Logramos dejar vivir a octubre con dificultad, pues en muchos lugares y almacenes el esqueleto ya estaba vestido de navidad y las calabazas hasta tenían bombillos rojos y verdes. Pero, si bien se logró dejar vivir Halloween, ni bien fue primero de noviembre, se sacudió el árbol, salieron las estrellas, entraron las guirnaldas y comenzaron los villancicos.
Alguna vez escuché en un programa radial del amanecer que quienes viven la Navidad desde más temprano son personas más felices. Y, sin dudarlo, lo creo, pues lo que implica armar, decorar y vivir esta temporada por dos meses difícilmente puede ser superado por algo más. No podemos negar que la Navidad es una temporada donde la gente (generalmente) es más amable, se da más permisos y, sobre todo, come con mucha felicidad.
Ya uno se encuentra buñuelos a diario, fresquitos y crocantes. Comienza también a tropezarse con promociones de cajas de natilla, para empezar a practicar, y yo, por lo menos, ya compré unas cuantas libras de mora de mi vecina, para tener salsa lista siempre. Anoté los números de emprendimientos de una que otra lechona que vi en Instagram y se veía deliciosa, y ya la pauta que me sale en todas las redes tiene que ver con perniles, pavos y chicharrón. ¡Vamos bien para ser 10 de noviembre!
Ahora viene lo difícil: comenzar a seleccionar las delicias de cada día de diciembre y, de paso, organizar las novenas y demás fiestas que vienen. Menos mal hay 31 días. Cada región en Colombia tiene una especialidad que, sin lugar a duda, valdrá la pena descubrir. Lo propio del interior serán los tamales, el ajiaco, el pernil y las demás delicias cachacas que me han acompañado por más de 40 años.
Este año invertiré más tiempo en conocer las comunidades asentadas en la capital. Quiero explorar qué se consigue y cómo se construye comunidades lejos de casa. Por eso, mi invitación esta semana es a contar historias de comida de navidad, tradiciones regionales y cómo consiguen, en la zona donde se encuentran, eso que le hace falta para poder mantener viva su historia. Ahí están mis redes, para que, entre todos, nos llenemos de ideas que hagan de estas fiestas unas bien colombianas.
Estas fechas están llenas de recuerdos y sabores, depende de cada uno de nosotros poder compartirlo y mantenerlo vivo. Estamos a cuatro viernes del 8 de diciembre, a seis de navidad y a siete de Año Nuevo, así que lo que no hay es tiempo para pensar en las delicias que podemos preparar y compartir, sino que más bien debemos enfocarnos de una vez, y tener claro que colombiano debería comprar colombiano, y así darle un espaldarazo a la economía y sabor local.
Buen provecho para estas semanas de mucho sabor.
Logramos dejar vivir a octubre con dificultad, pues en muchos lugares y almacenes el esqueleto ya estaba vestido de navidad y las calabazas hasta tenían bombillos rojos y verdes. Pero, si bien se logró dejar vivir Halloween, ni bien fue primero de noviembre, se sacudió el árbol, salieron las estrellas, entraron las guirnaldas y comenzaron los villancicos.
Alguna vez escuché en un programa radial del amanecer que quienes viven la Navidad desde más temprano son personas más felices. Y, sin dudarlo, lo creo, pues lo que implica armar, decorar y vivir esta temporada por dos meses difícilmente puede ser superado por algo más. No podemos negar que la Navidad es una temporada donde la gente (generalmente) es más amable, se da más permisos y, sobre todo, come con mucha felicidad.
Ya uno se encuentra buñuelos a diario, fresquitos y crocantes. Comienza también a tropezarse con promociones de cajas de natilla, para empezar a practicar, y yo, por lo menos, ya compré unas cuantas libras de mora de mi vecina, para tener salsa lista siempre. Anoté los números de emprendimientos de una que otra lechona que vi en Instagram y se veía deliciosa, y ya la pauta que me sale en todas las redes tiene que ver con perniles, pavos y chicharrón. ¡Vamos bien para ser 10 de noviembre!
Ahora viene lo difícil: comenzar a seleccionar las delicias de cada día de diciembre y, de paso, organizar las novenas y demás fiestas que vienen. Menos mal hay 31 días. Cada región en Colombia tiene una especialidad que, sin lugar a duda, valdrá la pena descubrir. Lo propio del interior serán los tamales, el ajiaco, el pernil y las demás delicias cachacas que me han acompañado por más de 40 años.
Este año invertiré más tiempo en conocer las comunidades asentadas en la capital. Quiero explorar qué se consigue y cómo se construye comunidades lejos de casa. Por eso, mi invitación esta semana es a contar historias de comida de navidad, tradiciones regionales y cómo consiguen, en la zona donde se encuentran, eso que le hace falta para poder mantener viva su historia. Ahí están mis redes, para que, entre todos, nos llenemos de ideas que hagan de estas fiestas unas bien colombianas.
Estas fechas están llenas de recuerdos y sabores, depende de cada uno de nosotros poder compartirlo y mantenerlo vivo. Estamos a cuatro viernes del 8 de diciembre, a seis de navidad y a siete de Año Nuevo, así que lo que no hay es tiempo para pensar en las delicias que podemos preparar y compartir, sino que más bien debemos enfocarnos de una vez, y tener claro que colombiano debería comprar colombiano, y así darle un espaldarazo a la economía y sabor local.
Buen provecho para estas semanas de mucho sabor.