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Cada año esperamos con ansias que llegue diciembre con su alegría, no solo porque “por fin” se acaba el año y hacemos el temido balance, sino porque es el momento donde todos nos reunimos en torno a la mesa, las tradiciones y los buenos deseos. Amado diciembre, horroroso enero, dos meses que hacen el balance perfecto entre los gozosos y los dolorosos… y los gloriosos, que vendrán durante el año al ver que vamos cumpliendo los deseos y metas del 31.
Alboradas llenas de luces, Día de las Velitas, novenas de aguinaldos, recorridos para ver los alumbrados y, claramente, organizarse un buen paseo para las vacaciones; esos son nuestros planes preferidos. La Navidad es un espacio para dar y compartir, donde la norma es hacer los buñuelos a la medida y al gusto de los niños como prioridad; preparar un ajiaco con la receta de la abuela, que será el plato preferido de todos a la hora de cenar, y rematar con un buen sancocho preparado en leña para desenguayabar.
Los colombianos somos unos berracos para armar una Navidad a la medida y de acuerdo con nuestras posibilidades. Desde pesebres con carro, avión, peluches y la fuente del río, donde la música de “mamá, dónde están los juguetes…” se suma como banda sonora; pasando por árboles de todas las formas, colores y decoraciones; terminando con un Año Viejo sin pólvora, pero relleno de momentos para quemar y de muchas intenciones para lo que viene. No hay nada que nos falte a la hora de celebrar. Desde el primer día de diciembre la excusa es perfecta para soltarse un botón del cinturón y darle rienda suelta al paladar, eso sí, sin soltarse en ningún minuto el cinturón de seguridad.
En casa ya empezamos desde Acción de Gracias con el pavo, las mazorcas y unas buenas habichuelas, en compañía de amigos entrañables y familia. Y no podíamos dejar empezar el mes sin una buena fritanga, con papas saladas, pola y algo de música de la época, a lo Pastor López y Rodolfo Aicardi, el abrebocas de lo que será el playlist de estas fiestas.
Mi mejor regalo para todos, incluida yo, es que estas fiestas no solo sean un manjar, sino que podamos celebrar de una forma medida y responsable con cada uno de los tragos que nos vayamos a tomar. Me cuesta mucho creer que, en una Colombia llena de risas, fiestas y celebraciones, muchas familias pasen por el doloroso momento de tener que enterrar sueños que se esfuman gracias a la irresponsabilidad de un vecino borracho. No soy mojigata, pero medirse puede ser la diferencia para salir a la calle y regresar bien a casa.
Torta negra, buñuelos, brevas en almíbar y natilla son algunos bocados sencillos para empezar. Pavo, pernil, cerdo asado, carnes, tamales o lechona hacen de la cena un manjar. Por mi parte, esperen a partir de hoy recomendaciones llenas de colores, sabores de antaño y mucho amor familiar.
Hoy quiero recomendarles un lugar mágico, donde cada uno de sus productos de pastelería es más que un simple bocado, es una pequeña obra de arte: @bakkercakes. A lo largo del año ofrece una gran variedad de productos dulces para cualquier momento especial que se tenga, pero cuando llega Navidad diseña propuestas novedosas, deliciosas y diferentes, para recibir el Año Nuevo con mucha magia.
Dentro del catálogo de esta pastelería a la medida, los clientes pueden encontrar en la Edición Especial de Navidad sus clásicos de temporada, que incluyen diversas delicias como las galletas de jengibre y de mantequilla decoradas con figuras de árboles, muñecos y copos de nieve, estrellas, osos y cascanueces, entre otros. Para esta época, las coronas no solo van colgadas en las puertas, también tienen cabida en el mundo de la repostería y en Bakkercakes pueden conseguir una muy especial: una corona trenzada de canela decorada con pino natural, hombrecitos de jengibre y un delicado lazo rojo.
Bakkercakes es una pastelería hecha con amor, sin químicos y con productos de la mejor calidad, presentación y sabor. #MiMejorRegalo son sus galletas de chips de chocolate y sus paletas de renos.