La determinación a la hora de comer es casi igual de importante que saber por quién votar. Esas personas que todo les da lo mismo a la hora de sentarse a la mesa son iguales de insípidas que un beso sin babas. Es sencillo, si le preguntan qué quiere comer y tiene el poder de elegir, entonces hágase el favor y tenga determinación para pedir desde un vaso de agua hasta el más soñado manjar.
Hoy en día las posibilidades son infinitas, desde comida con base en dietas crudas, orgánicas, frescas, omnívoras, carnívoras, veganas; abren un mundo de posibilidades a la hora de decidir.
No se trata de sentarse a la mesa a evangelizar al vecino y a convertirlo, esto no es una religión. No hay nada más enloquecedor que un extremista en cualquiera de sus dietas, que quiera meterle a uno su supuesta convicción por los ojos. La decisión de cómo nos alimentamos no es una verdad revelada ni una iluminación divina, es la manera cómo desde el goce podemos disfrutar de la comida.
¡Comer es un placer, uno de los más profundos, delicados y gozados! Y los colombianos tenemos una infinidad de productos frescos el año entero, entonces, ¿cuál es la necesidad de comida basura, de los enlatados, de los extrañamente procesados llenos de colores, azúcares o anilinas?
¡No entiendo y me declaro impedida para entenderlos! Está bien, elegir es un proceso de libertad, pero un poquito de cabeza fría para frenar fenómenos mundiales de malnutrición, obesidad y adicciones. No es tan difícil, cuesta pero es un proceso delicioso el poder cambiar una gaseosa por un nuevo sabor, descubrir frutas y verduras en lugar de un paquete de fritos o lo más simple de todo, tratar de cambiar el ACPM (arroz, carne, papa y maduro) por un poco de ensalada y porciones más pequeñas.
Piense que puede ser más rico un palmito fresco del Putumayo a uno enlatado y lleno de químicos, o un dulce de fresas de receta casera a una funda de salsa radioactiva que dice tener un 5% de fruta. “Decisiones en la vida, decisiones cada día”, no hay más que decir. Usted tiene el poder en sus manos, o en su estomago, para iniciar el cambio. ¡Anímese!
Hoy los recomendados son…
Kuru (IG: @kurubogota): Es una mezcla perfecta de servicio, comida y la simplicidad y buen gusto del lugar, que refleja el sentir de su nombre: un lugar “cool”. Japón en la mesa con sabores auténticos y sofisticados. Siendo un restaurante de hotel, rompe con todo los clichés pues es un restaurante que amerita volver. Robata en su esplendor y un sushi que en cada mordisco se siente lo fresco de los productos. Súmele a esto una carta con sakes únicos. Yo me declaro fan y seguiré visitándolos con regularidad. Por favor prueben la robata de palmitos y el mix de hongos.
Pastrami (IG: @pastrami_bog): Un restaurante pequeño en Bogotá con carta reducida a dos productos, sanduches de pastrami con papas fritas o ensalada de la casa. De esas opciones no sé cuál estaba más rica. La carne suave y sabrosa, cortes asimétricos pero bien delgados, queso suizo, mostaza y pepinillos, yo no pido más. En la ensalada realmente lo diferente es la salsa, que logra engancharlo a uno con un producto sencillo pero rico.
#MadamePapita
La determinación a la hora de comer es casi igual de importante que saber por quién votar. Esas personas que todo les da lo mismo a la hora de sentarse a la mesa son iguales de insípidas que un beso sin babas. Es sencillo, si le preguntan qué quiere comer y tiene el poder de elegir, entonces hágase el favor y tenga determinación para pedir desde un vaso de agua hasta el más soñado manjar.
Hoy en día las posibilidades son infinitas, desde comida con base en dietas crudas, orgánicas, frescas, omnívoras, carnívoras, veganas; abren un mundo de posibilidades a la hora de decidir.
No se trata de sentarse a la mesa a evangelizar al vecino y a convertirlo, esto no es una religión. No hay nada más enloquecedor que un extremista en cualquiera de sus dietas, que quiera meterle a uno su supuesta convicción por los ojos. La decisión de cómo nos alimentamos no es una verdad revelada ni una iluminación divina, es la manera cómo desde el goce podemos disfrutar de la comida.
¡Comer es un placer, uno de los más profundos, delicados y gozados! Y los colombianos tenemos una infinidad de productos frescos el año entero, entonces, ¿cuál es la necesidad de comida basura, de los enlatados, de los extrañamente procesados llenos de colores, azúcares o anilinas?
¡No entiendo y me declaro impedida para entenderlos! Está bien, elegir es un proceso de libertad, pero un poquito de cabeza fría para frenar fenómenos mundiales de malnutrición, obesidad y adicciones. No es tan difícil, cuesta pero es un proceso delicioso el poder cambiar una gaseosa por un nuevo sabor, descubrir frutas y verduras en lugar de un paquete de fritos o lo más simple de todo, tratar de cambiar el ACPM (arroz, carne, papa y maduro) por un poco de ensalada y porciones más pequeñas.
Piense que puede ser más rico un palmito fresco del Putumayo a uno enlatado y lleno de químicos, o un dulce de fresas de receta casera a una funda de salsa radioactiva que dice tener un 5% de fruta. “Decisiones en la vida, decisiones cada día”, no hay más que decir. Usted tiene el poder en sus manos, o en su estomago, para iniciar el cambio. ¡Anímese!
Hoy los recomendados son…
Kuru (IG: @kurubogota): Es una mezcla perfecta de servicio, comida y la simplicidad y buen gusto del lugar, que refleja el sentir de su nombre: un lugar “cool”. Japón en la mesa con sabores auténticos y sofisticados. Siendo un restaurante de hotel, rompe con todo los clichés pues es un restaurante que amerita volver. Robata en su esplendor y un sushi que en cada mordisco se siente lo fresco de los productos. Súmele a esto una carta con sakes únicos. Yo me declaro fan y seguiré visitándolos con regularidad. Por favor prueben la robata de palmitos y el mix de hongos.
Pastrami (IG: @pastrami_bog): Un restaurante pequeño en Bogotá con carta reducida a dos productos, sanduches de pastrami con papas fritas o ensalada de la casa. De esas opciones no sé cuál estaba más rica. La carne suave y sabrosa, cortes asimétricos pero bien delgados, queso suizo, mostaza y pepinillos, yo no pido más. En la ensalada realmente lo diferente es la salsa, que logra engancharlo a uno con un producto sencillo pero rico.
#MadamePapita