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Llegaron los días de compras, esos en los que nos acordamos de quienes queremos y pensamos en un suntuoso regalo para sorprenderlos. También es el momento de revisar muy bien ese detalle para aquel personaje de la oficina al que nos toca darle algo, porque la conciencia nos remuerde. Estamos llenos de justificaciones para comprar un poco por aquí y otro poco por allá. Por eso en esta época la economía repunta, y nuestros comerciantes, bares y hasta plazas se recuperan.
Durante todas estas semanas escribiendo #MadamePapita, mi camiseta siempre ha estado puesta en armonía con nuestros campesinos, nuestros productores y nuestros talentosos artesanos. Son ellos quienes, a lo largo de la historia, han permitido que las tradiciones del país sigan vivas en nuestras mesas, y que cada Navidad recobremos la ilusión del tamal con la receta de la abuela, desempolvemos el secreto de cómo freír los buñuelos y, sobre todo, cómo reviven las novenas de generación en generación, siempre con la pandereta en la mano. Como todos los años, los que comienzan el lunes serán nueve días de celebraciones donde lo más importante es la comida, la sonrisa navideña y el compartir en familia con quienes más queremos.
Nosotros los colombianos solo necesitamos una excusa para enfiestarnos, y esta época sí que es justificada. La Navidad a la colombiana es una navidad que brilla por su calidez, por el compartir y porque cada región tiene su tradición. Así que estamos acostumbrados a sobrevivir a un mes donde todo es permitido.
Por eso, y en aras de que esto sea aún mejor para todos, hoy quiero invitarlos a que llenen sus novenas de natillas, buñuelos y amasijos producidos por ustedes o por los vecinos del barrio; a que hagan sus compras en esos emprendimientos que tantos colombianos, con dedicación y ahínco, han ido levantando con una cabeza llena de sueños y unas manos listas para trabajar. Aprovechen las ferias de los artesanos para comprar esos regalos especiales que seguramente brillarán por ser piezas únicas; visiten las plazas y llenen su mesa de productos de nuestro campo, pues así lograremos que esta sea una mejor Navidad para nuestros campesinos. Anímense a preguntar en sus chats quién hace qué para las cenas, pues siempre ayudarán a una vecina que probablemente esté emocionada con su nueva producción, con su naciente negocio.
La idea es vivir y compartir nuestra Navidad no solo desde las fiestas más colombianas que conocemos, sino lograr también que nuestras compras estimulen cadenas de producción más justas y dejen más oportunidades para todos. Estoy segura de que si preguntan en el chat de la familia, hay una tía que hace galletas, un sobrino que ofrece regalos y hasta recibirán una invitación a celebrar con el temido sabajón. Llegaron las novenas y las fiestas de las compañías: llenen sus canastos y recuerden que colombiano compra colombiano, o por lo menos debería intentarlo.
Por eso hoy quiero invitarlos a Expoartesanías 2019 (www.expoartesanias.com). Esta feria, que durante las últimas dos décadas se ha convertido en una muestra impecable de nuestra riqueza artesanal, logra llevarnos por toda Colombia no solo gracias a las representaciones más ricas de las artesanías nacionales, sino que nos sorprende cada día con muestras culturales y gastronómicas de las regiones más apartadas del país. Todo esto sin movernos de Bogotá. Expoartesanías es realmente la ventana para que nuestras diferentes culturas, las representaciones de antiguas artes y un sinfín de oficios salgan directo a engalanar nuestras casas y nuestros armarios con ropa, calzado, mochilas y hasta joyería.
Ya para irme a buscar mi pandereta, y como estoy segura de que como buenos colombianos haremos un esfuerzo extra en nuestras compras, los invito a probar Fruandes (@fruandes). Más que una empresa que exporta y vende fruta deshidratada, Fruandes es una comunidad que ha buscado relaciones de comercio justo entre las más de 350 familias campesinas productoras que agrupa, generando empleo para más de 70 mujeres en su planta. Gracias a su disciplina y mucha técnica, han obtenido tres importantes sellos que los distinguen hoy como productores 100% orgánicos. Ellos han logrado que desde Ibagué salgan para el mundo, literalmente, bananos del Tolima, cacao de Urabá, mango de Tocaima, Pitahaya de Huila, piña de Cauca y uchuvas de Nariño. Son una comunidad que da valor agregado a sus productores, y nos impulsa a todos a pensar qué nos estamos llevando a la boca. Por demás, la ñapa de sus compras es que algunos de los empaques de sus productos sirven para hacer sus compostajes.