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Obama: razones de una paliza

Luis Carvajal Basto
10 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
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La derrota del presidente de los Estados Unidos en las recientes elecciones, por fuera de todo cálculo, va mucho más allá de las habituales explicaciones del marketing político.

La noticia de mayorías en cámara y senado por los republicanos, entre 19 y 20 nuevos escaños, se completa con su control de tres gobernaciones más de las que tenían, entre ellas algunas históricamente demócratas como, Maryland, Illinois y Massachusetts. Entre tanto, la aprobación al presidente cayó desde 54 puntos en diciembre de 2012 a 42 la semana anterior.

Esta es una historia en la que un presidente con los mejores resultados posibles luego de la crisis que comenzó en 2008 y aún no termina, pierde por mucho unas elecciones. El New York Times hizo evidente la paradoja de un mandatario derrotado con “Una economía lenta pero en constante mejora - con seis meses de fuerte crecimiento, la gasolina por debajo de 3 dólares el galón por primera vez en cuatro años y la reducción sustancial del déficit”. Debe añadirse que la tasa de desempleo, 5.9%, ha sido la más baja en los últimos años.

Esa descripción puede completarse con un breve análisis comparativo: mientras Estados Unidos registra un crecimiento de 3.5% en el tercer trimestre, luego de hacerlo al 4.6 % en el segundo y las acciones de las empresas siguen subiendo, Europa espera uno de apenas 1.1% en 2015.Luego de la crisis el tiempo le ha dado la razón al presidente Obama y a sus política de expandir el gasto público, duramente cuestionada por los republicanos que sin embargo, ganaron ahora las elecciones. El electorado no es tan racional y tiene escasa memoria: ha olvidado por completo que la burbuja financiera, el origen de la crisis, se produjo en los gobiernos del ex presidente Bush.

La percepción de los electores es otra cosa: con la abundancia de noticias negativas como las que produce el Ébola o el Estado islámico, casi el 70% de votantes coincidieron en encuestas que la economía va muy mal.Ese bajo estado de ánimo y temor conspiraron contra Obama.

Muchos analistas han asociado la derrota con los problemas iniciales de su reforma a la salud, el incumplimiento a los electores hispanos de una reforma migratoria en profundidad y a su indecisión frente a temas cruciales. También, a la reacción republicana en el uso de las tecnologías de la información con fines electorales, una extensión actual del marketing político con la que le fue tan bien al presidente demócrata en anteriores elecciones.

Puede existir parte de razón en cada una de ellas pero la derrota de Obama se explica mejor por el desgaste natural de los gobiernos en esta era de globalización en que, en casi todos los países, les resulta cada vez más difícil recaudar impuestos y gestionar el gasto público para reducir desequilibrios, la esencia de la agenda demócrata. Con prácticas cercanas al fraude muchas empresas “evaden” impuestos en los países en que operan estableciendo pactos secretos con gobiernos que les cobran menos como lo acaba de demostrar en Europa una investigación del consorcio internacional de periodistas de investigación, ICIJ, que ha puesto en evidencia a Pepsi, Amazon y cientos de multinacionales más. Las empresas que no lo hacen, juegan en desventaja.

Los votantes escucharon propuestas facilistas como que con menos impuestos se pueden generar más empleos o que el del Estado es un “gasto” innecesario. En el fondo, es esa la promesa que ha derrotado al presidente Obama aunque los electores no se den por enterados. ¿Se puede la democracia, la de Estados Unidos o cualquiera, así? Como están las cosas Hillary Clinton, inminente candidata, tiene menos de dos años para responder esta pregunta y convencer a las mayorías de que el suyo no será el tercer periodo de Obama.

@herejesyluis

 

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