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“Nada que valga la pena es fácil. Solo inténtalo, vas a llegar”, Alex Morgan.
Terminó la participación de la selección femenina sub-20 de Colombia en el mundial de la categoría, que aún se juega en nuestro país, realizando un torneo gratificante hasta la fase de los penaltis, en la que quedó eliminada por Países Bajos.
Cuando un futbolista se enfrenta a la realidad deportiva no se limita a saltar al campo y poner a prueba su talento. Las circunstancias que rodean a la jugadora, tanto en el aspecto deportivo como personal, pueden afectar el rendimiento si la jugadora no tiene y maneja las herramientas necesarias para superarlas y soportarlas.
Lo expresado por el técnico Carlos Paniagua y las jugadoras es que la Federación Colombiana de Fútbol les dio las herramientas necesarias para la preparación para el mundial: partidos amistosos, logística adecuada, concentraciones, trabajo técnico, táctico, físico, mental, nutricional, con personal calificado, entre otras.
Durante el Mundial, se fueron consolidando tácticamente, siendo un equipo ordenado en el terreno de juego, con altibajos normales en su ejecución. Con valentía mental para enfrentar a las rivales, mostraron capacidad para superar momentos adversos. Ganaban los partidos muy ajustados, desperdiciaban varias oportunidades de gol, como en los cuartos de final frente a Países Bajos. Fue un recorrido gratificante. Ya en el partido decisivo, algo de lo anterior se evidenció; tal vez en la fase de los penaltis, el desgaste mental de no ganar en el tiempo reglamentario inconscientemente pudo influir en la ejecución.
Es el momento de una autocrítica técnica, táctica, física y mental para poder corregir y crecer. En un mes se jugará otro mundial de la categoría sub-17 y se pueden repetir los mismos errores. Es hora de convencernos de no perder las ganas de ganar, porque mentalidad ganadora hay; falta profundizar en una mentalidad triunfadora, que siempre esté presente para conseguir lo que se propone.
El fútbol femenino, desde sus diversas categorías, está enviando un mensaje claro y contundente: es imperativo mejorar la liga local para elevar el desempeño competitivo. La falta de una liga robusta y bien estructurada limita el desarrollo de las jugadoras, impidiendo que alcancen su máximo potencial.
Una liga local fuerte no solo proporcionaría un entorno más competitivo y profesional, sino que también serviría como plataforma para descubrir y nutrir nuevos talentos. Además, fortalecer la liga local contribuiría a cerrar la brecha con las potencias mundiales, permitiendo que nuestras jugadoras compitan de igual a igual en torneos internacionales. Es crucial que se inviertan recursos y se implementen políticas que promuevan el crecimiento y la profesionalización del fútbol femenino en nuestro país.
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