilizada por regímenes fascistas que en apariencia condenan el fascismo, como lo hacen Maduro, Ortega y sus epígonos, para intentar disfrazar sus abominables dictaduras.

Pero sí lo hizo don Miguel de Cervantes, al enseñarnos que “la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”.

@herejesyluis

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