Se acercan las fiestas decembrinas y comienzan los balances de cierre de año, las listas de agradecimiento, los planes con la familia y la organización de todo tipo de eventos para las novenas, fiestas empresariales y, claro está, las coordinaciones y negociaciones familiares para la cena de navidad y la fiesta de año nuevo. Para nadie es un secreto que este año la gimnasia financiera será el eje de cualquier reunión, pero también hay que tener en cuenta que, en medio de todo lo que está pasando, hay que empezar a ponerle cara amable al 2023 que se avecina.
Noviembre se ha convertido en una mezcla maravillosa, donde la navidad llega de forma anticipada, y bastante acelerada, mientras le hemos empezado a sumar un especial espacio para dar las gracias. Es un ejercicio maravilloso, ya habitual en esta columna: dar gracias por lo sencillo y lo complejo, haciendo un rápido balance de lo que cada uno ha logrado, en parte, por nuestro sentido de adaptación, y en un esfuerzo titánico para terminar 2022 con confianza en 2023.
Ayer se celebró el “Día de Acción de Gracias” en Estados Unidos y otros lugares del mundo. Esta celebración se caracteriza por reunir a familiares y amigos en torno a un jugoso pavo y acompañamientos como mazorca, macarrones con queso, puré de camote, habichuelas, pan de maíz, salsas dulces y pies de manzana o pecanas. Una cena que, más allá de la misma fiesta, es un momento para reconocer la gratitud, abrazarnos, sentirnos y unirnos alrededor de ese noble sentimiento.
Y es exactamente eso lo que quiero en esta oportunidad: agradecer a todos los que a diario se levantan a seguir trabajando por el campo. A quienes, con convicción y fe férrea, siguen apostando por la cocina tradicional colombiana y su preservación. A aquellos que innovan, estudian y producen productos locales que son mundialmente apetecidos. A todos los chefs que año a año dejan el nombre del país en alto, no solo como parte de la élite local, sino también quienes salieron del país persiguiendo sus sueños.
Gracias a todos los dueños de restaurantes que durante este año lograron mantener empleos y puertas abiertas, con todas las implicaciones financieras que hemos vivido, y gracias a los emprendedores del campo, que siguen invirtiendo en el futuro del sector. Un especial agradecimiento a cada uno de los meseros, cocineros y demás apoyos que hacen posible la operación de cafeterías, restaurantes, bares y demás espacios donde la cocina sigue siendo espacio de reunión y diversión.
Gracias, gracias, gracias emprendedores de la gastronomía, a cada uno de quienes apuestan por mantener sus productos, sus innovaciones y sus negocios. Gracias por persistir y levantarse a hacer lo que mejor saben hacer: consentirnos con sus delicias llenas de amor.
Por ahora, yo seguiré este fin de semana comiendo ricos calentados del pavo que ha quedado, y extendiendo este sentimiento de agradecimiento a cada acción de la vida. Es un lindo ejercicio y vale la pena adoptarlo y establecerlo en nuestras vidas, y ojalá no solo en noviembre, sino en cada día de nuestra existencia.
Finalmente, pero no menos importante, gracias a ustedes, queridos lectores, por leerme y comentar siempre. Esas palabras, las buenas y las no tanto, también son bocados de amor que llenan mi corazón.
Se acercan las fiestas decembrinas y comienzan los balances de cierre de año, las listas de agradecimiento, los planes con la familia y la organización de todo tipo de eventos para las novenas, fiestas empresariales y, claro está, las coordinaciones y negociaciones familiares para la cena de navidad y la fiesta de año nuevo. Para nadie es un secreto que este año la gimnasia financiera será el eje de cualquier reunión, pero también hay que tener en cuenta que, en medio de todo lo que está pasando, hay que empezar a ponerle cara amable al 2023 que se avecina.
Noviembre se ha convertido en una mezcla maravillosa, donde la navidad llega de forma anticipada, y bastante acelerada, mientras le hemos empezado a sumar un especial espacio para dar las gracias. Es un ejercicio maravilloso, ya habitual en esta columna: dar gracias por lo sencillo y lo complejo, haciendo un rápido balance de lo que cada uno ha logrado, en parte, por nuestro sentido de adaptación, y en un esfuerzo titánico para terminar 2022 con confianza en 2023.
Ayer se celebró el “Día de Acción de Gracias” en Estados Unidos y otros lugares del mundo. Esta celebración se caracteriza por reunir a familiares y amigos en torno a un jugoso pavo y acompañamientos como mazorca, macarrones con queso, puré de camote, habichuelas, pan de maíz, salsas dulces y pies de manzana o pecanas. Una cena que, más allá de la misma fiesta, es un momento para reconocer la gratitud, abrazarnos, sentirnos y unirnos alrededor de ese noble sentimiento.
Y es exactamente eso lo que quiero en esta oportunidad: agradecer a todos los que a diario se levantan a seguir trabajando por el campo. A quienes, con convicción y fe férrea, siguen apostando por la cocina tradicional colombiana y su preservación. A aquellos que innovan, estudian y producen productos locales que son mundialmente apetecidos. A todos los chefs que año a año dejan el nombre del país en alto, no solo como parte de la élite local, sino también quienes salieron del país persiguiendo sus sueños.
Gracias a todos los dueños de restaurantes que durante este año lograron mantener empleos y puertas abiertas, con todas las implicaciones financieras que hemos vivido, y gracias a los emprendedores del campo, que siguen invirtiendo en el futuro del sector. Un especial agradecimiento a cada uno de los meseros, cocineros y demás apoyos que hacen posible la operación de cafeterías, restaurantes, bares y demás espacios donde la cocina sigue siendo espacio de reunión y diversión.
Gracias, gracias, gracias emprendedores de la gastronomía, a cada uno de quienes apuestan por mantener sus productos, sus innovaciones y sus negocios. Gracias por persistir y levantarse a hacer lo que mejor saben hacer: consentirnos con sus delicias llenas de amor.
Por ahora, yo seguiré este fin de semana comiendo ricos calentados del pavo que ha quedado, y extendiendo este sentimiento de agradecimiento a cada acción de la vida. Es un lindo ejercicio y vale la pena adoptarlo y establecerlo en nuestras vidas, y ojalá no solo en noviembre, sino en cada día de nuestra existencia.
Finalmente, pero no menos importante, gracias a ustedes, queridos lectores, por leerme y comentar siempre. Esas palabras, las buenas y las no tanto, también son bocados de amor que llenan mi corazón.