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Menos narrativas, más administración

Luis Carvajal Basto
23 de septiembre de 2024 - 05:00 a. m.

En los últimos dos años los colombianos hemos aprendido a navegar entre la niebla. La incertidumbre ha acompañado a quienes intentamos vivir más allá de las diferentes tramas, narrativas o cuentos con que somos sorprendidos cada día. El crecimiento del PIB durante julio despierta esperanzas, pero nos deja un sabor amargo al certificar el divorcio entre las promesas del gobierno, desde su plan de desarrollo, y la realidad de su muy pobre capacidad de ejecución. Es momento de pedir al gobierno coherencia, seriedad y, sobre todo, claridad en sus anuncios y decisiones superando las calenturas del momento; los impulsos ante cada coyuntura o la expectativa de las elecciones de 2026. Menos discursos altisonantes y más administración.

La “paz total”, presentada en su momento como la gran apuesta para reconciliar a un país que, en teoría, se había “reconciliado” luego del acuerdo con las FARC, abrió la puerta a una inédita agenda de gobierno. Desde entonces sus erráticas acciones han generado cada vez más escepticismo. Los grupos armados no han parado de ganar territorios e influencia. El aumento de la criminalidad y la violencia, mucho más en las zonas de frontera, se contradicen con el voluble discurso oficial. ¿Habrá dimensionado el gobierno, y sus vergonzantes socios “santistas”, la influencia del dictador Maduro en las acciones del ELN y los otros grupos armados? Desde Venezuela se sigue bombardeando la “paz total”. El golpe real al Ejército en Arauca coincide con las necesidades de ese régimen ante la condena mundial. Es un golpe sobre la mesa que favorece la difícil posición de un dictador que había advertido sobre los alcances de sus amigos en Colombia. ¿El gobierno no lo habrá medido o se encuentra conforme con la situación?

Los actores económicos también necesitan señales claras. Las cifras recientes del PIB muestran cifras en verde, luego de un largo periodo recesivo, pero la recuperación no es homogénea y en el mundo real no hemos visto la anunciada reactivación. La incertidumbre campea. ¿Cuántas reformas tributarias nos faltan? ¿Tendremos energía y gas en 2025 y 2026? Resulta paradójico que, mientras algunos sectores de la economía comienzan a ver la luz, el ambiente general sea de confusión. Necesitamos desde el gobierno confianza y certeza. Una base sólida para invertir y crecer.

El gobierno debe entender que cada trino y cada uno de sus anuncios tiene implicaciones profundas sobre todos los colombianos y no solo sobre la percepción de sus seguidores en la perspectiva de 2026. Resultan inexplicables convocatorias al Congreso como la realizada por el director de Crédito Público diciéndole al mundo que, si los parlamentarios no se reúnen con él, nuestra economía puede entrar en default. Esa conducta, convertida en regla desde el mismo presidente, genera desconfianza en la ciudadanía, en los inversionistas y en la comunidad internacional. Ninguna gestión será exitosa basada en calenturas e improvisaciones.

Hoy, más que nunca, Colombia necesita claridad y coherencia. Las políticas económicas y la comunicación desde el gobierno no pueden ser una moneda al aire. Requieren planeación, seriedad y consistencia. Administración. Si el gobierno quiere cumplir una mínima parte de sus promesas, en lugar de disculpas y narrativas para incautos, debe comenzar por ofrecer certeza a quienes mueven la economía y a todos. Su falta de claridad o confusión, como principio, en su recta final, no pueden continuar siendo, como si viviéramos en una eterna campaña, su mejor opción.

@herejesyluis

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