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¿Y qué pasa si solo por un día, o quizás dos, agradecemos todo lo que nos pasa, bueno, regular o malo, pero agradecemos?
Ayer se celebró en Estados Unidos el día de Acción de gracias, una fecha que, para muchos, y me incluyo, es el corazón del año, así como para otros es la Navidad, Halloween o Año Nuevo. La particularidad de esta celebración, que año a año nos reúne en torno a una mesa para comer y compartir, es que cada persona que se sienta lo hace para algo tan simple, pero al tiempo tan complejo, como dar las gracias. Aquí no importa quién cocina, quién pone qué en la mesa, quién puso los platos y los vasos, aquí lo fundamental es que logremos reconocer lo que implica tener tiempo para vernos, darnos un abrazo y simplemente agradecer por cada día, cada acción y, por qué no, cada desacierto del año.
Hemos perdido la sana costumbre de ver lo bueno, lo bonito y lo sencillo de las cosas, en medio de lo frenético del tiempo. Nos escudamos en el trabajo, las tareas y las carreras, olvidando que la obligación más importante que tenemos, todos por igual, es ser felices todos los días. Piénsenlo. Yo sé que para muchos este día no dice nada, que lo ven como una actividad comercial y para consumir, copiada, como tantas otras, de calendarios de otros países. Pero si uno va un poco más allá, se puede pensar que su significado no debería generar tanta división, sin importar la cultura, pues en esencia se trata de dar las gracias de una manera profunda y generosa, por todo lo que nos pasa, tenemos y somos.
Por mi parte, hoy quiero agradecer a cada una de las personas del periódico que hacen posible que cada viernes ustedes puedan leer a #MadamePapita. Quiero agradecer profundamente a cada uno de ustedes, los lectores que, en muchos y muy felices casos, ya son familia extuitera y ahora en X. Por supuesto, agradezco a mi familia y amigos, porque en medio de este año tan particular y difícil, me dieron millones de motivos para agradecer.
Además, y de corazón, quiero agradecer a cada productor, transportador, vendedor y vecino emprendedor, que sigue confiando en que la economía se mueve, y más ahora, con un especial énfasis en productos de corazón colombiano. Muchas veces sentimos que los procesos se convierten en cosas que tienen que pasar y por ello dejamos de valorarlos, pero es evidente que sin ustedes no lograríamos tener en la mesa algo que compartir no solo hoy, sino a diario.
Finalmente, desde del corazón absoluto de #MadamePapita, gracias a todos los restaurantes y sus equipos, que frente a la difícil situación de este 2023, le hacen el quite a un momento crítico de la economía nacional. Con su esfuerzo y compromiso nos demuestran que, sin importar en que eslabón de la cadena estén o el servicio que brinden, ustedes son los que dinamizan la economía de “la alimentación”.
Viene el momento más importante para la economía, pues llegó diciembre con su alegría. Es el momento para que muchos emprendedores, productores del agro, hoteleros y todos los demás miembros del sector gastronómico que pueda estar dejando por fuera, puedan reivindicar sus ingresos y tener, finalmente, un respiro real. Por nuestra parte, es nuestro momento, como colombianos, de priorizar cada compra pensando en eso: en que seremos cada uno de nosotros quienes en 366 días (sí, 2024 es bisiesto) podamos dar las gracias por haber ayudado durante un año que, esperamos, no sea tan complejo, gracias a nuestras compras, viajes o fiestas que realicemos.
El poder de dar gracias es sencillo. Es una palabra que nos saca sonrisas, refleja lo importante y nos da un espacio para que cada uno de nosotros sienta como transforma un momento del día en algo mucho más poderoso. Ojalá lo utilicemos no solo este fin de semana, sino durante lo que queda de 2023 y a lo largo de 2024.