Cuando la pasión se transforma en violencia

“Nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesía, paciencia y tolerancia”, Cicerón.

Cada vez son más frecuentes y peligrosos los actos de violencia en los estadios de fútbol y en sus alrededores. Estas agresiones se dirigen a directivos, jugadores, cuerpo técnico e incluso entre las propias barras de los equipos, generalmente debido al descontento con los resultados. Estos actos vandálicos se llevan a cabo con la creencia errónea de que pueden alterar las decisiones deportivas, cuando en realidad solo perjudican a sus equipos debido a las sanciones impuestas.

El fútbol no es la vida, solo es un juego en el que se dan tres resultados: ganar, perder o empatar. Tras estos resultados, la cotidianidad de la vida sigue su curso normal. Todos debemos contribuir, desde nuestro rol, para no “motivar” la violencia. Expresiones, gestos, declaraciones en ruedas de prensa y celebraciones pueden ser tergiversados y aprovechados para actos vandálicos, debido a nuestra vulnerabilidad.

Es crucial que respetemos y acatemos las medidas que se tomen. Pedimos medidas drásticas y, cuando estas se implementan, se inicia un movimiento contrario para disminuirlas, cambiarlas o rebajarlas hasta lograrlo. Debemos ser firmes en las sanciones; esta será la única manera de combatir la violencia en el fútbol.

Unamos esfuerzos para buscar, enfrentar y superar este problema en un deporte tan poderoso, hermoso y especial como el fútbol, en el que lo primero es la conservación de la vida.

También debemos evitar el uso masivo de extintores en los estadios por razones de salud respiratoria y medio ambiente, y controlar toda la parafernalia que son símbolos de los equipos y han generado disturbios por apoderarse de estos, entre otras medidas.

“El verdadero poder no se revela en la violencia, sino en la capacidad de ser pacífico incluso en momentos de adversidad” (autor desconocido).

En este sentido, debemos recordar que la verdadera fuerza del fútbol radica en su capacidad para unir, inspirar y hacer que celebremos la vida. Preservemos este espíritu y trabajemos juntos para erradicar la violencia de nuestros estadios.

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