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                                                                                                                                ¿Por Qué No Soy Socialdemócrata?

                                                                                                                                Ser socialdemócrata es signo de distinción y respetabilidad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Después de mucho pensarlo, creo haber encontrado la respuesta: para el socialdemócrata, el gran problema de la política de nuestro tiempo es el de la igualdad. En cambio, yo no estoy tan seguro. Me explico. Nadie discute que en los últimos veinte o treinta años las economías de mercado (o sea, casi todas) se han vuelto mucho más desiguales. Hay quienes no ven en esto ningún problema (llamémoslos neoliberales) mientras que para los socialdemócratas este hecho tiene consecuencias nefastas para la vida política y social contemporánea. Por eso insisten tanto en defender el "gasto social", mejorar la inversión en salud pública y en educación pública, en elevar impuestos a los más ricos, en regular monopolios y un largo etcétera.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Para mí, el problema central de la desigualdad (hay otros que aquí no alcanzo a discutir) es que reduce la libertad real de las personas en la base de la pirámide. Para los neoliberales la esencia de la libertad es la libertad de empresa, pero para mí la libertad real es la libertad de formar proyectos de vida (no necesariamente empresas) con la menor cantidad de coacciones posibles. Y resulta que en toda sociedad moderna se necesitan enormes aparatos de coacción: las jerarquías, los mercados y los Estados. Todos son necesarios. Pero eso no quiere decir que no se puedan limitar y que tengamos que aceptar que crezcan cada vez más.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Entonces, para quienes piensan como yo (a quienes yo prefiero denominar socialistas a secas), el problema no es cómo reducir la desigualdad sino cómo aumentar la autonomía de las personas. Claro, para eso se necesita reducir la desigualdad, pero no es suficiente. El socialdemócrata acepta el funcionamiento de los mercados y los Estados tal como son y luego procede a buscar el equilibrio entre los dos de acuerdo a ciertos principios igualitarios. En cambio el socialista (como yo lo defino) pasa a preguntarse cómo se pueden cambiar los principios de funcionamiento tanto de los mercados como de los estados.

                                                                                                                                ¿Cómo se pueden cambiar? Falta mucho por pensar, pero hay ideas sueltas, unas mejores que otras, casi todas aún por probar seriamente: incentivos a la propiedad cooperativa, extensión de los principios de negociación colectiva en el trabajo (cosa que los socialdemócratas de hace dos generaciones defendían), regulación democrática de las relaciones laborales, políticas macroeconómicas de pleno empleo y, por supuesto, mi idea predilecta, renta básica universal. En esta lista de pronto ni están todas las que son (seguro que hay más que se me escapan) ni son todas las que están (habrá algunas que mejor no ensayar). Pero quienes no somos ni neoliberales ni socialdemócratas tenemos que ir pensando en mejorar la lista, alargarla y estudiarla.
                                                                                                                                 

                                                                                                                                Ser socialdemócrata es signo de distinción y respetabilidad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Después de mucho pensarlo, creo haber encontrado la respuesta: para el socialdemócrata, el gran problema de la política de nuestro tiempo es el de la igualdad. En cambio, yo no estoy tan seguro. Me explico. Nadie discute que en los últimos veinte o treinta años las economías de mercado (o sea, casi todas) se han vuelto mucho más desiguales. Hay quienes no ven en esto ningún problema (llamémoslos neoliberales) mientras que para los socialdemócratas este hecho tiene consecuencias nefastas para la vida política y social contemporánea. Por eso insisten tanto en defender el "gasto social", mejorar la inversión en salud pública y en educación pública, en elevar impuestos a los más ricos, en regular monopolios y un largo etcétera.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Para mí, el problema central de la desigualdad (hay otros que aquí no alcanzo a discutir) es que reduce la libertad real de las personas en la base de la pirámide. Para los neoliberales la esencia de la libertad es la libertad de empresa, pero para mí la libertad real es la libertad de formar proyectos de vida (no necesariamente empresas) con la menor cantidad de coacciones posibles. Y resulta que en toda sociedad moderna se necesitan enormes aparatos de coacción: las jerarquías, los mercados y los Estados. Todos son necesarios. Pero eso no quiere decir que no se puedan limitar y que tengamos que aceptar que crezcan cada vez más.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Entonces, para quienes piensan como yo (a quienes yo prefiero denominar socialistas a secas), el problema no es cómo reducir la desigualdad sino cómo aumentar la autonomía de las personas. Claro, para eso se necesita reducir la desigualdad, pero no es suficiente. El socialdemócrata acepta el funcionamiento de los mercados y los Estados tal como son y luego procede a buscar el equilibrio entre los dos de acuerdo a ciertos principios igualitarios. En cambio el socialista (como yo lo defino) pasa a preguntarse cómo se pueden cambiar los principios de funcionamiento tanto de los mercados como de los estados.

                                                                                                                                ¿Cómo se pueden cambiar? Falta mucho por pensar, pero hay ideas sueltas, unas mejores que otras, casi todas aún por probar seriamente: incentivos a la propiedad cooperativa, extensión de los principios de negociación colectiva en el trabajo (cosa que los socialdemócratas de hace dos generaciones defendían), regulación democrática de las relaciones laborales, políticas macroeconómicas de pleno empleo y, por supuesto, mi idea predilecta, renta básica universal. En esta lista de pronto ni están todas las que son (seguro que hay más que se me escapan) ni son todas las que están (habrá algunas que mejor no ensayar). Pero quienes no somos ni neoliberales ni socialdemócratas tenemos que ir pensando en mejorar la lista, alargarla y estudiarla.
                                                                                                                                 

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