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Gustavo Petro, desde el auditorio Downtown Majestic en el corazón de Bogotá, rodeado de su familia, los integrantes de su bancada, su vicepresidenta, y con la presencia entusiasta de miles de seguidores, lúcido, elocuente, afirmativo, presentó el Acuerdo sobre lo fundamental como el eje de una gran coalición de fuerzas sociales, políticas y ciudadanía en general, para triunfar en segunda vuelta el 17 de junio.
El antecedente está en la expresión y concepto que empleó Álvaro Gómez Hurtado, después de su secuestro por el M-19, en la campaña presidencial de 1990 y en el proceso político que condujo a la Constitución de 1991.
En Manifiesto del Movimiento de Salvación Nacional, liderado por Gómez, se lee: “El Movimiento pretende agrupar la mayor suma posible de opiniones para exigir y respaldar todas las acciones encaminadas a lograr la efectiva vigencia de la ley, la recuperación de la moral pública, el restablecimiento de la justicia, la adopción de un modelo económico que procure el desarrollo equilibrado con justicia social y la preservación de los recursos naturales. Objetivos que apuntan hacia la reconquista del derecho a vivir en paz y a constituir un futuro amable y justo para los colombianos”.
“La fuerza del MSN consiste —precisó Gómez— en que presume el acuerdo de todos los colombianos sobre cinco puntos fundamentales en que nadie de buena fe puede discrepar. Se trata tan solo de ponerlos como cimiento de la concordia, como objetivos próximos del poder político. Y esto se puede hacer en todo tiempo. Por ejemplo ahora”.
Petro mantiene el propósito y la metodología sugeridos por Gómez y plantea puntos de total actualidad. Anoche, entre tales puntos incluyó: la tierra como modernización del campo hacia el fortalecimiento de una clase media rural, paz como erradicación de todas las violencias, más allá de lo acordado con las guerrillas, democratización de la economía (la propiedad), ni expropiaciones, ni estatizaciones, profundización de la democracia política mediante la apertura a nuevas ciudadanías, nada que ver con veleidades autoritarias, reformas democráticas planteadas históricamente por el liberalismo cuya no realización estuvo y está en el origen de las violencias, un tránsito que requiere varios gobiernos, por eso el acuerdo, expresa, debe ser estable. No mencionó anoche el problema del cambio climático y la centralidad del agua, pero es evidente que tal tema se incluye en su propuesta.
Con amplitud llamó al Acuerdo a todas las fuerzas sociales y políticas alternativas, democráticas, progresistas, liberales, a Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, pero aun, con notable audacia, mencionó a Germán Vargas Lleras. Entre líneas dejó el tema del presidente Santos, que no tiene como inclinarse por Iván Duque quien pondría en riesgo su legado de paz política.
En mi concepto el llamado podría incluir al Partido de la U y, en particular, a los senadores Roy Barreras, Armando Benedetti y a los también senadores del Partido Liberal Juan Manuel Galán y Luis Fernando Velasco. El precandidato liberal Juan Fernando Cristo, crítico de César Gaviria, jugará un papel definitivo en la postura final de los liberales amigos de la paz.
Para remontar los 14 puntos que lo separan de Iván Duque y superarlo Petro tendrá que cristalizar un pacto muy amplio de gobierno y traducirlo en votos reales. Esto corresponde pensarlo a todos los colombianos y colombianas, los jóvenes en particular.
Una ola de aire fresco está entrando en la política colombiana, nuevas mayorías están en trance de conformarse, un proceso de mediación estructural entre el modelo republicano de gobierno y los reclamos de dignidad nacional y justicia social está en curso con el liderazgo brillante y sagaz de Gustavo Petro y la empatía de Ángela María Robledo.