Los sabores de Colombia siempre han tenido a la leña y el carbón como base de las cocinas regionales. Es un sabor profundo, muy propio de nuestros platos, que nos acompaña desde que tenemos registro de la historia gastronómica. No hay nada como un buen sancocho en leña, ni qué decir de una mamona. Ahora hablemos de la delicia que es una buena pesca a la brasa, en cualquiera de nuestras costas, o de las ollas tapadas de cocidos, sopas o sudados que se cuecen a fuego lento sobre la tierra.
El carbón, lo sabemos, fue el detonante de los principales cambios en la vida diaria del hombre de las cavernas. Y, desde ese momento hasta hoy, hemos aprendido a manejarlo y usarlo a nuestro favor. Hay que reconocer que se trata de toda una ciencia: no es encender una llama y ya. El fuego chamusca o engrandece un plato, fija sabores y logra una textura única en cada producto. Una buena brasa es vida, es transformación y es felicidad en muchas de las cocinas del mundo y, como ya dijimos, también del país.
En Bogotá, como epicentro de la movida gastronómica nacional, cada vez encontramos más espacios donde el fuego se transforma en mágicos sabores que juegan con lo propio y lo lejano, invitándonos a probar nuevas propuestas, que prometen seguir en aumento. @yakitoriasiangrill es una parrilla asiática que tiene entre manos una mezcla de sabores, aromas y productos que hacen de cualquier plato una experiencia muy particular.
Conocerlo fue una experiencia de amigas, cada una a cuál más diferente gastronómicamente hablando, pero dispuestas a probar de todo un poco. Compartimos varios yakitoris, los pequeños pinchos de origen japonés que todos los que consumen series k-drama tienen claro que son una insignia de esa cultura. Campeones los de piel crocante de pollo (algo picantes pero sabrosos) y los de corazones, y suntuosos los de porkbelly. En general, vienen acompañados de una opción para elegir entre encurtido de pepinillo, arroz Gohan o ensalada Yaki. No crean que esto es solo proteína animal, también hay opciones vegetarianas a la hora de compartir.
Frente a los Dim Sum, recomiendo pedir una mezcla de todas, son perfectas para acompañar un buen cocktail o una entrada pequeña. Cerdo, pollo, pescado u hongos: no hay uno malo. Los platos principales perfectamente pueden ir al centro, y todos en la mesa a compartir. Hay buenos arroces, el udon de curry es maravilloso y varias opciones de platos para los que pasan de proteína animal.
Y mi otra recomendación, que rara vez es sobre los postres, es que les dejen espacio, porque son espectaculares. Ganadores el tres leches y el crumble de frutos rojos y caramelo. Como dirían por ahí, no hay pieza mala.
Ahora, para los que se sienten listos para compartir esta mesa, hay que agregar que no se trata solo de comida. Yakitori también marca un hito en las cadenas de comida casual, como el primer proyecto gastronómico que se crea bajo un modelo de negocio colaborativo, del que todos podemos hacer parte. La cadena llegó con la idea de “cambiar el panorama de la comida casual y llenar un espacio, con una propuesta de comida asiática ajustada a los sabores y productos locales, usando el carbón como un sabor propio de la historia del país”, según explica Daniel Rocha, líder del proceso. Se trata entonces de un espacio para una deliciosa opción para comer y tomarse unos buenos tragos, conociendo más de esa siempre rica gastronomía oriental.
Último hervor: Se conocieron las cifras de crecimiento del primer semestre, y vale la pena leerlas con un poco de detenimiento, fuera de esa extraña euforia generada sobre un crecimiento significativo del campo. Hay que revisar por qué los productores de alimentos y los ganaderos dicen que no sienten ni crecimiento ni mejora y, por el contrario, hablan de estancamiento y de aumento de costos básicos.
Todos estamos de acuerdo con que cada semana vale un poco más el mercado, obligándonos a ser más estratégicos en la compra inteligente. Incluso, en muchos casos toca apostarle al “para lo que alcance”, lo cual demuestra que no puede ser que el campo esté disparado y la condición de los productores haya florecido. Se mantiene, sí, pero no podemos comer entero y aplaudir. Hay que seguir invirtiendo en el comercio directo, apoyando los proyectos productivos regionales y seguir repitiendo y aplaudiendo: colombiano compra colombiano.
Los sabores de Colombia siempre han tenido a la leña y el carbón como base de las cocinas regionales. Es un sabor profundo, muy propio de nuestros platos, que nos acompaña desde que tenemos registro de la historia gastronómica. No hay nada como un buen sancocho en leña, ni qué decir de una mamona. Ahora hablemos de la delicia que es una buena pesca a la brasa, en cualquiera de nuestras costas, o de las ollas tapadas de cocidos, sopas o sudados que se cuecen a fuego lento sobre la tierra.
El carbón, lo sabemos, fue el detonante de los principales cambios en la vida diaria del hombre de las cavernas. Y, desde ese momento hasta hoy, hemos aprendido a manejarlo y usarlo a nuestro favor. Hay que reconocer que se trata de toda una ciencia: no es encender una llama y ya. El fuego chamusca o engrandece un plato, fija sabores y logra una textura única en cada producto. Una buena brasa es vida, es transformación y es felicidad en muchas de las cocinas del mundo y, como ya dijimos, también del país.
En Bogotá, como epicentro de la movida gastronómica nacional, cada vez encontramos más espacios donde el fuego se transforma en mágicos sabores que juegan con lo propio y lo lejano, invitándonos a probar nuevas propuestas, que prometen seguir en aumento. @yakitoriasiangrill es una parrilla asiática que tiene entre manos una mezcla de sabores, aromas y productos que hacen de cualquier plato una experiencia muy particular.
Conocerlo fue una experiencia de amigas, cada una a cuál más diferente gastronómicamente hablando, pero dispuestas a probar de todo un poco. Compartimos varios yakitoris, los pequeños pinchos de origen japonés que todos los que consumen series k-drama tienen claro que son una insignia de esa cultura. Campeones los de piel crocante de pollo (algo picantes pero sabrosos) y los de corazones, y suntuosos los de porkbelly. En general, vienen acompañados de una opción para elegir entre encurtido de pepinillo, arroz Gohan o ensalada Yaki. No crean que esto es solo proteína animal, también hay opciones vegetarianas a la hora de compartir.
Frente a los Dim Sum, recomiendo pedir una mezcla de todas, son perfectas para acompañar un buen cocktail o una entrada pequeña. Cerdo, pollo, pescado u hongos: no hay uno malo. Los platos principales perfectamente pueden ir al centro, y todos en la mesa a compartir. Hay buenos arroces, el udon de curry es maravilloso y varias opciones de platos para los que pasan de proteína animal.
Y mi otra recomendación, que rara vez es sobre los postres, es que les dejen espacio, porque son espectaculares. Ganadores el tres leches y el crumble de frutos rojos y caramelo. Como dirían por ahí, no hay pieza mala.
Ahora, para los que se sienten listos para compartir esta mesa, hay que agregar que no se trata solo de comida. Yakitori también marca un hito en las cadenas de comida casual, como el primer proyecto gastronómico que se crea bajo un modelo de negocio colaborativo, del que todos podemos hacer parte. La cadena llegó con la idea de “cambiar el panorama de la comida casual y llenar un espacio, con una propuesta de comida asiática ajustada a los sabores y productos locales, usando el carbón como un sabor propio de la historia del país”, según explica Daniel Rocha, líder del proceso. Se trata entonces de un espacio para una deliciosa opción para comer y tomarse unos buenos tragos, conociendo más de esa siempre rica gastronomía oriental.
Último hervor: Se conocieron las cifras de crecimiento del primer semestre, y vale la pena leerlas con un poco de detenimiento, fuera de esa extraña euforia generada sobre un crecimiento significativo del campo. Hay que revisar por qué los productores de alimentos y los ganaderos dicen que no sienten ni crecimiento ni mejora y, por el contrario, hablan de estancamiento y de aumento de costos básicos.
Todos estamos de acuerdo con que cada semana vale un poco más el mercado, obligándonos a ser más estratégicos en la compra inteligente. Incluso, en muchos casos toca apostarle al “para lo que alcance”, lo cual demuestra que no puede ser que el campo esté disparado y la condición de los productores haya florecido. Se mantiene, sí, pero no podemos comer entero y aplaudir. Hay que seguir invirtiendo en el comercio directo, apoyando los proyectos productivos regionales y seguir repitiendo y aplaudiendo: colombiano compra colombiano.