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Oficialmente estamos en modo excusa navideña para dedicarnos al buen comer. Sobrevivimos a las novenas y fiestas decembrinas para entregarnos a los brazos de las mejores cenas de Navidad y Año Nuevo. Aquí ya la pena de repetir no existe, la dieta se convierte en un propósito reciclado y pendiente para el 2019, pero, sobre todo, cada uno de los miembros de la familia despierta sus dotes culinarias y nos dedicamos a saborear a pierna suelta. Felicidades sencillas pero muy gratificantes son ver a la abuela dando órdenes en la cocina, a las tías sirviendo vino a diestra y siniestra y a los niños horneando y compartiendo.
Se avecinan largas horas en los fogones, pero lo más importante es la planeación de las compras, buenas, bonitas y a mejores precios, para hacer rendir la prima y tener a todos contentos con las comidas para las celebraciones. Estos días nos obligan a pensar en gimnasia financiera para lograr un buen sancocho trifásico para el guayabo del 1° de enero y un buen pernil para la cena del 24. No desesperen, la creatividad será el mejor aliado y el único pecado será comer poco.
Sabiamente leí alguna vez que cualquier cosa que tu abuela reconozca como comida siempre será un buen bocado. ¡Y así lo creo! Cada día me convenzo más de que la sabiduría en el sartén no se improvisa, y que son esos secretos heredados los que nos dejarán sumergirnos en deliciosas sopas, maravillosos guisos y lujuriosos postres en estas vacaciones. No se puede negar que no hay mejor almuerzo en un paseo al río que cuando la sopa se hace en olla quemada en fondo, y se le suma tremendo toque secreto logrado entre el agua que prueba la resistencia de todos los estómagos y la dichosa olla sobreviviente. ¿O qué tal un buen asado con res, cerdo, pollo y algo de vísceras? Bastante papa salada, yuca, plátano, cerveza y Colombiana arreglan el plan más colombiano que hay. Pero si nos quedó bastante comida de la noche anterior, el sánduche de pernil o los huevos con mazorca y carne desmechada siempre serán una gran opción, el recicle en estas fechas también es importante.
Para quienes se animan a salir a buscar dónde comer en estos días, por favor tengan en cuenta que el guayabo cuenta como infracción de tránsito y que todos corremos el riesgo de quedarnos dormidos por la llenura, “si va a tomar, entregue las llaves y viaje seguro”, todo un cliché, pero más vale la seguridad que la policía, y que la fiesta nos se nos agüe por los rezagos del día anterior.
¡Las excusas se acabaron, las tareas se asignaron y el festín debe comenzar! Feliz Navidad a todos los que me han leído y a quienes me comparten sus experiencias en las redes sociales. Les deseo una noche llena de deliciosas cenas, mucho amor y larga celebración. Comer, rezar y amar (consejo trifásico) aplica para esta noche tan particular.