Bueno, lo de apretarse el cinturón se cumplió una vez terminadas las cabañuelas de enero. Llegamos ya al final de la tercera semana del primer mes del año, volvemos a la universidad, la oficina y los niños a los colegios, y ese regreso se sintió con bastante fuerza, obligándonos a hacer una mejor planeación “estratégica” de la casa, el mercado, las loncheras… y hasta de cómo mantenerse firme con los compromisos del cambio de año.
Después de los gozosos vienen los respetuosos, dicen en mi casa. Se acabó la flexibilidad y tocó meterle matemáticas y orden a la despensa y, claro está, sacar las cocas que nos confirman como miembros del cartel de la semana, para optimizar los gastos de los adultos y de los más pequeños. Creo que es el año en que más información he recibido de servicios de almuerzos listos que llegarían directo a mi trabajo o a la casa, con grandes descuentos y variedad de menús, lo que me lleva a pensar cuánto tiempo necesitamos realmente para apersonarnos de nuestra alimentación.
Esa es la pregunta que nos garantizará lograr más ahorros en casa, mejorar nuestra alimentación y ofrecerles a los niños algo más nutritivo, posiblemente, que lo que pueden recibir de los Programas de Alimentación Escolar (PAE). El costo de la vida, en muchos casos, va en contra de lo que necesitamos a diario para tener una alimentación básica acorde a las necesidades, y nos obliga a poder preparar, organizar y congelar lo que tenemos catalogado como “lo que sobró”.
Organizar lo que comemos semana a semana nos permite ahorrar en lo que compramos, ir a la plaza y llevar las cosas de acuerdo a la maduración que nos funcione y, lo más importante, cuidar el bolsillo. Así, la plata rinde y los platos serán lo más completos posible. La tienda seguramente nos saca del apuro de lo que nos falta, pero el ideal es intentar planear para economizar.
El palo no está para cucharas, ni los ingresos dan como para volvernos exquisitos. La realidad hoy, frente a la situación de la economía del país, es que todos estamos buscando por dónde hacer mejoras y adecuaciones frente a lo que recibimos. Hemos sentido el cierre de la vía al Llano con algunos productos que subieron, las heladas de enero comienzan a afectar los precios de las hortalizas, y aún queda la incertidumbre de si tendremos o no un Fenómeno de El Niño muy marcado.
Como ven, el regreso de las loncheras es, literalmente, como encontrarse un tesoro: es perderle el miedo y la pereza a si tenemos tiempo y ganas, o a si seremos capaces de regresar a hacer compras en la plaza, perdiendo la comodidad del mercado y hasta del Rappi. Se trata de pensar si se comerán lo que se les manda, o lo perderemos. En fin, hay un montón de preguntas que sin lugar a dudas son importantes, pero es más importante empezar y darse el chance de ajustarse, en familia, al nuevo presupuesto del hogar.
Hay que aprender a comprar productos de temporada, sin dejar de darse uno que otro gusto de cuando en vez. Hay que hablar en familia sobre qué se come y cómo les llama más la atención la lonchera, y en el caso de los colegios e instituciones públicas, aprender a defender y exigir lo que les corresponde como alimentación a los menores. Gran tarea todo esto, pero con la energía de enero aún estamos a tiempo de poder empezar con el pie derecho esta tarea de regresar a la comida consciente y de casa, que seguro tendrá más de un beneficio para todos.
Hoy quiero invitarlos a un recorrido en familia, por ejemplo, a la plaza de la Perseverancia, donde abundan los festivales gastronómicos y una carta fija con varias delicias de todo el país. Es un lugar donde siempre hay un gran bocado para probar, y así el mercado se convierte en una experiencia de todos. Si estamos listos y dispuestos a una buena caminada, sin lugar a duda el sitio a visitar es la Plaza de Paloquemao, donde encontrarán artesanías, restaurantes, alimentos frescos, abarrotes y un mercado de flores que es maravilloso.
Revisen su localidad e intégrense a la dinámica de las plazas. Les aseguro que muy pronto más de uno se fidelizará con su vendedor de confianza, y comenzará a rotar todo lo que empaca en sus loncheras.
Bueno, lo de apretarse el cinturón se cumplió una vez terminadas las cabañuelas de enero. Llegamos ya al final de la tercera semana del primer mes del año, volvemos a la universidad, la oficina y los niños a los colegios, y ese regreso se sintió con bastante fuerza, obligándonos a hacer una mejor planeación “estratégica” de la casa, el mercado, las loncheras… y hasta de cómo mantenerse firme con los compromisos del cambio de año.
Después de los gozosos vienen los respetuosos, dicen en mi casa. Se acabó la flexibilidad y tocó meterle matemáticas y orden a la despensa y, claro está, sacar las cocas que nos confirman como miembros del cartel de la semana, para optimizar los gastos de los adultos y de los más pequeños. Creo que es el año en que más información he recibido de servicios de almuerzos listos que llegarían directo a mi trabajo o a la casa, con grandes descuentos y variedad de menús, lo que me lleva a pensar cuánto tiempo necesitamos realmente para apersonarnos de nuestra alimentación.
Esa es la pregunta que nos garantizará lograr más ahorros en casa, mejorar nuestra alimentación y ofrecerles a los niños algo más nutritivo, posiblemente, que lo que pueden recibir de los Programas de Alimentación Escolar (PAE). El costo de la vida, en muchos casos, va en contra de lo que necesitamos a diario para tener una alimentación básica acorde a las necesidades, y nos obliga a poder preparar, organizar y congelar lo que tenemos catalogado como “lo que sobró”.
Organizar lo que comemos semana a semana nos permite ahorrar en lo que compramos, ir a la plaza y llevar las cosas de acuerdo a la maduración que nos funcione y, lo más importante, cuidar el bolsillo. Así, la plata rinde y los platos serán lo más completos posible. La tienda seguramente nos saca del apuro de lo que nos falta, pero el ideal es intentar planear para economizar.
El palo no está para cucharas, ni los ingresos dan como para volvernos exquisitos. La realidad hoy, frente a la situación de la economía del país, es que todos estamos buscando por dónde hacer mejoras y adecuaciones frente a lo que recibimos. Hemos sentido el cierre de la vía al Llano con algunos productos que subieron, las heladas de enero comienzan a afectar los precios de las hortalizas, y aún queda la incertidumbre de si tendremos o no un Fenómeno de El Niño muy marcado.
Como ven, el regreso de las loncheras es, literalmente, como encontrarse un tesoro: es perderle el miedo y la pereza a si tenemos tiempo y ganas, o a si seremos capaces de regresar a hacer compras en la plaza, perdiendo la comodidad del mercado y hasta del Rappi. Se trata de pensar si se comerán lo que se les manda, o lo perderemos. En fin, hay un montón de preguntas que sin lugar a dudas son importantes, pero es más importante empezar y darse el chance de ajustarse, en familia, al nuevo presupuesto del hogar.
Hay que aprender a comprar productos de temporada, sin dejar de darse uno que otro gusto de cuando en vez. Hay que hablar en familia sobre qué se come y cómo les llama más la atención la lonchera, y en el caso de los colegios e instituciones públicas, aprender a defender y exigir lo que les corresponde como alimentación a los menores. Gran tarea todo esto, pero con la energía de enero aún estamos a tiempo de poder empezar con el pie derecho esta tarea de regresar a la comida consciente y de casa, que seguro tendrá más de un beneficio para todos.
Hoy quiero invitarlos a un recorrido en familia, por ejemplo, a la plaza de la Perseverancia, donde abundan los festivales gastronómicos y una carta fija con varias delicias de todo el país. Es un lugar donde siempre hay un gran bocado para probar, y así el mercado se convierte en una experiencia de todos. Si estamos listos y dispuestos a una buena caminada, sin lugar a duda el sitio a visitar es la Plaza de Paloquemao, donde encontrarán artesanías, restaurantes, alimentos frescos, abarrotes y un mercado de flores que es maravilloso.
Revisen su localidad e intégrense a la dinámica de las plazas. Les aseguro que muy pronto más de uno se fidelizará con su vendedor de confianza, y comenzará a rotar todo lo que empaca en sus loncheras.