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Confieso que amo la pizza hawaiana, que seguro en Hawái le dirían la pizza colombiana porque es bien particular la mezcla de piña y jamón, pero bastante seductora cuando estoy muerta de hambre y eso es lo que hay. Es un placer culposo del cual ningún colombiano se salva. Y un placer lujurioso cuando se pueden mezclar, construir o deconstruir las más clásicas recetas italianas, buscando sabores locales, sofisticados, mexicanos, de bandeja paisa y hasta de pasaboca quinceañero con ciruela y tocineta.
Que tire la primera piedra el primer colombiano que no ha caído en un mordisco de pizza hawaiana o quizás en una con bocadillo y queso. Y este término hawaiano logró pasar hasta las panaderías en donde encontramos también un tipo de pan que mezcla todos los ingredientes que me hacen escribir esta columna
El mercado de la pizza se ha ido refinando de manera inimaginable, hoy tenemos espacio para todos los gustos. Fit para los deportistas y dietéticos empedernidos que esperan en sus masas harinas de almendras o integrales; de masa gruesa para los que aún nos gusta el sabor a pan; las masas que parecen galletas crocantes y hasta las gluten free. No alcanzaría la columna para que hablaramos de los toppings, porque ahora usted puede mezclar toda la huerta, gran parte de la sección de frutas, tofu, camembert y hasta siete quesos con la proteína que quiera.
Además de estas mezclas particulares, se suma que en una economía de guerra como la nuestra una porción de pizza siempre para un estudiante o para cualquier hijo de vecino será una buena opción costo-beneficio. Además del día a día, está el mega plan de pizza con cerveza viendo futbol, o el de domingo de pereza, televisión y pizza. Por porción o por metro, la pizza siempre lo saca a uno del problema y aprende uno a conocer a sus amigos.
Hay quienes son más sofisticados, otros más facilitos que hasta con una arepa arman su creación, pero al final la pizza es una experiencia bien particular. Con permiso de los amigos italianos, nosotros los colombianos hicimos una muy buena apropiación de un clásico de la gastronomía mundial.
Hoy quiero recomendarles un lugar que además de tener unas pizzas deliciosas es una delicatesen espectacular. Il Mercatino (@Ilmercatinobog) es el nombre perfecto para un mercado lleno de detalles y delicias. Literal, atendido por su propietario, Roberto, quien hace que la experiencia sea única. Roberto define Il Mercatino como una trattoria, y allí, entre pastas frescas, carnes curadas hechas en casa y pizzas, encontrarán un lugar acogedor, con sello propio, donde se come como en las buenas trattorias de Italia. Mis recomendados, la pizza funghi e provolone y la de prosciutto e pere (pera). Para llevar pastas frescas, salsas, quesos, carnes curadas y deliciosos vinos.
Pero para los que también nos gusta quedarnos entre las cobijas está One Pizza (@onepizzeria), cadena relativamente nueva o por lo menos para mí, que vivo fuera de Bogotá y es un lujo tener un domicilio de esta calidad en La Calera. Una apuesta por pizzas fit, veganas y tradicionales. Lo mejor de esta propuesta, sin dudarlo, son sus bordes con pesto, ¡descúbranlos! Pero si además de dejarse seducir por mezclas propias deciden ensayar la pizza al sartén, pueden hacerla ustedes mismos en sus casas. Ojo, veganos, pueden volverse adictos a la pizza margarita con tofu y borde de ajonjolí, sana y crujiente.
#MadamePapita