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Ignacio Antonio Torres Giraldo nació en Filandia (Quindío) el 5 de marzo de 1892 y murió en Cali (Valle) el 15 de noviembre de 1968. Escribo esta nota con ocasión de los 50 años de su fallecimiento porque considero que el país debe tener noticia de su vida en el contexto de los tiempos en que le tocó vivir y percatarse de la vigencia de su lucha civilista por la emancipación social del pueblo trabajador.
No estamos acostumbrados a considerar relevantes en la historia colombiana la vida y ejecutorias de figuras pertenecientes a las capas plebeyas de la sociedad, menos las de un autodidacta que se convirtió en brillante intelectual marxista, historiador destacado y prominente dirigente político comunista como fue Ignacio Torres Giraldo.
Imposible hablar de Ignacio Torres sin hablar de María Cano, la Flor del Trabajo, la figura pública más destacada del obrerismo en los años 20. Él y ella fueron fundadores, junto con otros líderes sociales e intelectuales, del Partido Socialista Revolucionario (PSR) en 1926, sin adscripción a la Internacional, y luego compartieron espacios cotidianos de vida en los años 40 y 50.
En los 20 hicieron causa común con ellos destacados dirigentes como Raúl Eduardo Mahecha, Tomás Uribe Márquez, Guillermo Hernández Rodríguez, Gonzalo Sánchez, Rafael Vaquero, Elvira Medina, Sofía López, Juan de Dios Romero, Erasmo Valencia, Manuel Quintín Lame, Enriqueta Jiménez… Fundado el Partido Comunista de Colombia (PCC) en el año 30, se desempeñan como sus primeros secretarios generales Guillermo Hernández, Luis Vidales e Ignacio Torres…
La acción política de Torres está inscrita en el marco de la III Internacional (Komintern) de la época de Stalin en la URSS. Torres Giraldo pasó un período de casi cinco años (1929-1934) estudiando marxismo en la capital de la Unión Soviética. Fue el tiempo en que se convirtió en “un convencido líder doctrinario estalinista”, aspecto inocultable en la brillante trayectoria de Torres Giraldo (Meschkat y Rojas, 2015).
Sobre esta etapa Torres escribió 50 meses en Moscú, texto recientemente publicado por la Universidad del Valle. Ignacio se aparta de la militancia en el PCC por desavenencias con otros líderes comunistas a comienzos de los años 40 cuando se afirmaban las tesis de Frente Popular ante el agobiador ascenso del fascismo.
Ignacio y María viven un corto período en Bogotá poco después del 9 de abril de 1948. Fue el momento en que Eddy, hijo de Ignacio criado amorosamente por María, se graduó como abogado en la Universidad Católica Bolivariana de Medellín y vino a la capital junto con su compañero de promoción Belisario Betancur Cuartas.
Era el tiempo en que Torres había comenzado a escribir Los inconformes para relatar la “historia de las masas en Colombia”. Obra de alto vuelo en cinco volúmenes que ofrece un amplio panorama de la historia del país desde el ángulo social. Belisario, quien vivía en casa de Ignacio y María, fue uno de los primeros lectores de Los inconformes.
En abril de 2016 conocí el edificio de La Candelaria (carrera 4° #12-61, piso 3) donde se produjo ese cruce de caminos entre los connotados líderes de la izquierda, Ignacio Torres y María Cano, y quien luego sería un sobresaliente líder conservador y presidente de la República entre 1982 y 1986, Belisario Betancur.
Durante más de una década Ignacio Torres, radicado en Medellín, como marxista independiente prosigue su trabajo de investigador y escritor de historia social. De ese tiempo son Huelga general en Medellín y Síntesis de historia política colombiana. A comienzos de los años 60 Ignacio vuelve al Valle del Cauca y se radica en Palmira donde atiende la Librería Cervantes de su propiedad. Llega al fin de sus días en Cali, en 1968. María Cano había fallecido el año anterior en Medellín.
Otra obra de Ignacio es precisamente María Cano, mujer rebelde: “María Cano es la única mujer de Colombia y de América que ha logrado encarnar en un momento de la historia toda la angustia y los anhelos de un pueblo”, dice en el último párrafo de un sentido texto que terminó en mayo del 68.
Ignacio fue también fundador de periódicos, entre ellos El Martillo, de Pereira; La Humanidad, de Cali; colaborador de la Ola Roja, de Popayán, y de Tierra. Otras dos obras suyas que tuvieron importante impacto práctico en el campo de la lucha social y la acción política fueron La cuestión indígena en Colombia y La cuestión sindical en Colombia.
Urania, hija de Ignacio, conservó por largo tiempo varias obras inéditas de su padre y su archivo político, materiales que donó a la Universidad del Valle. Urania, muy lúcida, vive en Cali.
Sobre los últimos años de Ignacio Torres en Palmira se cuenta con el valioso testimonio de Gustavo González, querido amigo residente también en Cali, quien por esa época tuvo estrecha relación con Ignacio siendo un joven líder obrero. Es Gustavo quien con sus vívidos recuerdos suscita en mi espíritu la admiración que tengo por Ignacio Torres y su obra.
Torres, de origen campesino, quien a los 16 años todavía no sabía escribir, con el correr de los años se convirtió en escritor de literatura, historiador, editor de periódicos, dirigente político y educador. Además del español tenía buen dominio del francés, el ruso, el alemán y el italiano.
Ignacio Torres, persona de carácter amable y tranquilo, era al mismo tiempo un hombre de profundas convicciones y decisión inquebrantable de lucha. Su huella es imperecedera y sus obras de historia social, que está editando el Departamento de Humanidades de la Universidad del Valle, constituyen útil lectura para quienes desde la orilla alternativa aspiran a transformar a Colombia.
Ayer y hoy las expresiones comunistas y otras formaciones de carácter crítico y sentido transformador, incluidos los movimientos políticos que surgen de los insurgentes que hacen acuerdos de paz, constituyen opciones absolutamente válidas en el marco de la pluralidad democrática. La paz radica en superar la inveterada exclusión. La historia es maestra de vida.