Esta columna tuvo una primera parte en 2017. La leí cuidadosamente y miré bien el reloj, revisé la fecha y, ¡oh sorpresa! seguimos en el mismo mar de arequipe: remando y empujando, que es lo importante, pero sin encontrar un punto intermedio entre lo que necesitan las ciudades y lo que implica votar. Las campañas no se cerraron realmente el fin de semana pasado, las cerraremos el día y a la hora que votemos y con lo que logremos hacer conscientemente.
Hace unos días, muchos lectores me escribieron, muy molestos, por recordarles la responsabilidad de leer y no comer cuento. Algunos estaban indignados porque no puedo pensar diferente, y seguir creyendo que el cuento está en los ciudadanos, que pueden elegir pensando a largo plazo y no en la euforia del momento. Respetable, pero ni por un montón de haters voy a cambiar mis prioridades.
En este espacio buscamos reconocer nuestras tradiciones, nuestro campo, nuestras compras directas. Buscamos darles espacio a esos pequeños productores que, a diferencia de millones de colombianos, duermen poco, trabajan mucho y le ponen todo su “producido” a cada siembra, proyecto o hasta sus mismos animales, de los que nos alimentamos todos.
En el último mes pasé por varios pueblos de Boyacá, donde los cultivos están al pie de la carretera; como pasa también en La Calera y municipios cercanos a Bogotá, como Subachoque, Chía, Cota y Tabio. Con horror, vi miles de propuestas y ninguna habla de la prioridad del campo, tecnificación o transferencia de tecnología para el agro. Eso sí, urbanizar, construir, conectar todo en concreto es el renglón de las mejores propuestas. Ni hablemos de la carencia de hablar de cuidado de fuentes hídricas.
En fin, nada pareció cambiar entre 2019 y hoy. Lo que sí es claro es que este fin de semana tendremos en el menú del día lechona, cerveza, bus a los puestos para acortar el camino y, si es muy comprometido con su causa, plata, tejas o cosas por el estilo. Esto ya ni nos despeluca, porque se nos volvió el día a día cada año de elecciones.
Lo importante hoy viernes, a dos días de votar, es darle una revisada al tema de alimentación escolar, beneficios para los productores, programas o proyectos de educación, ojalá con acceso a tecnología, manejo de créditos blandos… todo lo que representa ese rubro tan importante de nuestras comunidades, que es la seguridad alimentaria.
Insisto: es momento de hacer las cosas bien, de movernos y preguntar. De no tragar entero o, por lo menos, darle una masticada a los planes de gobierno, que serán nuestra carta de navegación por los próximos años. Una buena lechona se consigue en las fiestas decembrinas que ya se avecinan, pero un buen dirigente, por estos días, nos cuesta muchísimo.
Es su poder, no del que le compró el voto. Pero si el camino fácil le llama la atención, acuérdese de no convertirse en un hater en redes, lleno de quejas e insultos que no tendrán ningún fundamento, sabiendo lo que hizo con su voto.
Por mi parte, espero con ansias diciembre para tener una que otra invitación con lechona, buñuelos y buena cerveza, y con la certeza de que no me costará más allá de la vaca que hicimos para ese plan.
Vote bien y póngale el corazón al campo.
Esta columna tuvo una primera parte en 2017. La leí cuidadosamente y miré bien el reloj, revisé la fecha y, ¡oh sorpresa! seguimos en el mismo mar de arequipe: remando y empujando, que es lo importante, pero sin encontrar un punto intermedio entre lo que necesitan las ciudades y lo que implica votar. Las campañas no se cerraron realmente el fin de semana pasado, las cerraremos el día y a la hora que votemos y con lo que logremos hacer conscientemente.
Hace unos días, muchos lectores me escribieron, muy molestos, por recordarles la responsabilidad de leer y no comer cuento. Algunos estaban indignados porque no puedo pensar diferente, y seguir creyendo que el cuento está en los ciudadanos, que pueden elegir pensando a largo plazo y no en la euforia del momento. Respetable, pero ni por un montón de haters voy a cambiar mis prioridades.
En este espacio buscamos reconocer nuestras tradiciones, nuestro campo, nuestras compras directas. Buscamos darles espacio a esos pequeños productores que, a diferencia de millones de colombianos, duermen poco, trabajan mucho y le ponen todo su “producido” a cada siembra, proyecto o hasta sus mismos animales, de los que nos alimentamos todos.
En el último mes pasé por varios pueblos de Boyacá, donde los cultivos están al pie de la carretera; como pasa también en La Calera y municipios cercanos a Bogotá, como Subachoque, Chía, Cota y Tabio. Con horror, vi miles de propuestas y ninguna habla de la prioridad del campo, tecnificación o transferencia de tecnología para el agro. Eso sí, urbanizar, construir, conectar todo en concreto es el renglón de las mejores propuestas. Ni hablemos de la carencia de hablar de cuidado de fuentes hídricas.
En fin, nada pareció cambiar entre 2019 y hoy. Lo que sí es claro es que este fin de semana tendremos en el menú del día lechona, cerveza, bus a los puestos para acortar el camino y, si es muy comprometido con su causa, plata, tejas o cosas por el estilo. Esto ya ni nos despeluca, porque se nos volvió el día a día cada año de elecciones.
Lo importante hoy viernes, a dos días de votar, es darle una revisada al tema de alimentación escolar, beneficios para los productores, programas o proyectos de educación, ojalá con acceso a tecnología, manejo de créditos blandos… todo lo que representa ese rubro tan importante de nuestras comunidades, que es la seguridad alimentaria.
Insisto: es momento de hacer las cosas bien, de movernos y preguntar. De no tragar entero o, por lo menos, darle una masticada a los planes de gobierno, que serán nuestra carta de navegación por los próximos años. Una buena lechona se consigue en las fiestas decembrinas que ya se avecinan, pero un buen dirigente, por estos días, nos cuesta muchísimo.
Es su poder, no del que le compró el voto. Pero si el camino fácil le llama la atención, acuérdese de no convertirse en un hater en redes, lleno de quejas e insultos que no tendrán ningún fundamento, sabiendo lo que hizo con su voto.
Por mi parte, espero con ansias diciembre para tener una que otra invitación con lechona, buñuelos y buena cerveza, y con la certeza de que no me costará más allá de la vaca que hicimos para ese plan.
Vote bien y póngale el corazón al campo.