Llegó el primero de diciembre, momento que, creo, todos estábamos esperando desde junio. Este año ha sido tan complicado y guerreado para muchos de nosotros que ya nos merecíamos este paréntesis mental para tener millones de motivos para celebrar y desacelerar del todo.
De aquí en adelante las preocupaciones son por la calidad de los buñuelos, no dejar a ningún sobrino sin regalo debajo del árbol el 24, y conseguir el pernil de cerdo para el 31. Se acabó la presión de las dietas, del gimnasio y de las promesas que hicimos hace casi doce meses para el año nuevo. Este es el mes donde todo es permitido, para empezar el primero de enero con las 12 uvas y todo lo que ya conocemos.
Esta primera entrega de diciembre es un tributo a todas las mujeres emprendedoras que doblan sus turnos durante estas fechas, para cumplirle a sus clientes con productos hechos con el corazón. La tenacidad, los detalles y la capacidad de trabajo de estas cuatro mujeres me hacen sentirme orgullosa de comprarles productos y bienes, que en algunos casos son deliciosos, en otros un deleite para los ojos, y en todos los casos obras de arte.
En esta columna no hay un solo recomendado por tema de género, o de esos nuevos conceptos que obligan a algo. Por el contrario, cada historia refleja todo lo que construyen en torno a sus emprendimientos, pues trabajan con compras locales, invierten en sus entornos y, en varios casos, hasta logran generar uno que otro empleo indirecto.
La primera historia es literalmente una divina providencia. Clarita llegó a mi vida por un grupo de oración conjunto, que conocí a través de que mi esposa falleciera. Eran sus compañeras diarias y siempre había alguna historia de muchos emprendimientos. Uno de ellos era “De Sal y De Dulce” (@desal_ydedulce), que nace en medio de la pandemia como cura para el alma y mecanismo de sentirse útil, en medio de tanto encierro. Ese momento le sirvió a Clarita para desempolvar las viejas recetas de su abuela y su madre, como la del arequipe, que no solo era la delicia de todos los que llegaban, sino que siempre fue una forma para revivir y recordar a su abuela.
El proyecto se lo debe a un amigo, como ella misma dice, que le dio un último empujón: “Él dijo ¡definitivamente esto es un pedacito de cielo en la boca! Póngale etiqueta a esto y véndalo de una vez”. Y así comenzó a producir encurtidos, escabeches, mermeladas, arequipe y otras cuantas delicias, que llegan directo de la biblioteca de su mamá y que son la mezcla perfecta. Este emprendimiento obtiene todos sus insumos en Sotaquira (Boyacá), desde campesinos productores de leche, frutas y verduras, que son su sustento diario.
El toque secreto es su fabricación sobre pedido. Por eso, cada semana realiza la compra y hace esos deliciosos tarros llenos de amor, y así mantiene activa a la comunidad productora. Es un gana-gana para sus regalos y fiestas este diciembre, así que invierta en delicias y, de paso, en el campo boyacense.
La segunda emprendedora, también sobreviviente del encierro de la pandemia, es Piedad, dedicada a hornear con el corazón. Esos largos meses le dieron el tiempo para hacer prueba y error, pues cocinera nunca había sido, sino que era la hija de un gran agroindustrial de nuestro país, por lo sus conocimientos estaban enfocados en producir, cosechar y vender. @bakedwithlove.box es resultado de lograr probar lo bueno y lo malo, de que sus amigos y familia le dijeran lo que funcionaba y lo que no tanto. Así fue perfeccionando sus creaciones sobre la marcha.
Cada caja tiene un único motivo detrás: “¡alegrarle la vida a quien la reciba!”, asegura Piedad, sabiendo que estos días son un momento crucial para poder seguir creciendo en sus sueños dulces. Sus insumos vienen de haber podido conocer cultivos que abrieron las puertas para mantenerse a flote. Desde ahí, y luchando por harinas en ese momento, logró hacer posible sonreírle a la gente con una caja llena de amor. Su cuñado viene siendo como esa patadita de la buena suerte, que en su momento le dijo: “¡venda sus galletas!” y así siguen hoy.
“El box se arma de acuerdo a lo que quieren. Podemos ponerle galletas, ponqués, frutas con chocolate, panes, merengues. Todo es artesanal y con los mejores insumos, lo que pienso, hace la diferencia”, sostiene Piedad. Este emprendimiento late a la par que el cultivo familiar de mangostinos en los Llanos Orientales, haciéndoles entender tanto a ella como a sus clientes el esfuerzo del productor por sacar su cosecha adelante. Y es que así recordamos que el campo no para, que ellos son los que producen alimentos y que tenemos que apoyar a los cultivos locales que producen fruta de excelente calidad.
Nadie nació aprendido, decía mi abuela, pero es la valentía de emprender lo que hace de este negocio la posibilidad de integrar familia, amigos y recetas propias, creando una herencia para las generaciones venideras. Un recomendado de la temporada, y que claramente no es producto local, pero que apoya la importación legal: las cerezas cubiertas con chocolate.
El tercer emprendimiento, uno que ya es conocido por algunos de ustedes, es @bakkercakes. Alexandra, colombiana por nacimiento, alemana de corazón y familia, y viajera del mundo por convicción, se dedica a crear obras maestras de azúcar a través de tortas, galletas y postres. Arquitecta de formación, lleva 17 años construyendo y perfeccionando los proyectos que sus clientes sueñan. Su corazón culinario empezó con recetas de familia, que le fueron compartidas por su mamá y sus tías, como inevitables herencias gastronómicas.
Alexandra comparte todas sus creaciones en Instagram de una forma generosa, pues cada foto se vuelve un motivo para ordenar algo divino y delicioso: “Me involucré más que nada en la pastelería, donde encontré un motivo para expresarme”. Y sin lugar a duda así es. Así lo explica ella: “soy una buscadora compulsiva de la belleza y detalles en las pequeñas cosas, y creo que cocinar y hacer fotos tiene mucho de todo eso. Siempre pienso que quiero transmitir mis costumbres, mi gusto por lo clásico con un toque de modernidad, lo simple y rico, y mi amor por los sabores reales”.
Sin lugar a dudas, su promesa de venta es real: “quiero que mis recetas sean el resultado de una cocina que emociona, une y se comparte”. Nunca hasta hoy, y luego de muchos años de comprarle tortas, galletas, coronas, chocolates, he tenido una decepción. Por el contrario, siempre espero esta fecha para soñar despierta con su producción.
Dejé de último uno de los emprendimientos que más me llegó al corazón pues, como yo, este año su creadora también perdió al motor de vida. Ella es Carolina Pineda, la mente detrás de @milagrosdiseno. Milagros, por obvias razones, es su razón diaria para soñar despierta y diseñar espacios especiales para eventos y ocasiones especiales. Y ahora, para Navidad y año nuevo, lanzó “¡La caja de los deseos!”, un productazo lleno de magia, para que puedan encender las velitas el próximo 7 de diciembre, o el 24 o el 31, con intenciones como “amor, paz, prosperidad, gratitud, éxito, felicidad, salud y esperanza, para que 2024 esté lleno de cosas bonitas, buenos augurios y más que un compromiso con uno mismo”.
Carolina prepara cada detalle, une proveedores y diseña situaciones únicas, para lograr celebraciones inolvidables, donde los detalles sean personalizados, de acuerdo a lo que cada uno de sus clientes desea.
Estas cuatro valientes son un ejemplo de lo que se puede lograr con una buena idea, algo de determinación y el deseo de ayudar y ayudarse. Con cualquiera de ellas van a la fija, así que anímense, busquen lo que les guste, y apoyen estos u otros emprendimientos, para entre todos construir una sólida base de opciones para mujeres soñadoras. Será la puerta de entrada para una Navidad llena de cosas bonitas, grandes deseos y buenos augurios para el año que viene.
Llegó el primero de diciembre, momento que, creo, todos estábamos esperando desde junio. Este año ha sido tan complicado y guerreado para muchos de nosotros que ya nos merecíamos este paréntesis mental para tener millones de motivos para celebrar y desacelerar del todo.
De aquí en adelante las preocupaciones son por la calidad de los buñuelos, no dejar a ningún sobrino sin regalo debajo del árbol el 24, y conseguir el pernil de cerdo para el 31. Se acabó la presión de las dietas, del gimnasio y de las promesas que hicimos hace casi doce meses para el año nuevo. Este es el mes donde todo es permitido, para empezar el primero de enero con las 12 uvas y todo lo que ya conocemos.
Esta primera entrega de diciembre es un tributo a todas las mujeres emprendedoras que doblan sus turnos durante estas fechas, para cumplirle a sus clientes con productos hechos con el corazón. La tenacidad, los detalles y la capacidad de trabajo de estas cuatro mujeres me hacen sentirme orgullosa de comprarles productos y bienes, que en algunos casos son deliciosos, en otros un deleite para los ojos, y en todos los casos obras de arte.
En esta columna no hay un solo recomendado por tema de género, o de esos nuevos conceptos que obligan a algo. Por el contrario, cada historia refleja todo lo que construyen en torno a sus emprendimientos, pues trabajan con compras locales, invierten en sus entornos y, en varios casos, hasta logran generar uno que otro empleo indirecto.
La primera historia es literalmente una divina providencia. Clarita llegó a mi vida por un grupo de oración conjunto, que conocí a través de que mi esposa falleciera. Eran sus compañeras diarias y siempre había alguna historia de muchos emprendimientos. Uno de ellos era “De Sal y De Dulce” (@desal_ydedulce), que nace en medio de la pandemia como cura para el alma y mecanismo de sentirse útil, en medio de tanto encierro. Ese momento le sirvió a Clarita para desempolvar las viejas recetas de su abuela y su madre, como la del arequipe, que no solo era la delicia de todos los que llegaban, sino que siempre fue una forma para revivir y recordar a su abuela.
El proyecto se lo debe a un amigo, como ella misma dice, que le dio un último empujón: “Él dijo ¡definitivamente esto es un pedacito de cielo en la boca! Póngale etiqueta a esto y véndalo de una vez”. Y así comenzó a producir encurtidos, escabeches, mermeladas, arequipe y otras cuantas delicias, que llegan directo de la biblioteca de su mamá y que son la mezcla perfecta. Este emprendimiento obtiene todos sus insumos en Sotaquira (Boyacá), desde campesinos productores de leche, frutas y verduras, que son su sustento diario.
El toque secreto es su fabricación sobre pedido. Por eso, cada semana realiza la compra y hace esos deliciosos tarros llenos de amor, y así mantiene activa a la comunidad productora. Es un gana-gana para sus regalos y fiestas este diciembre, así que invierta en delicias y, de paso, en el campo boyacense.
La segunda emprendedora, también sobreviviente del encierro de la pandemia, es Piedad, dedicada a hornear con el corazón. Esos largos meses le dieron el tiempo para hacer prueba y error, pues cocinera nunca había sido, sino que era la hija de un gran agroindustrial de nuestro país, por lo sus conocimientos estaban enfocados en producir, cosechar y vender. @bakedwithlove.box es resultado de lograr probar lo bueno y lo malo, de que sus amigos y familia le dijeran lo que funcionaba y lo que no tanto. Así fue perfeccionando sus creaciones sobre la marcha.
Cada caja tiene un único motivo detrás: “¡alegrarle la vida a quien la reciba!”, asegura Piedad, sabiendo que estos días son un momento crucial para poder seguir creciendo en sus sueños dulces. Sus insumos vienen de haber podido conocer cultivos que abrieron las puertas para mantenerse a flote. Desde ahí, y luchando por harinas en ese momento, logró hacer posible sonreírle a la gente con una caja llena de amor. Su cuñado viene siendo como esa patadita de la buena suerte, que en su momento le dijo: “¡venda sus galletas!” y así siguen hoy.
“El box se arma de acuerdo a lo que quieren. Podemos ponerle galletas, ponqués, frutas con chocolate, panes, merengues. Todo es artesanal y con los mejores insumos, lo que pienso, hace la diferencia”, sostiene Piedad. Este emprendimiento late a la par que el cultivo familiar de mangostinos en los Llanos Orientales, haciéndoles entender tanto a ella como a sus clientes el esfuerzo del productor por sacar su cosecha adelante. Y es que así recordamos que el campo no para, que ellos son los que producen alimentos y que tenemos que apoyar a los cultivos locales que producen fruta de excelente calidad.
Nadie nació aprendido, decía mi abuela, pero es la valentía de emprender lo que hace de este negocio la posibilidad de integrar familia, amigos y recetas propias, creando una herencia para las generaciones venideras. Un recomendado de la temporada, y que claramente no es producto local, pero que apoya la importación legal: las cerezas cubiertas con chocolate.
El tercer emprendimiento, uno que ya es conocido por algunos de ustedes, es @bakkercakes. Alexandra, colombiana por nacimiento, alemana de corazón y familia, y viajera del mundo por convicción, se dedica a crear obras maestras de azúcar a través de tortas, galletas y postres. Arquitecta de formación, lleva 17 años construyendo y perfeccionando los proyectos que sus clientes sueñan. Su corazón culinario empezó con recetas de familia, que le fueron compartidas por su mamá y sus tías, como inevitables herencias gastronómicas.
Alexandra comparte todas sus creaciones en Instagram de una forma generosa, pues cada foto se vuelve un motivo para ordenar algo divino y delicioso: “Me involucré más que nada en la pastelería, donde encontré un motivo para expresarme”. Y sin lugar a duda así es. Así lo explica ella: “soy una buscadora compulsiva de la belleza y detalles en las pequeñas cosas, y creo que cocinar y hacer fotos tiene mucho de todo eso. Siempre pienso que quiero transmitir mis costumbres, mi gusto por lo clásico con un toque de modernidad, lo simple y rico, y mi amor por los sabores reales”.
Sin lugar a dudas, su promesa de venta es real: “quiero que mis recetas sean el resultado de una cocina que emociona, une y se comparte”. Nunca hasta hoy, y luego de muchos años de comprarle tortas, galletas, coronas, chocolates, he tenido una decepción. Por el contrario, siempre espero esta fecha para soñar despierta con su producción.
Dejé de último uno de los emprendimientos que más me llegó al corazón pues, como yo, este año su creadora también perdió al motor de vida. Ella es Carolina Pineda, la mente detrás de @milagrosdiseno. Milagros, por obvias razones, es su razón diaria para soñar despierta y diseñar espacios especiales para eventos y ocasiones especiales. Y ahora, para Navidad y año nuevo, lanzó “¡La caja de los deseos!”, un productazo lleno de magia, para que puedan encender las velitas el próximo 7 de diciembre, o el 24 o el 31, con intenciones como “amor, paz, prosperidad, gratitud, éxito, felicidad, salud y esperanza, para que 2024 esté lleno de cosas bonitas, buenos augurios y más que un compromiso con uno mismo”.
Carolina prepara cada detalle, une proveedores y diseña situaciones únicas, para lograr celebraciones inolvidables, donde los detalles sean personalizados, de acuerdo a lo que cada uno de sus clientes desea.
Estas cuatro valientes son un ejemplo de lo que se puede lograr con una buena idea, algo de determinación y el deseo de ayudar y ayudarse. Con cualquiera de ellas van a la fija, así que anímense, busquen lo que les guste, y apoyen estos u otros emprendimientos, para entre todos construir una sólida base de opciones para mujeres soñadoras. Será la puerta de entrada para una Navidad llena de cosas bonitas, grandes deseos y buenos augurios para el año que viene.